Desde hace al menos dos años, el gobierno de Xi Jinping ha intensificado su presión sobre Taiwán, con la promesa de retomar la isla que China reivindica como suya.
Las maniobras militares en el Estrecho de Taiwán se han vuelto más frecuentes desde la visita de la expresidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, en 2022. Pero recientemente se llevó a cabo el segundo ejercicio militar masivo en menos de un año, una muestra más del hostigamiento chino hacia la isla.
El ascenso de Lai Ching-te a la Presidencia de Taiwán en mayo exacerbó las tensiones. Lai, miembro del Partido Progresista Democrático (DPP), es visto por China como un “separatista peligroso”, y su postura a favor de tomar la soberanía de Taiwán ha despertado la ira del gigante asiático.
Durante las celebraciones del Día Nacional de Taiwán, Lai dejó claro que la isla no se subordina a la República Popular China, afirmando que defenderá la democracia y la soberanía de Taiwán.
“En esta tierra, la democracia y la libertad están creciendo y prosperando”, exclamó Lai, enviando un mensaje directo a Pekín. El presidente de Taiwán se comprometió a resistir cualquier intento de invasión o negociación y aseguró que mantendrá la paz en el Estrecho de Taiwán.
De los 23 millones de habitantes de Taiwán, el 80 % están de acuerdo con la situación actual, según una encuesta de la Agencia Central de Noticias. El Gobierno, por su parte ha reforzado sus capacidades de defensa para disuadir a las fuerzas de China.
Lin Chia-lung, ministro de Asuntos Exteriores de Taiwán, declaró recientemente que la isla está comprometida con la paz, pero lista para defenderse si es necesario. “Queremos participar y contribuir a la comunidad internacional a través de nuestro poder blando, económico y democrático”, afirmó.