Kelly Eliana Cano Contreras, una joven de 17 años, pasó más de media hora debajo de un metro de barro, palos, tejas y escombros, y sobrevivió. Pero 16 de sus vecinos del barrio La Esneda, en Dosquebradas, quedaron sepultados tras el alud que este martes casi borra el sector y que ya había sido anunciado. Es una historia casi que calcada de otra que ocurrió en 1976.
En la mañana del 7 de febrero, la gente que trataba de ayudar a otras víctimas le pasaba a Kelly Eliana por encima, sin percatarse de que mientras tanto ella estaba atrapada en la tierra, tragando el agua mezclada con barro que bajaba.
Pero una mujer escuchó sus gritos y alertó a la gente. “¡Aquí hay alguien, aquí hay alguien!”, exclamaron los vecinos del barrio, que después de excavar encontraron la planta de un pie que se asomaba y se movía tímidamente. La joven de 17 años fue una de las 34 personas que resultaron heridas después del deslizamiento que se desbocó el pasado 8 de febrero entre Dosquebradas y Pereira, y que además dejó siete viviendas destruidas y al menos tres personas desaparecidas.
Después de que rescataron a Kelly Eliana de los escombros, sus familiares cuentan que había quedado bañada en barro. “Todos los vecinos le llevaron agua, se la echaron en la carita para destaparle los ojos. La lavaron de carrera, le dieron otra ropa y la llevaron al hospital”, contó una de sus tías, Nora Hincapié.
Nora explicó que el médico le dio el alta rápidamente. Dijo que está “aporreada”, que camina coja, pero que le hicieron una radiografía en el pie y no tiene ninguna fractura.
“El médico dijo que ella no debía llamarse Kelly, sino Milagros”, dijo la tía. Milagros, en plural, porque la vida de ella no fue la única que se salvó en su familia. Kelly Eliana vivía con otra tía, una hermana gemela y a veces traía a su hija de dos años.
Su tía, Paola Andrea Quebrada, no estaba en el barrio en la mañana del 8 de febrero. Se había ido a la casa de una familiar que estaba enferma para cuidarla. A la hermana gemela de Kelly Eliana la habían invitado a una comida en la casa de su novio y pasó la noche por fuera. Y su pequeña hija estaba donde su abuela paterna, que había quedado de traerla en la noche del lunes 7 de febrero, pero se le hizo tarde y prefirió no llevarla. “Si eso hubiera pasado, la niña también hubiera muerto ahí”, dice llorando Paola Andrea, que, sin embargo, no se encontraba muy lejos del barrio.
De hecho, cuando supo del deslizamiento, un conocido la trajo en una moto. Se demoró solo 15 minutos hasta La Esneda. Cuando llegó no encontró nada. “Sentí tristeza. Un dolor, un sufrimiento. Es cierto que lo material se consigue, pero el dolor sentimental de la casita...”, dijo Paola Andrea. Y añadió que presenció el rescate de su sobrina.
Los vecinos gritaron que habían encontrado a “la gemela”, como la conocen en el barrio, donde dice Paola Andrea que también vivieron sus abuelos. Incluso, Nora, su cuñada, señaló que presenció un deslizamiento similar en 1976. Después de eso, decidió dejar el barrio e irse a vivir a otro sector de Pereira.
Una tragedia cantada
Documentos públicos de la Corporación Autónoma Regional de Risaralda (Carder) muestran que La Esneda es desde hace más de 15 años un sector de alto riesgo. Un diagnóstico que le hizo la Carder al municipio de Dosquebradas en 2008 daba cuenta de que en la zona se habían identificado varios peligros.
En el documento se anota que 84 casas tenían un alto riesgo hidrológico, 83 un riesgo geotécnico y 80 un riesgo combinado.
Al respecto, el director de la Carder, Julio César Gómez, anotó que los riesgos no son únicamente en La Esneda. “Nosotros en el año de 1989 reubicamos 2.000 viviendas y creamos 10 barrios, pero desafortunadamente la diáspora de migrantes que ha tenido el Eje Cafetero, incluidos los colombianos que huyen de la violencia se vienen a (vivir) a la ladera del río Otún esperando la próxima reubicación”, explicó Gómez.
El funcionario agregó que esta tragedia no es un hecho aislado, sino “calcado”. Y dijo que también es síntoma de la falta de control policivo para evitar que las personas se ubiquen en la ladera del río Otún.
Gómez señaló que debe adelantarse nuevos procesos de reubicación de forma urgente en otros barrios cercanos al río. Según él, podría tratarse de un proceso “doloroso”. En sus cuentas, deberían ser trasladadas unas 2.000 viviendas, cuyos ocupantes también están en riesgo.
Paola Andrea indicó que, efectivamente, en el barrio eran conscientes de que estaban en riesgo, pero dijo que también estaban esperando una reubicación por parte de las autoridades. Se quejó de que, justo en tiempo de elecciones, venían los políticos a prometerles que los iban a trasladar.
Afectados piden ayuda
“Hoy todo Colombia rodea a Pereira, expresamos nuestra solidaridad, aquí estamos apoyándolos en este momento difícil para atender a las familias y dar una solución a quienes han sido afectados”, aseguró el ministro del Interior, Daniel Palacios, quien estuvo visitando la zona este miércoles.
El Gobierno Nacional, a su vez, anunció que destinará un monto de 9.000 millones de pesos para ayudar a las víctimas de la tragedia (ver Para saber más).
Más temprano, el gobernador de Risaralda, Víctor Manuel Tamayo, aseguró que el departamento le está ofreciendo un lote a los damnificados para reubicarlos, y le insistió al Gobierno Nacional que necesitan apoyo para ayudar a las víctimas del deslizamiento y a sus familiares.
Por su parte, Paola Andrea aseguró que ella y su familia han tenido que pasar la noche en la casa de algunos vecinos. Y explicó que, como perdieron todo lo que tenían, están necesitando ropa, pañales para los niños, mercado, colchones y cobijas.
Al cierre de esta edición la búsqueda de las tres personas que continuaban desaparecidas ya había finalizado. Según Alexander Galindo, director de Gestión del Riesgo de Pereira, dos de las desapariciones son “hipotéticas”, pues no han aparecido familiares o personas cercanas que den testimonio de su pérdida.
Paola Andrea Quebrada, sobreviviente
Esta mujer está a cargo de sus dos sobrinas de 17 años, quienes son huérfanas de padre y madre. Aunque vivía con ellas en una casa del barrio de La Esneda, no se encontraba en el sector cuando ocurrió el deslizamiento, a las 6 a.m. del pasado 8 de febrero, pues estaba cuidando a una familiar enferma. Una de sus sobrinas, Kelly Eliana Cano, sí se encontraba en la vivienda cuando ocurrió el deslizamiento, pero no sufrió heridas de gravedad. En todo caso, ambas perdieron su casa, que quedó totalmente destruida después de la tragedia.