Columna escrita por Andrés Camacho, ministro de Minas y Energía
El cambio climático es el gran desafío que enfrenta el mundo. Los países están cambiando sus formas de generación de energía y descarbonizando sus economías para mitigar los efectos del calentamiento global. Sin embargo, la ausencia de una planeación estratégica clara de cara a estos retos nos deja en una situación vulnerable.
Si bien en Colombia contamos con una matriz eléctrica baja en emisiones de gases de efecto invernadero, nuestra dependencia frente a la energía hídrica, que representa dos tercios de nuestra capacidad de generación, nos hace vulnerables a sequías y fenómenos climáticos como El Niño. Adicionalmente, nuestro sistema de transmisión y generación de energía se centra en la región andina, mientras regiones como el pacífico y la orinoquía cuentan con poca infraestructura. El pacífico tiene 1,7 GW de capacidad instalada de generación, mientras que sólo Antioquia, Boyacá y Cundinamarca suman 10,5 GW instalados, poco más de la mitad de la capacidad de todo el país. Lo anterior muestra una brecha territorial en términos de acceso y producción de energía, que se manifiesta en mayor pobreza energética y pobreza multidimensional entre más lejos se esté del Sistema Interconectado Nacional.
La intensa sequía que atraviesa el país, que nos ha obligado a tomar medidas regulatorias especiales y de seguimiento al sistema eléctrico, nos ha demostrado lo poco preparados que estamos frente al cambio climático. Por eso tenemos la responsabilidad de reencauzar el sector. Debemos planificar más allá de los 2 años que nos quedan de gobierno, pensando en el bienestar de las y los colombianos, y en su soberanía energética. En el sector hidrocarburos, por ejemplo, los contratos de exploración y explotación demoran entre 7 y 14 años en entrar a producción, por lo que el abastecimiento actual responde a una planificación de por lo menos una década.
Adicionalmente, el sector se ha alejado de la gente. Muchos atrasos en proyectos han sido resultado de una mala interlocución con la ciudadanía. Durante este gobierno hemos sido más capaces y eficientes en permitir la entrada de nuevos proyectos de generación. Actualmente, contamos con 1,9 GW de energía a partir de fuentes no convencionales de energía renovable, 10 veces más que en 2022. Este logro se da gracias a que mensualmente alcanzamos 10 acuerdos con comunidades para proyectos de energía mientras que en el gobierno pasado se alcanzaban solo 4, y porque, con 22 licencias ambientales en 2 años, ya hemos superado el total de licencias expedidas en el gobierno pasado.
El empoderamiento ciudadano es fundamental en la planeación del sector. Debemos aprovechar la oportunidad de crecimiento y desarrollo territorial que representa la Transición Energética Justa. Si queremos un país a la vanguardia de los retos actuales, debemos planear con objetivos claros. La Transición Energética Justa es esa mirada estratégica, pensando en una economía moderna, resiliente climáticamente y que tenga en el centro el bienestar de las y los ciudadanos. Esta nueva óptica nos está permitiendo corregir los errores del pasado y dar una visión coherente y de futuro al sector.