El Área Metropolitana reportó que en lo que va del segundo semestre de este 2024 ha logrado esterilizar a 93 gatos ferales, que pertenecen a 32 colonias de gatos salvajes identificadas en Caldas, La Estrella, Itagüí, Envigado, Sabaneta, Bello, Copacabana, Girardota y Barbosa. En total, según señaló la autoridad ambiental, esterilizaron a 55 machos y 38 hembras.
El Área reiteró a la ciudadanía que los gatos ferales son aquellos que nacieron directamente en la calle, ya sea en zona urbana o rural, o fueron abandonados y han pasado ya varios años sobreviviendo en libertad, por lo que han entrado en un proceso de reversión de su condición doméstica recuperando rasgos silvestres, como su alimentación, basada principalmente en la depredación de especies silvestres nativas como aves, insectos, roedores, reptiles, entre otros.
Según señalaron desde el Área Metropolitana, es fundamental que la ciudadanía entienda la importancia de no interactuar de ninguna manera con estos animales, ni mucho menos tratar de domesticarlos. También pidieron a los cuidadores de gatos domésticos evitar que estos entren en contacto con los gatos ferales, “ya que se pueden producir peleas por territorio y transmisión de enfermedades”, asegura Andrés Gómez, supervisor del Centro de Atención de la entidad.
También aseguraron que el abordaje de estas colonias de gatos salvajes consiste en identificarlas con ayuda de la ciudadanía, capturarlos para hacer la esterilización y luego llevarlos a observación para “rehabilitarlos”. Allí reciben atención veterinaria y otros cuidados antes de ser liberador en el mismo punto, aseguró la entidad.
Sin embargo, esta misma práctica que la autoridad ambiental pondera es lo que varios expertos señalan no solo como una pérdida de recursos necesarios para atender a la fauna nativa sino como altamente ineficaz y contraproducente para los ecosistemas que sufren los impactos de las cada vez más grandes colonias de perros y gatos ferales.
El tema de la esterilización en animales ferales ha sido uno de los debates más álgidos este año desde el mismo Congreso de la República. En mayo fue aprobada como ley de la República el proyecto “Esterilizar Salva”, promovida por la bancada animalista, con la cual el Estado queda como responsable de esterilizar a los gatos y perros callejeros del país. Una ley que obligaría a invertir al Estado cerca de $320 mil millones de pesos para esterilizar siquiera a la mitad de los 11 millones de perros y gatos que se estiman tiene el país en las calles de las diferentes ciudades y municipios.
La senadora animalista Andrea Padilla, quien se refiere como “feralitos” a las peligrosas colonias de animales asilvestrados que tienen en serio riesgo a poblaciones de animales de fauna silvestre en varias partes del país, calificó esta ley como un éxito. Sin embargo, tal como ocurrió con la aprobación del proyecto y cada vez que las autoridades ambientales entregan balances de esterilizaciones de este tipo, expertos reiteran las evidencias que existen sobre la altísima ineficacia de esta medida.
La bióloga Yolima Vargas, por ejemplo, hizo referencia a un artículo publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, titulado “Por qué atrapar, castrar y devolver (CES, por sus siglas en inglés) no es una solución ética para el manejo de los gatos callejeros”.
La principal conclusión de la investigación es que “el éxito de los programas CES depende de que se demuestre la extinción de las colonias o la disminución del número de gatos callejeros con el tiempo, y solo 11 estudios CES publicados (que representan a EE. UU., Canadá, Reino Unido, Israel, Italia y Australia) presentan datos de un censo inicial y luego un censo de seguimiento. La mayoría no logró castrar a todos los gatos y la mayoría sacrificó a una proporción de gatos. La mayoría de los estudios duraron menos de 3 años (rango de 1 a 11 años) y no informaron la extinción de las colonias. El tamaño inicial de las colonias (rango de 1 a 1655 gatos, agrupados entre colonias) y el tamaño final de las colonias (rango de 12 a 1293) también son enormemente variables”.
En síntesis, los cambios en el número de gatos varían desde una disminución del 78 % hasta un aumento del 55 %. “El supuesto ‘éxito’ de algunos estudios en la reducción del número de gatos se ha interpretado como una amplia evidencia de que los programas CES son efectivos. Sin embargo, el número de gatos adoptados en estos estudios contribuyó notablemente a la disminución general y, por tanto, al aparente ‘éxito’ de CES”.
Otros biólogos como el experto en etología, Andrés Felipe García, consideran que el camino más viable para atender la problemática es la captura y eutanasia de animales en estado feral y ampliar los recursos por parte de las entidades ambientales y de salud para prevención, esterilización y campañas de educación para la tenencia responsable de mascotas.
No hay que perder de vista que ya existe evidencia de impactos directos de especies nativas por perros y gatos ferales. En el Valle de Aburrá una investigación de Juan David Sánchez, Sebastián Botero y Hugo López encontró que los perros ferales se han convertido en un competidor directo de otros carnívoros, poniendo en riesgo el equilibrio de estas poblaciones. Además este año el país conoció la alarmante noticia de un caso de un oso andino contagiado con moquillo por perros ferales, lo que recalca que la presencia de estas jaurías en bosques y áreas que son corredores fundamentales para la biodiversidad podría tener un impacto devastador. Sin contar con los riesgos cada vez más grandes de transmisión de enfermedades zoonóticas a humanos. Nada de esto, recalcan los expertos, se soluciona con esterilizaciones y liberaciones.