En los pasillos del Senado son pocos quienes hoy se atreven a decir algo en contra de Gregorio Eljach Pacheco. Quien fuera su secretario, su amigo y compañero durante más de una década, ahora será —por voluntad de ellos mismos— el próximo procurador General, nada menos que el encargado de vigilar y sancionar funcionarios públicos, entre quienes se cuentan no solo los propios congresistas, sino —por supuesto— sus fichas y enlaces regionales.
Aun sin ser el más carismático —en una entrevista reconoció que su carácter es “fuerte, recio”—, Eljach logró abrirse paso en el siempre transitorio Congreso y, a punta de gestión, eficiencia y uno que otro favor, se hizo indispensable y se volvió funcional para los senadores, quienes —si nada extraordinario ocurre— lo escogerán el próximo miércoles como nuevo jefe del Ministerio Público: un fortín burocrático de 4.000 funcionarios con un presupuesto de $1,3 billones.
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En el ajedrez del poder —viendo diezmada su influencia y ante los pasos agigantados de Germán Vargas Lleras, que pudo poner a dos de los suyos en la tríada de candidatos—, el presidente Gustavo Petro ternó a Eljach a última hora, aun cuando ni siquiera hacía parte del listado de opcionados en la Casa de Nariño.
Sin embargo, bastaron horas para que el saliente secretario del Senado recogiera apoyos y simpatías de todas las orillas. Hoy tiene el respaldo público de 70 de los 105 senadores (ver gráfico). Le bastarían 53 votos, pero el abogado oriundo de Fusagasugá (Cundinamarca) y criado en La Guajira, no quiere sorpresas. Él, como nadie, sabe la importancia de las cuentas en el Capitolio.
Quien fuera el “notario del Congreso” durante 12 años ininterrumpidos, al que le reconocen que maneja y aplica como pocos la célebre Ley Quinta, que regula el funcionamiento del Parlamento, tiene el perfil que le gusta a la clase política: es reservado, prudente, guarda secretos, es discreto y eficiente.
“Él es básico. Es tosco, seco, no es afable. Pero es muy cumplidor en sus cosas. Si uno va a pedir un permiso al exterior o una licencia, él de inmediato resuelve. Tiene la Secretaría como un relojito, con funcionarios eficientes y empleados que llevan mucho tiempo. Él sabe muy bien su arte”, reconoció un senador que habló bajo el anonimato.
En un entorno de confrontación permanente como el Elíptico, con disputas de toda índole, reclamos y denuncias de todos lados —que van desde lo procedimental hasta lo ideológico—, Eljach puede jactarse de tener buenas relaciones con los políticos tradicionales, pero también con los alternativos e independientes. “Se volvió garantía, no piedra en el zapato”, dijo un senador. “Se hablaba con (Álvaro) Uribe. Simpatizaba con (Juan Manuel) Santos. Y hoy, en épocas de (Gustavo) Petro, logró conservar el puesto. Es amigo de todos, pero no es de nadie. Se conocía desde el difunto (Roberto) Gerlein hasta el más novato de los senadores”, reconoció otra congresista.
De hecho, en los mentideros políticos se dice que, para lograr la bendición de Petro y luego recoger apoyos en el Senado, Eljach recibió el empujón de dirigentes del calibre del hoy embajador Roy Barreras; el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo; el director de Planeación Nacional, Alexander López, y del excontralor Felipe Córdoba.
Tanta unanimidad genera Eljach, que tiene desde los votos del Pacto Histórico hasta los de MIRA, La U y los conservadores. “Con Eljach, Petro sí pudo hacer el acuerdo nacional, a todos tiene conforme”, sostuvo entre risas uno de los veteranos en el Senado de la República.
Y es que, según coincidieron varias fuentes con recorrido en esa corporación, el gran atractivo de Eljach en la disputa por la Procuraduría es que no está suscrito a nadie, no está atado a determinado espectro ni empeñado con alguno. Eso deja tranquilos a todos, que lo ven más cercano a sus intereses.
“Lo que pasa con Luis Felipe Henao o Germán Varón Cotrino (los otros competidores) es que están ‘casados’ del todo con Vargas Lleras. Son fichas de él y en la Procuraduría le servirían a él. Pero Gregorio no, él es más de acá”, manifestó un senador. “Es amigo de todos, un viejo conocido de los tradicionales. A todos les ha hecho un favor: desde conseguirles una buena oficina hasta ayudarlos con una excusa. Eljach a todos deja tranquilos, Henao y Varón no”, sostuvo por su parte otro congresista.
