NIRAJ CHOKSHI
UTQIAGVIK, Alaska — En la ciudad más septentrional de Estados Unidos, nada llega por carretera. Al igual que otras comunidades remotas de Alaska, Utqiagvik depende en gran medida de los aviones.
Desde los ingredientes que requieren las pizzerías hasta el detergente y los pañales que se venden en los supermercados, casi todos los productos llegan por vía aérea.
Una tarde fría de junio, Suphamat Yeesaeng caminaba afuera de la pizzería East Coast, de su propiedad, esperando un cargamento de carne congelada. A pocos pasos de allí, afuera de Mario’s Pizza había un cargamento de harina entregado por Alaska Airlines. Adentro, latas de salsa bordeaban el camino al baño.
Entregas así son esenciales para el comercio local, pero pueden ser inconsistentes. El mal tiempo puede impedir que los vuelos aterricen durante días, causando que los envíos lleguen en malas condiciones. Las hortalizas pueden echarse a perder en verano o congelarse en invierno.
Y volar en Alaska puede ser complicado. Montañas se ciernen sobre algunos aeropuertos, limitando la capacidad de aterrizar sin peligro cuando las condiciones no son ideales. A veces, la niebla aparece repentinamente.
En partes del Estado, como Utqiagvik, que colinda con el Océano Ártico, las temperaturas están bajo cero durante gran parte del año, lo que puede afectar la precisión de cierto equipo de los aviones.
En la década de 1990, Alaska Airlines fue pionera en un método de despegue y aterrizaje basado en satélites. Permitió a los pilotos volar con más precisión que con el método tradicional de utilizar ayudas a la navegación terrestres, posibilitando manejar mejor las condiciones y el terreno peligroso. La técnica ha ayudado a la aerolínea a ofrecer un servicio más consistente.
Alaska Airlines opera vuelos de carga en todo el Estado, y cada avión de carga es capaz de transportar miles de kilos de mercancía. Un puñado sale diariamente de Anchorage, la ciudad más grande del Estado.
Los aviones transportan una amplia gama de productos —desde alitas de pollo congeladas hasta productos electrónicos— así como correo regular y paquetes pedidos a Amazon y otros minoristas.
Pero el envío por vía aérea es caro. En Stuaqpak, uno de los dos grandes supermercados de la Ciudad, un frasco de salsa para pasta cuesta más de 11 dólares. Ocho rollos de papel higiénico pueden costar 20 dólares o más.
Utqiagvik, con unos 5 mil habitantes, se encuentra a más de 480 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico y, sin embargo, está bien conectada. La Ciudad cuenta con vuelos diarios de pasajeros desde Anchorage vía Alaska Airlines.
La mayoría de la población de Utqiagvik es iñupiat, un grupo nativo cuyas raíces en la zona se remontan mil 500 años.
Los residentes aún cazan ballenas de Groenlandia. Las tripulaciones balleneras que triunfaron este año celebraron y compartieron su botín con la comunidad durante los eventos tradicionales de Nalukataq en junio.
La carga aérea también jugó un papel aquí, dijo Josiah Patkotak, el Alcalde del distrito cuya tripulación familiar fue homenajeada ese día. Para conseguir suministros para las festividades, rápidamente pidió guantes de hule, vasos de papel, Gatorade, cubiertos y otros artículos a Amazon, dijo, porque los productos pueden tardar semanas en llegar.