Salud
¿Cómo lograr que sus hijos coman de todo? Experta explica cómo enfrentar esta problemática
Edwin Caicedo
21 de febrero 2025 , 12:14 a. m.
21 de febrero 2025 , 12:14 a. m.
¿Cómo lograr que sus hijos coman de todo? Experta explica cómo enfrentar esta problemática
La pediatra Judith Ho es experta en tratar ‘picky eaters’ o niños quisquillosos para comer.
Edwin Caicedo
La alimentación selectiva en niños es un riesgo para el crecimiento y desarrollo de los menores. Dependiendo de la edad, los niños se encuentran en distintas etapas de crecimiento, por lo que el alimentarse de manera variada y balanceada es fundamental para su adecuado desarrollo.
Sin embargo, suele ser frecuente que a partir de los dos años los niños se vuelvan quisquillosos con la alimentación. Según explica la pediatra y experta en nutrición infantil Judith Ho, quien es miembro de la Sociedad Latinoamericana de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica, y además se ha especializado en tratar la nutrición selectiva (conocida en inglés como ‘picky eaters’) el 50 por ciento de las consultas que recibe en su consultorio tienen que ver con este tema.
Ho hace parte del grupo de médicos pediatras y especialistas que esta semana participan en la cumbre Nutrition & Growth, realizada en Atenas (Grecia), donde se discuten y presentan los mayores avances médicos en términos de nutrición y crecimiento en menores y donde tiene lugar esta entrevista.
La pediatra Judith Ho es experta en tratar ‘picky eaters’ o niños quisquillosos para comer.
Edwin Caicedo. EL TIEMPO
¿Cómo enfrentar la nutrición selectiva? ¿Qué pueden hacer los padres de estos niños que dicen que no les gusta comer algo o que son quisquillosos a la hora de recibir la comida?
Hasta el 50 por ciento de las consultas en pediatría son porque el niño no quiere comer. Y vemos niños, por ejemplo, muy pequeñitos, que están empezando la alimentación complementaria y los papás vienen a la consulta porque ‘el niño no quiere comer’ y también adolescentes que han permanecido durante toda la infancia siendo quisquillosos para comer.
Entonces, existen muchos abordajes. Lo primero, es entender de qué tipo de dificultad en la alimentación se trata, pues existen varios tipos de dificultad en la alimentación. O sea, poder identificar: este niño es un niño selectivo para comer, o este es un niño que tiene poco apetito para comer, o este es un niño que tiene un miedo al comer. Entonces, lo primero es identificar el tipo de dificultad en la alimentación y luego identificar también la severidad.
Es fundamental que los menores tengan una dieta variada.
iStock
Tenemos niños que pueden ser quisquillosos o ‘picky eater’ en una severidad leve. Pero también podemos tener niños que tienen una selectividad severa, que consumen menos de cinco alimentos al día. Y esto definitivamente genera distintos impactos a nivel nutricional, a nivel del desarrollo infantil y a nivel del crecimiento, durante toda la etapa pediátrica.
Entonces, la intervención va primero de la mano de qué tipo de dificultad en la alimentación tenemos para poder buscar distintas estrategias desde el punto de vista de la parte nutricional, identificando qué tipos de alimentos se consumen y qué tipo de alimentos están deficientes, para nosotros poder ver cómo podemos complementar esa alimentación.
Por ejemplo, una de las causas más frecuentes de dificultad en la alimentación es: ‘Doctora, el niño no come ninguna proteína’. Pero cuando evaluamos en el cuestionario de alimentación, tenemos un niño que tal vez no come carne de res ni pollo, pero come huevo o come frijoles. Siempre en la evaluación es importante identificar y poder ver entonces cómo balanceamos la alimentación, cómo podemos muchas veces también presentar los alimentos.
Hablando de la presentación de la comida, ¿qué estrategias pueden usar los padres para mejorar la alimentación de hijos?
La etapa en la que uno aprende a comer es diferente en las distintas edades. No es lo mismo un niño que come un alimento a los siete años que un niño menor de cinco años. Hay prioridades para aprender a comer. Los niños pequeños para aprender a comer se fijan en aspectos muy claves como la presentación de la comida o la textura de la comida. Cosa que nosotros los adultos realmente no hacemos, porque nuestra prioridad es el sabor. Yo me lo como porque me encanta el sabor, pero si la presentación tal vez no es la más linda, al final esa no va a ser para mí una causa de que no me lo coma. Sin embargo, en los niños esa forma de aprender a comer es diferente.
