Cada 29 de octubre, el Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV) nos recuerda la importancia de prevenir y tratar esta afección que afecta a miles de colombianos cada año.
El accidente cerebrovascular (ACV), también conocido como ataque cerebral o ictus, es una condición médica grave que se produce cuando el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro se interrumpe o se detiene. Esto puede resultar en la muerte de las células cerebrales debido a la falta de oxígeno y nutrientes, lo que puede llevar a discapacidades permanentes o incluso a la muerte.
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Tipos de accidente cerebrovascular
Los accidentes cerebrovasculares se clasifican principalmente en dos tipos:
- Accidente cerebrovascular isquémico: Representa aproximadamente el 87% de los casos y ocurre cuando un coágulo de sangre bloquea una arteria que suministra sangre al cerebro. Este tipo se divide en:
Trombótico: Un coágulo se forma en una arteria ya estrechada.
Embolico: Un coágulo se desprende de otra parte del cuerpo y viaja al cerebro.
- Accidente cerebrovascular hemorrágico: Ocurre cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe, provocando sangrado. Este tipo incluye:
Hemorragia intracerebral: Sangrado dentro del tejido cerebral.
Hemorragia subaracnoidea: Sangrado en el espacio entre el cerebro y la membrana que lo cubre.
Aunque los avances en la atención médica han mejorado la supervivencia de quienes sufren un ACV, las secuelas, como la espasticidad, siguen siendo un desafío significativo para la calidad de vida de los pacientes.
¿Qué es la espasticidad?La espasticidad es una condición que se manifiesta como rigidez o contracciones musculares involuntarias, limitando significativamente la movilidad y las actividades diarias de los sobrevivientes de un ACV. "Aproximadamente el 50% de los sobrevivientes desarrollan algún grado de discapacidad que afecta su vida cotidiana", señala un estudio reciente.
"La espasticidad no solo afecta la funcionalidad física, sino que puede empeorar con el tiempo, reduciendo aún más la capacidad de la persona para realizar tareas diarias", afirma María José Sánchez, gerente general de AbbVie Cluster Norte.
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Desafíos más allá de lo físicoLa espasticidad también tiene un impacto emocional profundo. La frustración, la ansiedad y el aislamiento son sentimientos comunes entre quienes la experimentan. "La pérdida de movilidad puede desencadenar frustración, ansiedad y aislamiento en los sobrevivientes", explica Sánchez.
Sin embargo, como demuestra el caso de Andrés Rodríguez, un sobreviviente de ACV que ha superado múltiples desafíos, "la vida después de un ACV no solo puede regresar a la normalidad, sino que puede ser una oportunidad para descubrir nuevas pasiones".
La importancia de la rehabilitaciónLa rehabilitación temprana y continua es fundamental para minimizar los efectos de la espasticidad. "La rehabilitación no es un proceso que termina con el alta médica; el cuerpo necesita atención continua para evitar que las secuelas físicas se vuelvan permanentes", enfatiza Sánchez.
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Un llamado a la acciónEs necesario que pacientes, familiares y profesionales de la salud estén informados sobre la espasticidad y sus implicaciones. "Muchas personas no están familiarizadas con los síntomas y tienden a minimizar su impacto, retrasando el acceso a una evaluación médica oportuna", advierte Sánchez.
La prevención, el reconocimiento temprano y la rehabilitación integral son clave para mejorar la calidad de vida de los sobrevivientes de ACV. Al abordar tanto los aspectos físicos como emocionales, podemos ayudar a los pacientes a superar los desafíos de la espasticidad y a vivir una vida plena y significativa.