En un pequeño terreno en zona industrial de Sabaneta, al sur de Medellín, se están ultimando los detalles para que empiece la primera producción de hidrógeno verde en el país. Que sea verde implica que su origen es una fuente no convencional de energía renovable: solar, hidráulica o eólica. La pequeña planta, cubierta en el exterior por una tela negra, sería la más grande del continente.
El proyecto nació en 2019 en cabeza de Diego Arboleda, el ingeniero Industrial que aparece en la foto y quien para entonces era el CEO de Ópex, una empresa dedicada al suministro de montacargas y de otras soluciones para los centros de distribución y almacenamiento de las grandes empresas de la ciudad.
Arboleda dice que la cosa funciona más o menos así: para mantener la operación de los centros de almacenamiento (las bodegas donde las empresas guardan y despachan sus productos) las compañías invierten en montacargas que son no solo caros (cada uno puede costar $300.000 dólares) sino difíciles de sostener, pues funcionan con una batería de plomo, ya que al estar en un lugar cerrado no pueden usar combustibles como la gasolina.
La batería es grande y pesada porque además de impulsar el montacarga tiene la tarea de ser el contrapeso para que cuando la carga esté subiendo a diez o veinte metros de altura no se desbalance y se caiga. Esa batería hay que cambiarla aproximadamente cada 8 horas y el cambio puede durar entre 20 minutos y media hora en los que el montacarga (de nuevo, de $300.000 dólares) está quieto, y eso, a los ritmos a los que se mueven las ventas hoy, no es negocio para nadie.
Entonces a Arboleda los clientes le pidieron que por qué mejor no reemplazar esas baterías por unas que funcionaran con hidrógeno que no había que cambiarlas y que se demoraban dos minutos en tanquearse, y él dijo que sí, que lo hacía. El problema fue que cuando fue a buscar el hidrógeno, no encontró quien se lo vendiera porque no hay quien lo produzca. Entonces, consiguió siete socios (seis paisas y uno de Bogotá) que le compraron la idea y con ellos montó Hevolution, la empresa que tiene casi todo a punto para ser la primera en producir hidrógeno verde en el país.
Hidrógeno que puede ser usado para recargar montacargas en centros de producción en un principio y también para producir fertilizantes verdes, menos dañinos y más baratos, y, además para propulsar carros y camiones. De hecho, en 2022, Hevolution fue noticia porque trajo a Colombia desde Estados Unidos un carro marca Hyundai que funciona con hidrógeno, y con él, trajo también la primera estación de carga de hidrógeno de Colombia y de Suramérica para tanquear el carro que, dos años después de su llegada, todavía funciona.
En Hevolution, cuyo plan inicial era empezar a producir formalmente en noviembre de este año, ya estas empresas han invertido cerca de $6 millones de dólares. Sin embargo, el proyecto, ha tenido los retrasos que suelen tener las primeras veces: la primera planta, la primera máquina de un tipo especial, el primer transporte, la primera exportación, etc, etc, etc.
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El proceso para producir hidrógeno verde parece sencillo. Arboleda lo explica como quien da una clase de química a un niño de 12 años: reciben energía de una hidroeléctrica (tiene que ser así para que no pierda el apellido Verde) a una subestación de la planta. De allí, el agua pasa a un electrolizador, que es donde ocurre la magia: Alli, en lo que desde afuera parece un contenedor mediano, se separan los dos componentes del agua (el hidrógeno y el oxígeno), se libera el oxígeno y se quedan con el hidrógeno.
Según Arboleda, ahí en Sabaneta tienen el electrolizador más grande del continente. Al día, con esa planta pueden producir 1.000 kilos de hidrógeno. Pero el hidrógeno es un gas y es difícil de transportar: en una tractomula solo habría espacio para 250 kilos, y eso es apenas lo que pesan en promedio cuatro personas. Por eso, para transportarlo, lo van a transformar en amoniaco, para que pueda moverse en estado líquido, como si fuera gasolina o cerveza.
Para eso, siguiendo con la clase de química, hay que tomar aire y quedarse solo con el nitrógeno. El amoniaco es NH3. Uno de nitrógeno por tres de hidrógeno. Con 1.000 kilos de hidrógeno se pueden producir 5.000 de amoniaco, que esos sí se pueden mandar en una tractomula para el Suroeste para producir fertilizantes para el café o en un buque hasta el puerto de Rotterdam, en Países Bajos, a donde van a mandar la primera exportación, donde quieren tomarse la foto recibiendo el primer cargamento de energía 100% limpia.
Ya las pruebas están listas para arrancar. El problema, es que todavía no tienen quien les surta la energía hidráulica, pues están a la espera de cerrar un acuerdo con EPM que ha tardado más de lo esperado o, de una pequeña central hidroeléctrica en el Oriente antioqueño que tienen como plan b. ¿La energía de una represa del Oriente de Antioquia tanqueando camiones en Amsterdam? Está más cerca de lo que parece.
Arboleda dice que la cosa funciona más o menos así: para mantener la operación de los centros de almacenamiento (las bodegas donde las empresas guardan y despachan sus productos) las compañías invierten en montacargas que son no solo caros (cada uno puede costar $300.000 dólares) sino difíciles de sostener, pues funcionan con una batería de plomo, ya que al estar en un lugar cerrado no pueden usar combustibles como la gasolina.
La batería es grande y pesada porque además de impulsar el montacarga tiene la tarea de ser el contrapeso para que cuando la carga esté subiendo a diez o veinte metros de altura no se desbalance y se caiga. Esa batería hay que cambiarla aproximadamente cada 8 horas y el cambio puede durar entre 20 minutos y media hora en los que el montacarga (de nuevo, de $300.000 dólares) está quieto, y eso, a los ritmos a los que se mueven las ventas hoy, no es negocio para nadie.