Entonces, nosotros dentro de las estrategias que tenemos buscamos enseñar a los padres: primero que la presentación es importante, por lo tanto podemos utilizar distintas estrategias desde el punto de vista de presentación de los alimentos para ver en qué presentación un niño puede tal vez comerla, o en qué textura la puede comer.
Yo pongo siempre un ejemplo: tal vez si aquí conversamos y preguntamos cómo te comes una zanahoria, a alguno le gusta al vapor, al otro le gusta cruda, al otro le gusta en el arroz. Es decir: cómo uno puede movilizar algún alimento para presentarlo. La estructura dentro de la alimentación también es otro consejo sumamente importante. Tener una estructura para comer es importante porque va relacionada con los momentos o las sensaciones de hambre y saciedad.
Si yo no tengo estructura para comer, tengo un plato todo el día y pico, pico y pico, realmente nunca voy a tener esta sensación de saciedad y no voy a lograr tener un patrón de alimentación adecuado. Pero si yo tengo unos horarios definidos y una estructura, no tengo distracción.
Hablemos de las distracciones al comer, ¿cómo afectan la alimentación del niño?
Ese es un gran problema hoy en día, los niños comen si tienen una pantalla. Entonces, ahí viene el otro concepto denominado ‘comer consciente’. Si yo como con una pantalla, realmente la función, desde el punto de vista de comer, se ve prácticamente omitida porque estoy entretenido, no estoy disfrutando con todos mis sentidos lo que estoy comiendo, no estoy disfrutando la textura, el olor, el sabor. Y eso se llama ‘comer consciente’ y es parte de esas habilidades que nosotros tenemos que ganar para poder aprender a comer y disfrutar un alimento.
Por lo tanto, dentro de las estrategias no debe haber nunca distractores a la hora del momento de comer. Debe ser un ambiente amable, adecuado, de exploración, de poder interactuar con mis sentidos con el ambiente y con el alimentador, que es quien me da la comida.
Si a mí me están obligando a comer y están regañándome a la hora de comer, definitivamente comer va a ser un momento desagradable. Eso también es sumamente importante. El momento de comer tiene que ser un ambiente agradable, de compartir, de alimentar sensaciones con la comida y no debe ser un momento caótico.
Hay estudios que hablan de que cuando la madre está embarazada debería comer todo tipo de alimentos, porque eso genéticamente ayuda a que el niño quiera alimentarse con toda la variedad de comidas disponibles. Sin embargo hay factores que disparan que los niños se vuelvan quisquillosos al comer, ¿cuáles son?
Todavía no tenemos una etiología con razones que expliquen porqué un niño puede ser quisquilloso, pero sí tenemos muchas hipótesis. Es cierto que la exposición temprana en el embarazo puede modular si un paciente va a ser quisquilloso o no. Eso porque tener una dieta variada durante el embarazo hace que la exposición en el líquido amniótico a los distintos sabores sea mayor. Pero lo que es lactancia materna y la alimentación complementaria son también determinantes importantes desde el punto de vista de que un niño sea o no mañoso para comer.
Dentro de los métodos de alimentación complementaria también hay ventajas y desventajas y llegamos a algunos puntos o nudos críticos en la etapa infantil que llamamos momentos de transición. Ciertos momentos de transición cuando el niño tiene un año, o un año y medio, son momentos claves en donde hay muchas veces cambios en los patrones de alimentación. Y ahí, en estos momentos críticos o de transición, son momentos en donde muchas veces se desarrollan las dificultades en la alimentación.
Se habla hasta de características heredadas. Vemos muchos padres que dicen: ‘Ay, doctora, es que yo era igualita cuando era pequeña’. Y puede ser que haya ciertos polimorfismos genéticos asociados a dificultades en la alimentación, en donde pueden ser heredados a través del tiempo y de las generaciones. Sin embargo, no está totalmente definido hoy en día.
