Bogotá
El drama de un padre que aún no le ha dicho a su hijo que perdió sus brazos tras ataque de perros
Carol Malaver
08 de abril 2025 , 04:57 a. m.
08 de abril 2025 , 05:15 a. m.
El drama de un padre que aún no le ha dicho a su hijo que perdió sus brazos tras ataque de perros
Greibert Berríos,sobrevivió al ataque, pero perdió sus dos brazos. Esta es la crónica una tragedia anunciada.
Carol Malaver
La noche del 25 de marzo, Bogotá fue escenario de una tragedia que pudo haberse evitado. Greibert Eduardo Berríos, un joven venezolano de 19 años, fue atacado por una manada de perros furiosos cuando regresaba a su casa tras asistir a la iglesia. Todo ocurrió cerca de la carrera 90, en un potrero del sector de Bosa Potrerito, a tan solo 200 metros de su vivienda.
Eran pasadas las 8:30 de la noche cuando el joven, como de costumbre, se dirigía de la Iglesia Universal hacia su casa. Se presume que fue en ese trayecto cuando la tragedia lo sorprendió. Una manada de al menos diez perros lo emboscó y lo atacó brutalmente. Un video grabado por un habitante del sector muestra a nueve animales en la escena, aunque todo indica que eran más.
La noticia llegó a Guillermo Berríos, padre del joven, a través de una llamada. Una voz extraña lo dejó frío. Le preguntó si era el papá de Greibert y le pidió que se acercara al hospital de Bosa. Lo único que sabían entonces era que había sido atacado por perros. “Nunca me imaginé la magnitud”, relató Guillermo. Se puso los zapatos y salió corriendo al hospital.
No entiendo por qué no lo remitieron desde el primer día al hospital de Kennedy, si sabían que no tenían cómo atender un caso así”
Lo que encontró al llegar fue devastador: su hijo estaba en estado deplorable, cubierto de heridas, con el cuerpo vendado como una momia. Los médicos del hospital de Bosa, relató el padre de la víctima, no ofrecieron explicaciones claras. “Me mandaron a comprar un jabón FAB para limpiarlo, pero cuando regresé ya lo habían hecho”, recuerda Guillermo. A la 1 a. m., EGreibert fue ingresado a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), donde permaneció martes, miércoles, jueves y viernes.
Durante esos cuatro días, la familia Berrios enfrentó el silencio médico, la incertidumbre y una atención que, según el testimonio de Guillermo, fue negligente porque hasta los hacían sentir como delincuentes. “No entiendo por qué no lo remitieron desde el primer día al hospital de Kennedy, si sabían que no tenían cómo atender un caso así”, dice el padre.
El IDPYBA y la Secretaría de Ambiente continuarán haciendo seguimiento a este caso.
Archivo particular
A veces habla, pero no entiende bien lo que le pasó. Sus ojos están desorbitados. Los médicos dicen que escucha, pero yo no lo veo bien
Finalmente, el viernes 28 de marzo, Greibert fue trasladado al hospital de Kennedy, donde los médicos revelaron la gravedad real de sus heridas. Las mordeduras le habían causado infecciones severas en ambos brazos. La única salida: amputarlos. “Fue en Kennedy donde empezaron a hacerle las suturas que nunca le hicieron en Bosa, y donde por fin alguien nos explicó qué estaba pasando”, señala Guillermo.
La noticia de la amputación fue devastadora para la familia. Edgar, aún en estado crítico, no es plenamente consciente de lo ocurrido. “A veces habla, pero no entiende bien lo que le pasó. Sus ojos están desorbitados. Los médicos dicen que escucha, pero yo no lo veo bien”, afirma su padre, angustiado.
Les dije que una manada de perros había atacado a su hermano, y que le habían tenido que quitar sus bracitos. Imagínese darles esa noticia a dos niños pequeños”
El sábado siguiente, Greibert fue desentubado. Pasó el día entre dormido y despierto, delirando. Su salud sigue comprometida. Mientras tanto, Guillermo y su familia intentan enfrentar la nueva realidad. Este padre de familia vive con su esposa y dos hijos menores, de 9 y 10 años.
Hace pocos días tuvo que sentarse con ellos y explicarles por qué su hermano mayor no regresaba a casa. “Les dije que una manada de perros había atacado a su hermano, y que le habían tenido que quitar sus bracitos. Imagínese darles esa noticia a dos niños pequeños”, cuenta entre lágrimas.
