MARC HOGAN
Cuando Taylor Swift lanzó “1989 (Taylor’s Version)” en una variedad de formatos físicos el año pasado, Cora Buel supo que tenía que conseguir el casete. Buel, de 48 años, residente de California, es fan de Swift —una afinidad que comparte con su hija adolescente, quien desde entonces le ha comprado a su madre más cintas como regalo. ¿Una razón principal? Buel conduce un BMW Z3 1998.
“Simplemente consigue un auto viejo que solo reproduzca casetes, y los escucharás todos los días”, dijo.
El regreso del casete es ahora casi tan inconfundible como el silbido y el gorjeo distintivo del formato.
Dominante desde principios de la década de 1980 hasta que fue rebasada por el disco compacto a principios de la década de 1990, la cinta de casete ha sobrevivido como un fenómeno alternativo, un medio deliberadamente anacrónico para los artistas en los márgenes del ruido, la vanguardia y la baja fidelidad. Pero las cintas comenzaron a aparecer en la tienda Urban Outfitters, siempre a la última tendencia, en el 2015, el año en que el streaming digital superó por primera vez las ventas de descargas. Casi una década después, el álbum más reciente de Swift, “The Tortured Poets Department”, se mantiene como el casete de mayores ventas del año hasta el momento, con alrededor de 23 mil vendidos al 30 de junio, de acuerdo con el servicio de seguimiento Luminate.
Claro, las ventas en casetes del nuevo álbum de Swift palidecen contra sus ventas en otros formatos físicos: 1.1 millones de copias en CD y 988 mil en vinilo. Pero “Tortured Poets” por sí solo se perfila a superar las ventas anuales totales de todos los álbumes en casete de tan recientemente como 2009, cuando el precursor de Luminate, Nielsen SoundScan, reportó el envío de 34 mil unidades.
Mientras los sellos buscan sacar provecho de los “superfans” que comprarán múltiples formatos, los artistas que lanzan nueva música en casete este año son de todos los géneros y generaciones, incluyendo al trovador de folk-pop Shawn Mendes, la reinante niña prodigio del pop Billie Eilish, el ecléctico del pop alternativo Remi Wolf y el sensual cantautor Omar Apollo.
Los casetes son populares en parte porque son baratos de hacerse para artistas aficionados y sellos independientes.
Los precios bajos también atraen a los entusiastas de las cintas.
Los fabricantes de equipos de audio más conocidos de la era del casete —como Sony, Panasonic, Toshiba y Bose— abandonaron el mercado hace mucho tiempo. Pero han entrado algunos nuevos fabricantes.
FiiO, con sede en Guangzhou, China, presentó recientemente un reproductor de casetes básico al estilo de un Walkman de Sony que se vende por unos 100 dólares.
Una startup con sede en París, We Are Rewind, presentó su propio reproductor de cintas tipo walkman vía Kickstarter en el 2020, con un precio de venta de alrededor de 160 dólares. Romain Boudruche, su CEO, dijo que vendió casi 20 mil reproductores de casetes el año pasado y espera duplicar esa cifra en el 2024.
Rapsody, una rapera de Carolina del Norte, hizo su debut en casete a principios de este año con su nuevo álbum, “Please Don’t Cry”. Aunque su cinta se agotó dos veces, ella al principio se sorprendió al descubrir que sus fans compraban el casete.
“Pensé que era un artículo de colección”, dijo. “Pero la gente realmente quiere la experiencia”.