Por lo tanto, lo que se trata es de poder disminuir todos estos factores de riesgo, al lograr que una madre tenga una alimentación balanceada y adecuada, y que durante la lactancia materna también la tenga. Porque precisamente ese primer alimento con todos los nutrientes, que es la leche materna, genera también el traspaso en muchos de estos alimentos que la madre consume. Entonces, si yo puedo desde la lactancia materna modular que esa leche materna tenga ciertos sabores de lo que yo consumo, voy a poder favorecer que el niño vaya teniendo esa adaptación antes de empezar la alimentación complementaria.
Una alimentación variada durante el embarazo y la etapa de lactancia es clave.
iStock
¿A qué edades suelen empezar a darse estas problemáticas de ser mañoso, como decía usted, para comer?
Hay momentos de transición que son claves. Entre el año y medio y los dos años es uno de esos momentos. Pasan muchas cosas, no solamente desde el punto de vista de que hay una transición, de que ya yo vengo de una alimentación complementaria, una alimentación muy particular para el lactante, pero cuando llego a esta edad ya debo estar integrado a la dieta familiar y ese cambio que permite al niño comer lo mismo que todos los de la casa muchas veces es una etapa para desarrollar o gatillar estas dificultades en la alimentación, también desde el punto de vista del neurodesarrollo, pues los niños pasan por muchas cosas.
Es un niño más independiente, que ya se levanta de la mesa, que ya no está en una sillita ahí amarrado, sino que quiere explorar. Yo siempre se lo digo a los papás: para los niños a esta edad, a los dos años, la prioridad no es comer, la prioridad es jugar, es explorar, es hacer otras cosas. Entonces, para ellos la actividad de comer realmente no es una prioridad.
Sin embargo, nos toca a nosotros guiar y generar la cultura de que comer es una prioridad y poder convertirlo en una prioridad también en el niño y que este lo logre entender a su manera. Entonces, sucede que tú lo sientas a comer, pero él quiere jugar, él quiere ver televisión, él quiere hacer otra cosa. No hay todavía esa conciencia de que tengo que comer.
Adicional, lo que le explico a los papás es que tengo que comer y tengo que comer nutritivo. Porque muchos padres me dicen ‘ya come, pero come galletas, come dulces, come lo que él quiere’. Pero ahí es donde a nosotros nos toca intervenir: eso no es nutritivo, esto no lo va a ayudar en su crecimiento. Es sumamente importante encaminar y poder identificar cuando tenemos un niño mañoso para poder hacer esa intervención temprana.
¿Qué riesgos trae para los niños no tener una alimentación balanceada?
Hay muchos riesgos. Eso también es algo sumamente importante cuando uno evalúa a los niños con dificultades en la alimentación o ‘picky eaters’. El tener deficiencias de micronutrientes, de vitaminas y de minerales, va a tener un impacto desde el punto de vista de la parte del neurodesarrollo. O sea, es un niño que puede ser inatento, es un niño que puede tener un bajo aprendizaje porque no se está nutriendo bien. Un cerebro que no está nutrido definitivamente no va a funcionar bien.
Son niños que se cansan mucho. Y lo más importante también es que puede afectar el crecimiento. Para nosotros, desde el punto de vista pediátrico, lograr un crecimiento adecuado a lo largo de toda la niñez es sumamente importante. Pero si yo no tengo los macronutrientes y micronutrientes claves, mi placa de crecimiento no va a favorecer un crecimiento adecuado, porque no hay un ambiente adecuado para favorecerlo. Por lo tanto, voy a tener niños que no van a alcanzar todo su potencial genético de crecimiento porque no se nutrieron bien.
Una alimentación inadecuada puede afectar el crecimiento del niño.
Istock
¿Cuál es su recomendación para los padres que hoy por hoy se enfrentan a que su hijo no quiere comer, que no le gusta lo que le dan de comida?
Yo creo que es importante primero reconocerlo y buscar ayuda pronto, porque considero que hay un concepto un poco errado y es que antes muchos padres solo lo dejaban pasar. Los padres suelen decir: ‘¿Sabes qué? Se le va a quitar. Eso es una etapa y ahorita se le va a quitar’. Sin embargo, yo siempre le digo a los papás: Esto es como una bola de nieve, empezamos a los dos años y cada vez se van volviendo más mañosos.
EDWIN CAICEDO
Periodista de Medioambiente y Salud
@CaicedoUcros