Las rumbas hasta el amanecer en las casas de los barrios de Medellín, con música que se escucha en las cuadras vecinas, son un fenómeno más común de lo que se piensa. Tanto que este año por esta situación, y otras de exceso de ruido, en la línea de emergencias 123 se han recibido 94.049 llamadas. Todo, en medio del endurecimiento de las sanciones mediante la ley antirruido aprobada en el Congreso de la República.
Así lo informaron desde la Secretaría Distrital de Seguridad, señalando que de las llamadas por temas de ruido, 82.427 tienen relación con temas de exceso de volumen en las reuniones dentro de las viviendas o en las calles de los barrios, mientras que 9.880 son por temas de convivencia: los piques ilegales dejaron 772 llamadas y la pólvora 887.
Además, se han impuesto 95 comparendos por este tipo de afectaciones, de los cuales 43 tienen que ver con temas de actividad económica, principalmente bares, discotecas y sitios de encuentro, mientras que los restantes se relacionan con las fiestas dentro de viviendas y las calles después de la medianoche.
El secretario de Seguridad de Medellín, Manuel Villa Mejía, expresó que en la ciudad se vienen haciendo operativos de la mano de la Policía Metropolitana y con una rigurosa vigilancia para evitar que los dueños de los establecimientos o las viviendas intervenidas puedan bajar el volumen a sus equipos para evadir las sanciones correspondientes.
“Hemos llegado a los establecimientos y nos encontramos con que algunos hasta tienen lugares secretos para el manejo del volumen de los equipos y nosotros hacemos una intervención general en el lugar para que podamos hacer las mediciones con el volumen que usan recurrentemente”, explicó el funcionario.
Pero la gravedad de estos hechos está en los dos homicidios que se han registrado por este tema en 2024, en Medellín, además de otro en Rionegro, mezclando así las molestias que genera y la intolerancia, una de las principales razones por las que se mata en la ciudad.
El caso más reciente ocurrió el pasado 1 de diciembre en el barrio Villatina, centro oriente de la ciudad, cuando a Andrés Felipe Posada Ciro, de 38 años, lo asesinó, al parecer, su hermano, luego de que le desconectó el equipo de sonido en el que venía haciendo bulla durante toda la madrugada de la alborada.
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Por esta molestia, que no solo afectaba a Andrés Felipe, sino a los demás vecinos, se presentó un altercado con su hermano Jonathan Orlando Posada Ciro, terminando con un ataque en el pecho con arma corto-punzante a Andrés Felipe, quien murió en la Clínica Sagrado Corazón. Jonathan Orlando terminó capturado.
A la lista se suman los casos de Gilberto de Jesús Alzate García, de 48 años, en el barrio Santa Cruz, el pasado 12 de mayo, cuando le reclamó a sus vecinos por el exceso de bulla, y el crimen de Jorge Rafael Cueto Ávila, de 35 años, quien se presentó el pasado 6 de octubre a un grupo de personas que no hicieran tanto ruido en el barrio Barro Blanco, de Rionegro, y acabó apuñalado.
De acuerdo con los mapas del ruido de los 10 municipios del Valle de Aburrá que arroja el Índice de Contaminación Acústica Per Cápita, realizado por el Área Metropolitana, de los 626 barrios de Medellín y los otros nueve municipios, 552 presentan algún grado de contaminación por ruido y 74 están libres de esta problemática tanto en el día como en la noche.
Esto demuestra que el 88% de los barrios de todo el Valle de Aburrá tienen dificultades con el ruido, bien sea emitido por las empresas o, como sucede en su mayoría, originados por el tema de locales comerciales dedicados al disfrute o aquellas reuniones sociales que emiten ruidos que pueden molestar a una o varias cuadras de un sector.
Diana Hoyos, profesional de la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana, expresó que este estudio se actualiza cada cuatro años y que se evidencia que “el ruido genera problemas graves a la salud, como estrés, problemas de sueño e incluso enfermedades cardiovasculares, y en los ecosistemas puede afectar a los animales en temas como el apareamiento”.
La medición en las zonas comerciales e industriales tiene como tope los 70 decibeles, mientras que para las residenciales es de 55 decibeles por recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Medellín e Itagüí exceden, en términos generales, estos niveles, llegando a los 75 decibles de ruido, siendo los que están en el punto más crítico. Bello está en el límite para las zonas industriales y comerciales, marcando 70 decibeles, siendo las zonas con mayor contaminación el parque principal y la avenida Regional. Para el control de los niveles de ruido, el Área Metropolitana instaló ocho estaciones de monitoreo que están en Medellín, Itagüí, Girardota y Sabaneta para medir los índices y establecer si se está cumpliendo con los estándares establecidos.
Una de las problemáticas que ha llevado a que se incrementen los entornos ruidosos es que se ha cambiado la vocación de algunos sectores, que han pasado de ser netamente residenciales a tener espacio para el hospedaje y el ocio, como ocurrió en el barrio Manila, en la comuna 14 (El Poblado), donde han incrementado estos establecimientos y con ello la problemática del ruido ocasionado, principalmente, por los turistas extranjeros.
