La creatividad con los juegos de palabras es la punta de lanza que Hannah Escobar usa para el activismo que enarbola contra el manejo que le ha dado al sector salud el Gobierno de Gustavo Petro y, cómo no, a la reforma a la salud.
“El periodista no es independiente si lo paga el presidente”, decía el mensaje de un flyer que diseñó y publicó en su cuenta de X (antiguo Twitter) como respuesta a otro que compartió, en junio de este año, el exviceministro de la Juventud, Gareth Sella, que rezaba: “La prensa no es neutral si la paga el capital”.
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“Todo empezó molestando con unos cómics y diciendo que yo era espía de la KGB (agencia de inteligencia de la antigua Unión Soviética), pero terminó en unas tácticas creativas, con la ayuda de ChatGPT, para ayudar a los gremios de pacientes en su protesta por la crisis del sector”, le contó Hannah a EL COLOMBIANO.
En su hoja de vida pesan 14 años de experiencia en el sector salud, entre los que cuentan su paso por el Ministerio de Salud, como asesora del Departamento de Medicamentos y Tecnologías Sanitarias y otros cargos con distintos actores del sistema de salud. Es egresada de la Universidad de Antioquia, en donde se graduó como química farmacéutica e hizo una maestría en Políticas Públicas. Y aunque su hoja de vida es pública, no falta quién la use para atacarla por redes sociales y deslegitimarla.
Aunque se define como “muy de izquierda”, los influencers contratistas del Gobierno y demás matoneadores digitales no la bajan de “uribista”, “facha”, “paga por las EPS” o hasta “nazi”, como lo sugirió el presidente de la República.
“Esta extrema derecha nazi, aupada por periodistas como Daniel Samper y otros, solo trazan un camino que Colombia no debe volver a recorrer: el del exterminio del diferente”, escribió Gustavo Petro en X citando un trino que le pedía a Escobar borrar una publicación.
Si bien en los últimos años ganó reconocimiento por sus críticas a la reforma a la salud, cuenta que su activismo por un mejor sistema para los pacientes inició desde 2013.
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“Desde entonces he sido crítica de Alejandro Gaviria (ministro de Salud entre 2012 y 2018) y del manejo de la pandemia durante el Gobierno de (Iván) Duque”, recuerda.
De hecho, las críticas que hizo al control de precios de medicamentos —implementados por Gaviria— y una posterior interacción en redes fue lo que le abrió las puertas en la cartera de salud nacional, en donde trabajó entre octubre de 2014 y diciembre de 2015.
Por lo anterior, hoy dice con firmeza que su activismo “no inició en este Gobierno”, sino que proviene de una razón más profunda y cercana: su padre, Julio León Escobar Castañeda, quien en vida fue profesor, abogado, juez sin rostro, juez penal especializado, alcalde de los municipios antioqueños de Sabanalarga, Titiribí (una por designación y otra por elección popular) y Venecia, activista judicial por la salud y, en sus últimos años, cultivador de café en Titiribí.
En su trabajo como juez, tuvo en su despacho casos mediáticos, como la Masacre del Aro, el homicidio de Jesús María Valle, la masacre de La Chinita y la Operación Orión. Cuenta Hannah que su faceta en el activismo inició luego de su jubilación en 2003 y de que en febrero de 2005 recibiera un trasplante de hígado. De ahí en adelante dedicó su experiencia legal a hacerles tutelas gratuitas a las personas que requerían trasplantes, de escasos recursos que no lograban acceder a servicios de salud oportunamente o diagnosticadas con enfermedades catastróficas o terminales.
Con el segundo intento del Gobierno Nacional por aprobar una reforma a la salud —que busca cambiar todo el sistema— en el Congreso, Escobar reiteró con más ahínco su labor de advertir los inconvenientes y contradicciones de ese proyecto de ley. En ese, combinaba cánticos militantes de izquierda y los flyers carteleando a los congresistas que estaban impulsando la aprobación de la reforma sin la profundidad necesaria.
“Aquí están, estos son, los que venden la Nación”, escribe en sus publicaciones. “Se buscan. El país y sus regiones los están viendo. ¡Quieren pupitrear la reforma a la salud!”, fueron las frases que acompañaban los flyers mencionados.
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“Yo pongo las fotos (de los congresistas) de quienes apoyan la reforma, hablo de las reuniones a puerta cerrada que tienen las EPS (entidades promotoras de Salud) con el Gobierno y aunque no tenga un súper alcance, sí genera un impacto”, al menos en redes sociales, expresa Hannah.
Sin embargo, además de ese trabajo de veeduría y de hacer pedagogía para entender el funcionamiento del sistema de salud, esta química farmacéutica dedicó varios hilos (trinos conectados) en X a explicar “las dinámicas de propaganda del Gobierno Petro y de cómo se aprovechaban de microinfluencers (personas con más de 10.000 seguidores) para reproducir mensajes políticos y validarlos sin que se dieran cuenta”.
Así fue que dio con una imagen que publicó el 6 de octubre de este año el usuario identificado como Gener Usuga, activista petrista que escribió en ese entonces: “Los aquí presentes son responsables de generar un despertar ciudadano en Colombia, los aquí presentes son responsables de acabar con el rating de los medios tradicionales. #Nichito la defensa del cambio”.
Allí, estaban las fotos de perfil en X de un grupo de activistas del Pacto Histórico, de contratistas del Gobierno y periodistas militantes, entre otros.
Esa misma imagen la compartió Escobar el 20 de diciembre pasado en su cuenta invitando a “comprender las dinámicas de la propaganda alrededor de Gustavo Petro y la jerarquía que se maneja en la misma”. Pero un día después, una cuenta identificada como @Lykanista también la publicó con un copy violento: “Se buscan vivos o muertos”. Y ahí fue Troya.
Una de las personas cuya foto estaba en esa imagen —identificada como Juliana Beltrán— le exigió a Hannah borrar el trino o la iba a denunciar. Ese fue el trino que Petro citó en el trino en el que la trató de nazi y en el que, además, le solicitó a la Fiscalía “establecer una unidad especial de investigación contra la amenaza y la discriminación política”.
De ese trino presidencial en adelante empezó a ser objeto de amenazas de muerte, matoneo y acoso sexual, “como les pasa a las mujeres que presentan alguna oposición a Petro”.
El sicariato digital del que fue objeto —que incluyó la publicación de sus datos personales y de ataques contra ella y contra la empresa donde labora—, dice, fue “la oportunidad que estaban esperando para caerme de una manera muy sanguinaria, figurativamente hablando, para acabarme moralmente y hasta querer dejarme sin trabajo”.
Parte de esos ataques provinieron de personas que, además de activistas radicales del petrismo, son contratistas de diferentes instituciones del Gobierno. “Trabajar con el Estado no es delito ni pecado, lo que es curioso es que trabajen para esas entidades y al mismo tiempo hagan matoneo y sicariato en redes sociales”, manifestó Hannah.
En medio de esos ataques, el pasado lunes la cuenta de X de la activista fue suspendida por unas horas. Mientras la pudo recuperar, grabó un video que circuló por esa red social en el que señaló que la estaban censurando porque “compartí todo lo que no les gusta escuchar acerca del sistema de salud y cómo lo están destruyendo y cómo el Gobierno se apropió de ocho EPS, aunque negoció con ellas a puerta cerrada”.
Este episodio despertó el apoyo de varios expertos en salud, gremios de pacientes, opositores y periodistas, quienes hicieron un llamado al respeto por la libertad de expresión. Entre tanto, el país espera la decisión del Gobierno sobre cuánto aumentará la unidad de pago por capitación (UPC) para 2025.