Un puesto estratégico
Gregorio Eljach forjó su carrera de la mano del fallecido exsenador liberal Aurelio Iragorri Hormaza, uno de los fundadores del Partido de La U, al que el exsecretario dice pertenecer. Se trata de uno de los hombres del Cauca que alcanzó a amasar más poder y quien ocupó una curul en el Congreso por más de tres décadas. Eljach lo reconoce como su mentor y faro. Fue él quien lo llevó por primera vez al Parlamento en tiempos de la Constituyente, a principios de los 90.
Eljach lo conoció en su época universitaria mientras cursaba derecho en la Universidad del Cauca. Iragorri le dio el empujón para ser personero delegado del Concejo de Popayán, luego lo impulsó para ser jefe seccional de la Dirección de Control y Rentas en la Gobernación del Cauca y, finalmente, lo ubicó como asesor en el Partido Liberal. Todo, hasta 1991, cuando Iragorri se lo llevó de un sitio del que solo salió ahora para dar el salto a la Procuraduría: el Senado.
Inicialmente fue contratista, luego —durante 17 años— secretario de la Comisión Especial de Seguimiento al Proceso de Descentralización y Ordenamiento Territorial. En 2012 dio el salto y se volvió secretario General del Senado. Se trata de un puesto estratégico y apetecido, no solo por su lucrativo salario —casi $50 millones al mes, poco menos de lo que gana un congresista—, sino por las redes de poder e influencia que puede tejer.
Entre sus funciones se cuenta llevar y firmar actas; dar lectura a los proyectos; informar los resultados de las votaciones; dirigir la formación del archivo legislativo o expedir las certificaciones e informes que soliciten las autoridades. Aunque parecerían asuntos de mero trámite, el secretario del Senado es el encargado de firmar las leyes y organizar los debates. Desde ese rol, tiene un relacionamiento de tú a tú con todos y hace las veces de asesor, pero también de consejero, del presidente de turno al frente de la Corporación.
“Tengo alguna influencia, que es diferente a poder. Puedo ejercer influencia con una idea, con un proyecto (...). Hay una clave y es no olvidar que uno es subalterno, que ellos son los jefes, que son los que eligen. No para hacerles reverencia, sino para tener en cuenta que hay una jerarquía. Uno tiene que respetar el desacuerdo”, admitió Eljach en una reciente entrevista con el diario El Tiempo.
Desde su atril, siempre adelante de quien preside el Senado, Eljach acumuló un poder que va desde lo logístico hasta lo práctico, bien sea un permiso, una incapacidad o incluso, una cuota en determinado puesto, como señaló un senador independiente. Así, enlazó conexiones por cuenta de esa relación estrecha y cercana con parlamentarios.
“La Procuraduría siempre genera temor entre los congresistas. Por eso es obvio que van a buscar al más cercano”, señaló un parlamentario. “¿Con quién será más fácil negociar? ¿Dónde cree que será más fácil poner una ficha?”, remató.
Desde hace cuatro años, cuando también buscó la bendición para ser procurador, Gregorio Eljach viene contemplando la idea de dejar de ser subalterno para amasar un poder que, aunque sigue en la arena de lo político, trasciende del Congreso. Eljach quiere poltrona propia y con la ayuda de quienes bien puede llamar amigos —pero con un espaldarazo impensado desde Casa de Nariño—, llegará a la Procuraduría con tenaza propia en enero próximo.
Dudas frente a su experiencia
A pesar de su poder e influencia, la candidatura de Gregorio Eljach a la Procuraduría enfrenta un obstáculo: su experiencia profesional. Para ser procurador se requiere haber ejercido durante 15 años en la Rama Judicial o el Ministerio Público como abogado o como docente en disciplinas jurídicas. Aunque Eljach ha sido docente en varias universidades y suma trayectoria como profesor en el Centro de Altos Estudios Legislativos (CAEL), adscrito al Congreso, su experiencia en cargos jurídicos directos es cuestionada.
EL COLOMBIANO conoció que la Comisión del Senado encargada de verificar las hojas de vida de los aspirantes está investigando si su trabajo en el CAEL y los años como secretario cuentan para cumplir con los requisitos legales. Su predecesor, Emilio Otero, señaló que el cargo de secretario General no exige una profesión específica, lo que podría complicar la validación de la experiencia de Eljach para ser procurador.
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