Esto ha llevado que el mapa de ruido de la capital antioqueña haya cambiado en los últimos años. Según Medellín Cómo Vamos, el 54% de los habitantes de la ciudad se encuentran insatisfechos por el tema del ruido y el porcentaje de la población afectada pasó del 9,2% en 2018 a 10,7% en el 2023.
La secretaria de Medio Ambiente de Medellín, Ana Ligia Mora, mencionó que se estima que cerca de 780.000 personas en la ciudad tienen molestias con el ruido o perturbaciones del sueño por esta misma razón. Según sus cifras, “el porcentaje de personas molestas por ruido puede estar cerca del 30,94% y el porcentaje de personas perturbadas durante el sueño por el ruido es aproximadamente del 21,66%”.
Los barrios con mayor complejidad en dicho manejo son Castilla, Aranjuez y Chagualo, donde se combina en varios sectores la actividad comercial nocturna con la residencial, sumado a la costumbre de realizar fiestas de luna a sol los fines de semana, sin importar el sueño de los vecinos.
También se encuentran otros sectores como la avenida 80, la carrera 70 y la avenida 33, donde el predominio lo tienen los establecimientos comerciales nocturnos como bares y discotecas.
Y eso que algunas comunidades han librado batallas contra los nuevos vecinos bullosos, tal como ocurrió en agosto de 2022 en el barrio Conquistadores, donde montaron una discoteca llamada Paradise, que poco de paraíso tuvo para los vecinos, quienes en cuestión de dos semanas sintieron que su sector se había transformado en un infierno por la bulla hasta entrada la madrugada, situación que ya estaba enfermando a varios residentes.
Fue una lucha de 10 meses, en la que varias entidades del Distrito y el Área Metropolitana intentaron escurrir el bulto a esta problemática, pero la mediación del abogado Lucas Quintero hizo que, tras dos sellamientos y varias acciones legales, Paradise se fuera de la zona, aunque en el lugar quedaron dos discotecas que también generan complicaciones.
Sin embargo, de acuerdo con expertos en el tema, la capacidad operativa en Medellín para atender esta problemática está desbordada tanto a la hora de hacer mediciones como al tomar decisiones en cuanto a los infractores. Tanto, que en la capital paisa operan decenas de establecimientos pese a ser sancionados por ruido.
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Además, el Plan de Ordenamiento Territorial que está vigente hace 10 años ha priorizado la mixtura del suelo urbano, por lo que al lado de zonas residenciales o de establecimientos de salud se pueden ubicar espacios de entretenimiento que afectan a los vecindarios, haciendo que, por ejemplo, en Manrique abran una discoteca o un negocio ruidoso cerca a casas de cuidado de adulto mayor, solo por dar un ejemplo.
Las autoridades de la ciudad esperan que la nueva ley antirruido que aprobó el Congreso de la República se pueda utilizar para solucionar los problemas que se generan en gran parte de Medellín y que, bien sea con intereses comerciales o de esparcimiento, cada vez generan mayores afectaciones a la tranquilidad de los ciudadanos.
Así se aplicará ley antirruido luego de su aprobación
La ley antirruido, luego de ser aprobada por parte del Congreso de la República, tendrá como cometido regular las problemáticas que se generan por parte de empresas, establecimientos comerciales y hasta por parte de las personas a quienes no les importa la tranquilidad de sus vecinos por hacer bulla, por lo menos, hasta que amanezca. La iniciativa, liderada por el representante a la Cámara por Antioquia Daniel Carvalho se implementaría en los próximos seis meses.
“En ese tiempo ya vamos a tener en pleno vigor la ley, las autoridades ya van a poder empezar a implementar las herramientas que dispone la ley y, por lo tanto, también los ciudadanos y nosotros vamos a emprender una labor pedagógica”, explicó el congresista.
Así se aplicarán las sanciones y demás controles a esta nueva ley, que tiene como prioridad mejorar la tranquilidad de los vecindarios.
Se duplicaron las multas por el ruido
Con esta nueva ley, las multas pasaron de 8 a 16 salarios mínimos diarios mensuales ($10.400.000 a $20.800.000 para el 2024) y para imponer estas sanciones ya no será necesario que la Policía haga mediciones técnicas si hay evidencias notorias de la perturbación a la comunidad.
Además, se extenderán las sanciones a los propietarios de los establecimientos comerciales que estén generando estas perturbaciones, así como a los arrendatarios o usuarios de los inmuebles.
Las sanciones también aplican para las fincas
Uno de los principales vacíos legales de la anterior norma era que las sanciones del Código de Policía se podían aplicar a las zonas urbanas, por lo que muchas personas usaban las fincas para hacer bulla con la música hasta por varios días.
Con esta nueva normatividad, las multas también se podrán imponer en las zonas rurales, todo ante la queja de los vecinos de las fincas de recreo que son alquiladas para fiestas y otros eventos.
Control al ruido en los eventos públicos
Para las actividades artísticas y culturales, siempre y cuando se realicen en determinados horarios, se permitirán altos niveles de ruido, pero con los permisos de las alcaldías.
Pero para estas autorizaciones será necesario definir las áreas de amortiguación acústica alrededor de los lugares donde se realicen estos eventos o si se limita la potencia de los equipos de sonido.
Esta medida irá acompañada por otras como la obligatoriedad de insonorización, reducción de las fuentes de ruido y el control de aglomeraciones.