Elsa Lucía Arango lanza un clamor en medio del duelo por la trágica muerte de las niñas del colegio Los Nogales. “Hay que respetar el silencio”

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SEMANA: ¿Por qué una tragedia como esta nos conmueve tanto a todos?Elsa Lucía Arango: Porque el ser humano es empático. Tenemos ciertas áreas cerebrales que nos permiten de alguna forma imaginar o sentir lo que siente el otro. Para los duelos hay dos connotaciones básicas: una espiritual y una no espiritual. Voy a referirme a la primera. Ahí uno de los grandes axiomas es que todos estamos unidos. Y en los duelos colectivos sí que es claro que eso se evidencia.SEMANA: ¿Existe en este caso un duelo colectivo?E.A.: Sí. Todos sentimos a esas niñas como si fueran familia nuestra, como si fueran la sobrina, la nieta, la hija. Cuando una situación así se expone en redes sociales, por empatía, todos terminamos siendo parte del grupo que está sufriendo. Esa es la solidaridad. Como seres humanos tendríamos que estar muy lesionados interiormente para no ayudar.SEMANA: ¿Cómo se ayuda en un caso así?E.A.: En estos casos, nuestra ayuda se limita casi que a orar. Sentimos adentro un dolor, una pérdida, una partida como si fuera propia, y la realidad es que sí es propia. Recordemos que la humanidad se ha formado, ha crecido, se ha transformado en situaciones así de dolorosas. La Cruz Roja y esas grandes organizaciones han surgido de tragedias. Y yo creo que ese cariño, así las personas sean desconocidas, sí les llega. Hay suficientes estudios interesantes que muestran que las personas por las cuales se ora cambian sus parámetros vitales. Por eso, millones de personas en el mundo acudimos a la oración, a enviar luz, buena vibra, porque algo en nosotros sabe que sí funciona.SEMANA: ¿Hay lecciones que dejen estos procesos?E.A.: Al hacer un duelo colectivo, siempre surgen preguntas y se remueven muchas cosas en nuestro interior. Los duelos colectivos nos transforman en mejores seres humanos. Eso no significa para nada que se aplauda lo que pasó, sino que de eso que pasó podemos tomar herramientas para mejorar la vida entre nosotros. Además de revisar si hay elementos tóxicos en las casas, esta es una oportunidad para reflexionar sobre cómo cuidar mucho a las personas cercanas, cómo discutir menos y dar más. Lo que nos rescata a los seres humanos es la bondad. Estos episodios nos hacen concluir que, mientras más bondadoso seas, mejores serán tus relaciones. No es para decir: “No, ya mi hijo no va a ir a una piyamada”. Porque el miedo nos vuelve irritables, nos vuelve impacientes. Tenemos que ser capaces de continuar con la vida, continuar con amor y saber que realmente la vida puede ser efímera, y, sin embargo, hay que vivirla lo mejor posible.SEMANA: Usted ha acompañado a muchas mamás y papás en el dolor de perder un hijo. ¿Qué les dice?E.A.: Siempre les digo que acepten las redes de apoyo. Cuando uno está en duelo, una de las cosas que hace es aislarse. Estoy segura de que en este caso ha sido lo contrario. Yo creo que las familias sienten que hay miles de personas orando y enviando energía. Cuando las personas mueren, hay que hacer una aceptación de que el cuerpo de ellas ya no está, pero el espíritu sigue. La mayoría de las madres están enfadadas con Dios porque permitió que eso pasara. Cuando yo acompaño un duelo, suelo decir que hay otros que pensamos que no es que se permita o no, sino que cada alma tiene un cierto destino y que va más allá de culpar a Dios.SEMANA: La pérdida de un hijo debe ser la peor de las pérdidas. ¿Cómo hacerla menos dolorosa?E.A.: Cuando encontramos que ese espíritu sigue conectado con nosotros, ahí es cuando observo que padres o madres en duelo empiezan a tener de nuevo paz y dicen: “Es que la siento, sé que está bien, me manda señales”. De alguna forma, es aprender a conectarse con el ser querido en el plano espiritual. Otros dirán que eso es una fantasía. Pero la realidad es que en la humanidad, en general, aceptamos que la persona ya no está en un cuerpo físico, pero va a otro plano, a otro mundo que es cercano e incluso paralelo al nuestro. Poco a poco, eso va sanando la herida que deja en nosotros un duelo. El reconectarse con nuestro ser querido es crucial. A las personas que han perdido sus hijos o sus seres queridos, quiero