Manuela Andreoni
¿Qué pasaría si los mercados financieros trataran a los árboles como accionistas? Allí entra el Fondo Bosques Tropicales para Siempre, un nuevo fondo que Brasil, hogar de un tercio de los bosques tropicales de la Tierra, está lanzando al mundo y que pagaría a los países en desarrollo una cuota por cada hectárea de bosque que mantengan.
El proyecto, presentado por primera vez en la cumbre mundial sobre el clima celebrada en Dubai en noviembre pasado, se encuentra ahora en sus etapas finales de diseño y podría terminar desembolsando 4 mil millones de dólares al año para proteger los bosques.
La misión del fondo es cambiar la economía que alimenta la deforestación. La agricultura, la tala y otras industrias que impulsan la destrucción de los bosques pueden impulsar las economías locales, pero el fondo de Brasil pagaría a los países por servicios que los bosques tropicales ahora prestan de forma gratuita, como almacenar carbono que calienta el planeta y regular los patrones de lluvia.
Con ello, el TFFF, como se le conoce al fondo, pretende detener lo que durante mucho tiempo se consideró imparable. Los países han estado perdiendo aproximadamente 3.6 millones de hectáreas de bosques tropicales al año durante los últimos 20 años.
Ideas como los créditos de carbono vinculados a frenar la pérdida de árboles y los esquemas de subvenciones que recompensan la protección de los bosques han luchado por revertir la tendencia de deforestación mundial. Los pagos del TFFF podrían ser lo suficientemente grandes y predecibles para tener éxito donde otros no lo han logrado. Brasil prevé un fondo de 125 mil millones de dólares.
Así funcionaría el fondo
Las naciones ricas y las grandes organizaciones filantrópicas prestarían al fondo 25 mil millones de dólares, que se reembolsarían con intereses. Ese dinero ayudaría entonces a atraer otros 100 mil millones de dólares de inversionistas privados. A esos inversionistas se les pagaría una tasa de rendimiento fija. El TFFF entonces reinvertiría los 125 mil millones de dólares en una cartera diversificada que podría generar rendimientos suficientes para pagar a los inversionistas. El excedente se utilizaría para pagar a aproximadamente 70 países en desarrollo en función de la cantidad de bosques que aún tengan de pie.
El diseño permite al TFFF esencialmente crear sus propias subvenciones para la protección forestal. Aunque ese diseño es singular, el mecanismo financiero detrás de él —obtener depósitos y reinvertirlos para obtener ganancias— es común. Básicamente así es como funcionan los bancos.
“La idea es elegante”, dijo Frances Seymour, asesora sobre bosques del Departamento de Estado de Estados Unidos. “Es emocionante que parece tener cierto impulso político”.
Brasil pretende finalizar el diseño del fondo para fin de año, e implementarlo el próximo año.