Greibert Eduardo Berríos, un joven venezolano de 19 años, fue víctima de manada de perros
Archivo particular
Así como el Estado ha sacado leyes para proteger a los animales, también tiene que hacerse responsable de los perros callejeros. Esos animales no tienen dueño. Entonces, ¿quién responde por mi hijo, por nuestra familia?
Edgar llegó a Bogotá hace tres años, tras terminar la secundaria en Venezuela. Soñaba con estudiar mecánica dental. Ayudaba a su padre en trabajos de construcción y era muy conocido en el barrio. “Es un muchacho demasiado bueno. No se metía con nadie”, insiste Guillermo.
Las preguntas sin respuesta se acumulan. ¿Por qué no se recogió a esa jauría antes? ¿Por qué, si una semana antes ya habían atacado a una joven —que terminó con 65 puntos en la pierna—, no se tomaron medidas? ¿Cómo es posible que el Estado, que protege a los animales callejeros, no asuma la responsabilidad cuando uno de ellos causa daño?
Guillermo Berríos. 
CityNoticias
“Así como el Estado ha sacado leyes para proteger a los animales, también tiene que hacerse responsable de los perros callejeros. Esos animales no tienen dueño. Entonces, ¿quién responde por mi hijo, por nuestra familia?”, se pregunta Guillermo quien ahora enfrenta una lucha diaria. “Ando brincando de timbo al tambo. Me toca resolver cosas que nunca había pensado. Todo es plata. Todo cambió. Todo.”
Tiene que mantener a su familia, asumir los gastos médicos, y prepararse para un largo proceso de adaptación y dolor, mientras Edgar, todavía internado, no alcanza a entender que su vida ya no será la misma.
La comunidad ha intentado ayudar con lo que puede, pero las necesidades crecen día a día. Lo único que Guillermo pide es control y responsabilidad. Que las autoridades cumplan con su deber, y que tragedias como esta no se repitan. Porque una jauría dejó sin brazos a su hijo, y al mismo tiempo, les quitó a todos algo más: la paz.
Distrito refuerza acciones de prevención
Las autoridades del Distrito han activado todos los protocolos de atención tras el grave ataque que sufrió el joven Greibert en la localidad de Bosa, presuntamente a manos de varios perros. El paciente, que llegó al Hospital Occidente de Kennedy con múltiples heridas, permanece en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), bajo soporte ventilatorio y vasopresor, y con pronóstico reservado.
Desde el momento del incidente, distintas entidades del Distrito se han movilizado de manera articulada para brindar atención médica inmediata y aplicar el suero antirrábico correspondiente. Además, se desplazaron al lugar del ataque con el objetivo de identificar a los caninos involucrados y darles el tratamiento adecuado conforme a los protocolos vigentes.
Según reportes de la comunidad, los perros ya habían estado involucrados en agresiones previas y representaban un potencial riesgo para la salud pública. Por esta razón, dicen, su tenedor los entregó voluntariamente a la Secretaría de Salud. Los cuatro animales se encuentran actualmente en observación clínica y comportamental en la Unidad de Cuidado Animal, a cargo de especialistas veterinarios y etólogos del Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA).
Las autoridades —entre ellas la Secretaría de Salud, la Policía Ambiental y el IDPYBA— hacen un llamado a la ciudadanía para que, ante cualquier agresión por parte de animales potencialmente transmisores de rabia, acudan de inmediato a los servicios médicos.
Además, se implementarán brigadas de vacunación antirrábica y una jornada de esterilización bajo el programa CES del IDPYBA. También se ofrecerán charlas sobre tenencia responsable y se establecerán canales de comunicación con la comunidad para abordar integralmente esta situación.
Desde el Distrito se recuerda que todos los perros y gatos mayores de tres meses deben ser vacunados anualmente contra la rabia. Esta vacuna es gratuita y está disponible a través de la Secretaría Distrital de Salud.
Las autoridades reiteran la importancia de la tenencia responsable de animales de compañía, garantizando espacios seguros y adecuados, seguimiento clínico y comportamental, así como la esterilización para evitar situaciones que pongan en riesgo tanto la vida humana como la animal.
El IDPYBA y la Secretaría de Ambiente continuarán haciendo seguimiento a este caso, en articulación con las entidades competentes, para asegurar la protección de todas las formas de vida en el Distrito Capital.
CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTÁ
Escríbanos a carmal@eltiempo.com
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