recordarles que el alma de ellos agradece la oración, que les charles, que les digas que los amas y que sigas compartiendo la vida con ellos.SEMANA: ¿Qué es lo que se siente en un duelo?E.A.: Cuando alguien que amamos se va a otro plano, ese vínculo se rompe y es como si tuviéramos una hemorragia de energía. Entonces, las personas en duelo sienten un dolor y cansancio enormes. Por eso, mientras la persona sana, tiende a aislarse, a recogerse. La herida es tan grande que hay que cubrirse, protegerse. Este silencio de quien vive un duelo es algo que debe respetarse.SEMANA: ¿Cómo darles silencio a estas familias en un drama tan público?E.A.: Lo he dicho: en redes sociales no hablen demasiado, no hagan demasiado ruido, no hagan profecías ni lancen teorías de lo que pasó. Oremos por ellos y seamos realmente empáticos y solidarios más que adivinos.SEMANA: ¿Cuándo esos comentarios dejan de ser señales de amor y comienzan a hacer daño?E.A.: Siempre serán buenos los comentarios con amor y con buenos deseos. Pero muchas personas, en forma enfermiza, han lanzado comentarios que nada tienen que ver con el caso, sino con sus propias ideas, creencias y comportamientos. Las familias tendrán una red cercana que las soporta, pero los demás deberíamos aprender a guardar silencio. La crítica generalmente es destructiva, raramente hay crítica constructiva. Y acá hay que orar por los médicos para que hagan su tarea con quienes están luchando por vivir, y por los familiares para que tengan valentía, que es indispensable en duelos y mucho más en este caso.SEMANA: ¿Es más difícil vivir el duelo cuando un caso no se ha resuelto?E.A.: Imagínese lo que pasa en una guerra. Nunca se sabe si mañana estás vivo. Entonces, los humanos tenemos una resiliencia impresionante. Realmente, la psiquis humana está diseñada para ser capaz de pasar a través de tragedias y adversidades, y reconstruirse. Un duelo prolongado es mucho más doloroso y más duro que un duelo inmediato. Todo lo imprevisto golpea muchísimo y, claro, hay gente que dice que preferiría saber que alguien va a morir para despedirse. Otros dicen lo contrario. Pero la verdad es que eso lo decide una fuerza mayor. Sea Dios, el destino o en lo que creamos. Yo soy de las que cree que el alma sabe por qué decide irse. Unos lo harán a los 3 años, otros a los 30, otros a los 90. Lo que hace más doloroso el caso es que sea público. Es importante que las familias se aíslen. Cuanto más presten atención al ruido de las redes, más doloroso va a ser. Porque el acompañamiento, la dulzura, la armonía, esa la da la familia, la gente cercana, no las redes.SEMANA: ¿Es importante en el proceso de duelo saber qué fue lo que pasó?E.A.: Yo creo que saber la verdad a todos nos ayuda. En este caso, ya se sabe que fue un metal pesado. No se sabe de qué manera, pero yo voy a pensar que fue accidental, como sucede en la mayoría de esos casos. Cuando hago el acompañamiento al duelo, siempre les digo que cada alma elige la forma en que se va: un infarto, un cáncer, un accidente. Hay gente que se va en Hiroshima y otros que sobreviven a la caída de un avión. Eso no es por azar, sino por destino. No es científico, pero miles de personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte han regresado y han relatado que su alma sabía lo que iba a pasar.SEMANA: ¿Cómo viven el duelo los niños y cómo ayudarlos?E.A.: Para los niños son importantes los rituales de despedida. Es mejor expresar el dolor por una pérdida que negarla. La muerte es lo único cierto que tenemos. Los niños deberían aprender que la vida para algunos va a ser corta, para otros larga, y que lo importante es cómo la usas. Los niños viven dolores cortos, pero siguen adelante. El adulto se queda más tiempo en el resentimiento, en el dolor, en la pérdida. También hay una realidad y es que cuanto más tiempo de amor hayamos tenido con la persona, mayor es el duelo.SEMANA: He escuchado a muchas personas decir que todos tenemos “derecho” a saber qué pasó. ¿Qué piensa?E.A.: Quizás teníamos derecho a saber si había un elemento tóxico, para revisar en cada casa y no dejarlo al alcance de los niños. Lo demás me parece que termina siendo morbo. Pienso que lo que viene en adelante debería pertenecer solo a las familias.

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