Las ciencias sociales (sociología, antropología, psicología, historia, lenguas, estudios globales y ciencia política) serán esenciales en la COP16, pues proporcionan herramientas que ayudan a comprender y reflexionar sobre la relación entre sociedad y naturaleza; así como para identificar las lecciones y estrategias necesarias para enfrentar el futuro.
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Proteger el medio ambiente es un tema de política global
La COP16 pone sobre la mesa el tema ambiental como asunto de política y, sobre todo, de geopolítica global. Como cuerpo colegiado de los países miembros del Convenio sobre la Diversidad Biológica, la COP toma decisiones políticas con implicaciones ambientales, especialmente en lo que respecta a la biodiversidad y su conservación.
En estas discusiones multilaterales, los estados del norte, principales emisores de gases de invernadero en su proceso de desarrollo, y del sur, que tienen la custodia de regiones ambientalmente valiosas como la Amazonia, plantean posturas basadas en sus intereses nacionales específicos, que abarcan la protección de recursos naturales, la promoción de tecnologías más limpias, la posibilidad de financiar tareas como la ampliación de la cobertura educativa o de salud con recursos derivados de las regalías resultantes de la explotación del medio natural, entre otros.
Muchas de esas discusiones repercuten y se nutren de movilizaciones ciudadanas alrededor del cambio climático. ‘Fridays for Future’, iniciativa de la sueca Greta Thunberg, es una de ellas. Además, otros grupos y organizaciones llevan décadas trabajando por estos temas: la recién creada ‘Just Stop Oil’; Greenpeace; Gaia Amazonas y el Instituto Humboldt, en Colombia.
Estas organizaciones representan formas distintas de relacionarse con el medioambiente, por encima de los Estados a veces opuestos. Manifestaciones que se han convertido en referentes poderosos y sofisticados, que emplean recursos comunicativos y del ejercicio de presión que rebasan formas tradicionales de participación en política y demandan una nueva comprensión de las relaciones entre las nuevas tecnologías y la sociedad.
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Además, es necesario entender estas posturas de cara a la Meta 14 del Marco Mundial Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica (2022): “Lograr la integración plena de la diversidad biológica y sus múltiples valores en las políticas, la reglamentación, los procesos de planificación y de desarrollo, las estrategias de erradicación de la pobreza, las evaluaciones ambientales estratégicas y de impacto ambiental, y, cuando proceda, las cuentas nacionales de todos los niveles de gobierno y todos los sectores, en particular aquellos que provocan efectos significativos en la diversidad biológica, armonizando gradualmente todas las actividades públicas y privadas pertinentes, los flujos financieros y fiscales con los objetivos y las metas del presente Marco”.
Sin el análisis proporcionado por disciplinas como la ciencia política, la antropología, la sociología y los estudios globales, sería difícil comprender el impacto y la dinámica de estas discusiones y movimientos.
La biodiversidad en el contexto social y cultural
La reflexión sobre justicia y equidad en el uso de los recursos y la relación con el ambiente, necesitan comprender el contexto socioespacial de las personas, los entornos que habitan y su evolución a través del tiempo. Es necesario integrar las dimensiones humanas, biofísicas y ambientales de la realidad social para entender el impacto socioeconómico del deterioro ambiental en las comunidades históricamente marginadas y para la población global.
También es esencial comprender los procesos históricos y los parámetros culturales que moldean la percepción del entorno; o cómo el conflicto, la desigualdad, las economías ilícitas y la concentración de la tierra han influido en la relación de las comunidades con el ambiente que las rodea.
Se sabe, además que la diversidad humana es social y políticamente valiosa. Pero estas consideraciones pueden extenderse para resaltar también el valor intrínseco de la biodiversidad y su conexión con la diversidad cultural. La protección de ecosistemas también protege formas de vida y conocimientos tradicionales.
Ejemplos incluyen la integración de saberes indígenas en la producción agrícola y el manejo del agua. Ese es un gran legado histórico de nuestra especie, pues la diversidad cultural, es decir, de formas de vida y pensamiento, constituye una gran riqueza; nos distingue ampliamente de otras especies y nos brinda herramientas para la innovación y la creatividad.
