En el corazón de Olaya Herrera, un barrio cartagenero ubicado en el llamado cinturón de pobreza histórica de Cartagena, junto a los sectores de Candelaría, San Francisco, La María, entre otros, comenzó a tejerse un sueño de transformación.
Esta barriada humide, ubicada entre el Cerro de la Popa y la Ciénaga de la Virgen, es un territorio efervecente de vida, arte y cultura.
Allí, las voces de 60 mujeres resonaron por las calles al unísono, mujeres que han cargado durante años con el peso de la desigualdad y el silencio, pero que ahora, con una chispa en los ojos, saben que algo en sus vidas está a punto de cambiar. Es el eco de un proyecto que promete devolverles la dignidad, la fuerza y el poder de su propio destino.
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Soy Poderosa ¡y Me Cuido!
Mujeres empoderadas en Cartagena UsaidEste sueño, que toma forma bajo el nombre Soy Poderosa ¡y Me Cuido!, es fruto de una alianza entre la Fundación Granitos de Paz y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). No es la primera vez que estas dos organizaciones se dan la mano para llevar esperanza a los rincones más empobrecidos de Cartagena. Ya el año pasado habían logrado que 100 mujeres rompieran el círculo de la pobreza aprendiendo los secretos de la cocina y del bar. Y ahora, con la lección aprendida, el horizonte se expande.
Martha Mogollón, la directora ejecutiva de la Fundación, lo expresó con la contundencia de quien lleva en la sangre la pasión por el cambio. “Este proyecto es una continuación de nuestro compromiso con el empoderamiento femenino. Creemos firmemente que al proporcionar a las mujeres jóvenes herramientas educativas y habilidades prácticas, estamos siendo un motor de desarrollo para la erradicación de la pobreza extrema en Cartagena. Construimos comunidades más equitativas y sostenibles”. Su voz es serena, pero cada palabra lleva consigo la fuerza de una revolución silenciosa.
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Se formarán en áreas claves para la economía turística de Cartagena
Mujeres empoderadas en Cartagena UsaidEn esta segunda fase, el programa pondrá especial énfasis en algo que en el barrio de Olaya Herrera no ha sido más que una sombra silenciosa: la economía del cuidado. Porque las mujeres no solo cargan con el trabajo, también cargan con el cuidado de sus hijos, de sus hogares, de sus familias. Un cuidado no remunerado, invisible para muchos, pero fundamental para todos. Ahora, esas tareas que han sido asumidas como su destino, empezarán a reconocerse, a redistribuirse y a reducirse, permitiendo que esas mismas mujeres puedan volcar su energía hacia algo más grande, algo propio.
Durante el próximo año, las beneficiarias del programa aprenderán no solo sobre el servicio en restaurantes y bares, sino que tendrán la oportunidad de formarse en áreas claves para la economía turística de Cartagena, como la gastronomía y el hotelería. Además, como si fuera un guiño del destino hacia el futuro prometedor que las espera, se le abrirá una puerta al mundo del bilingüismo. Seis niveles de inglés serán suficientes para que puedan soñar en dos lenguas, comunicarse más allá de las fronteras del barrio, y abrirse paso en un sector que cada vez exige más la capacidad de entender al otro, incluso en un idioma distinto.
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Romper las cadenas de la dependencia económica
La Fundación Granitos de Paz, en compañía del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y el Centro Colombo Americano, se ha asegurado de que estas mujeres no estén solas en el proceso. Porque el camino hacia la autonomía económica es complejo, y las barreras sociales, emocionales y culturales que enfrentan no se derrumban de la noche a la mañana. Por eso, habrá un acompañamiento psicosocial a lo largo de todo el año, con sesiones que no solo enseñarán a preparar un buen café o a montar una mesa con destreza, sino que también les ayudarán a entender su propio valor, a redescubrir la capacidad de ser líderes en sus hogares y en sus comunidades.
No es poca cosa lo que está en juego. Cartagena, una ciudad que mezcla el brillo de sus playas con las sombras de la pobreza, necesita que estas mujeres se empoderen, que sean las que guíen la transformación desde dentro. Y es que cada vez que una de ellas rompe las cadenas de la dependencia económica, está no solo cambiando su propio destino, sino también el de sus hijos, sus vecinos, sus amigos. Es un cambio silencioso, pero imparable, como el rumor del viento que acaricia las viejas murallas de la ciudad.
Las calles del barrio Olaya Herrera, que durante tanto tiempo fueron testigos de las lágrimas de estas mujeres, ahora se viste de esperanza. Con cada clase, con cada palabra en inglés que aprenden, las mujeres del barrio están construyendo un futuro diferente.
El impacto del proyecto Soy Poderosa ¡y Me Cuido! no se medirá solo en las habilidades que estas mujeres adquieran, sino en la transformación profunda que cada una de ellas llevará consigo. Porque empoderarse no es solo aprender a hacer un trabajo, es aprender a ver el mundo con otros ojos, a creer que se merece más, y a luchar por ello.
Y así, entre las calles polvorientas de Olaya Herrera, donde la vida siempre ha sido una batalla diaria, comienza a brillar una nueva esperanza. Una esperanza que, como los granitos de paz que dan nombre a la Fundación, irá creciendo, multiplicándose, hasta que todo el barrio, toda la ciudad, se llene de mujeres poderosas que saben, finalmente, que son dueñas de su propio destino.
Cartagena
John Montaño