James Hugh Farrell, un exmilitar estadounidense de 43 años, fue hallado muerto en su apartamento en Pereira, el pasado 8 de octubre. La inquietante noticia llegó cuando los vecinos del edificio Pinares de Aragón alertaron a las autoridades sobre un fuerte olor proveniente del apartamento 102. A su llegada, la Policía Seccional de Investigación Judicial (Sijín) descubrió el cuerpo en avanzado estado de descomposición.
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El coronel Yeison Ramos, subcomandante de la Policía Metropolitana de la capital risaraldense, explicó en ese momento los hechos: “Aproximadamente a las 7:30 de la noche fue encontrado sin vida el cuerpo de un hombre al interior de un apartamento ubicado en la carrera 17 con calle octava”. Aunque no se encontraron signos de violencia, la escena reveló un ambiente de desorden, con basura y alimentos en descomposición esparcidos por el lugar. Al lado del cuerpo estaba su mascota, una perrita de raza Yorkie llamada Gigi, que también presentaba signos de abandono.
Laura Schwalbe, hermana de James, llegó a Pereira para recuperar sus pertenencias y repatriar sus restos y en una emotiva conversación con El Tiempo, recordó a su hermano como un “héroe” que sirvió en Irak y Afganistán. “Él creó hospitales, salvó muchas vidas y obtuvo medallas para su época”, compartió Laura.
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La salud de James había estado comprometida desde que contrajo un parásito durante su servicio militar, lo que, sumado al estrés postraumático, afectó tanto su bienestar físico como emocional. Laura destacó que su hermano, un apasionado del deporte, se convirtió en “un caparazón de lo que era antes”, sufriendo un deterioro que le resultó dolorosamente frustrante. “El costo físico y psicológico fue demasiado para que mi hermano pudiera soportarlo”, afirmó.
El exmilitar encontró en Pereira un refugio, luego de vivir en Bogotá y Costa Rica, buscando un lugar tranquilo y pacífico. “Amaba al pueblo colombiano, pensaba que era amable y generoso”, contó su hermana. Sin embargo, la trágica y repentina muerte de James ha dejado a su familia devastada, esperando el regreso de su cuerpo a Estados Unidos para poder despedirlo adecuadamente.
En medio del dolor, la familia de James también ha enfrentado desafíos adicionales. Tras la muerte del veterano, cuyos hechos aún no se han esclarecido, el propietario del apartamento se hizo cargo de Gigi, la mascota de James, pero las negociaciones para recuperarla se han complicado, pues según Laura, el propietario ha solicitado una suma exorbitante para entregar a la perra, complicando aún más el proceso en medio de su duelo.
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La historia de James Hugh Farrell no solo es un recordatorio de los sacrificios realizados por los veteranos de guerra, sino también de las realidades que enfrentan muchos al regresar a casa, cargando con las secuelas de sus experiencias.