Saberes ancestrales para cuidar la biodiversidad
Los conocimientos tradicionales también son primordiales en la conservación de la biodiversidad. Los lingüísticos, por ejemplo, porque los términos que encuentran las comunidades indígenas muestran cómo se relacionan con su entorno. También incluye preguntas fundamentales sobre la identidad cultural (con sus costumbres y lenguas), sobre relaciones entre entornos culturales diversos y las evidentes tensiones que la coexistencia de cosmovisiones distintas genera.
El lema ‘Paz con la naturaleza’ es una invitación a reflexionar sobre nuestra relación con los ambientes que habitamos y a que pensemos en lógicas y ontologías distintas que algunas sociedades, como las indígenas, practican cuando establecen esas relaciones.
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La arqueología, al ocuparse del estudio de las interacciones entre humanos y ambientes del pasado, constituye una gran oportunidad para aprender de experiencias pasadas diversas, unas más exitosas que otras, donde las maneras de interactuar con los ambientes permitieron desarrollar, por ejemplo, tecnologías y formas más sostenibles de habitar los entornos.
Gracias a la antropología, la arqueología y los estudios culturales, hemos logrado establecer un importante acervo, conociendo las prácticas agrícolas de los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, quienes han mostrado formas de convivencia sostenible con el medio ambiente.
El medio ambiente como sujeto de derecho y reparación
Una consideración filosófica fundamental es que los ecosistemas y los seres que forman parte de ellos son sujetos de respeto, intrínsecamente valiosos. Esta consideración está en la base de preguntas sobre si los ecosistemas pueden constituirse como sujetos de derecho y reparación. Conocer la evolución de ese pensamiento, sus implicaciones en la práctica y las evidentes tensiones normativas que plantea es un tema abordado desde la filosofía, la ciencia política y la antropología.
Se suma al punto anterior otra pregunta filosófica que tiene que ver con nuestros deberes hacia quienes todavía no existen. Tenemos relaciones sociales concretas en virtud de las cuales tenemos deberes hacia otros: nuestra familia, nuestros amigos, nuestros ciudadanos. Pero, ¿cómo entender la idea de que tenemos obligaciones hacia las generaciones futuras? ¿Qué tanto deben sus intereses ser tenidos en cuenta en nuestras decisiones?
La dimensión psicológica y el medio ambiente (eco-duelo y eco-ansiedad)
Las tareas centrales que deben salir de la COP16 son construir normas sociales de consumo eficiente y responsable, mitigar emociones negativas de individuos (sobre todo de los jóvenes) hacia daños ambientales del pasado (eco-duelo) y nuevos daños en el futuro (eco-ansiedad).
Entre la parálisis que producen las visiones apocalípticas de la devastación ambiental y las actitudes irreflexivas sobre nuestro patrimonio ambiental, la psicología debe ayudar a construir rutas, actitudes y protocolos para que las emociones sirvan como puntos focales de cambio. Por ejemplo, sentirse responsable de los daños presentes puede generar consciencia sobre el daño ambiental e impulsar a la acción. La comunicación eficiente de políticas públicas alineadas con la acción climática puede estructurarse de manera que impulse las ideas y la innovación, conociendo, validando y promoviendo el diálogo respetuoso entre distintas posturas.
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Ante las crisis, las ciencias sociales son la respuesta
Nos ayudan a entender el contexto, identificar los actores y los intereses en juego, conocer las relaciones que se desarrollan, entender la interacción entre ellos y, sobre todo, permiten identificar caminos para superarlas.
Están alertas a la comprensión y la búsqueda de salidas para los múltiples conflictos socioambientales del mundo contemporáneo y son fuente de ideas, de innovación y de alternativas que nos pueden ayudar a convertir la angustia en acción y la desesperanza en un plan hacia la transformación sostenible de nuestra sociedad.
(*) Angelika Rettberg (Decana, Facultad de Ciencias Sociales); Santiago Amaya (Director, Departamento de Filosofía); Sonia Archila (Directora, Departamento de Antropología); Matthieu de Castelbajac (Director, Área de Sociología); Miguel García (Director, Departamento de Ciencia Política y Estudios Globales); William Jiménez (Director, Departamento de Psicología); Tatjana Louis (Directora, Departamento de Lenguas y Cultura); Luis D. Sánchez (Director, Departamento de Historia y Geografía)
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes*