No se sabe bien si por torpeza o por soberbia de un joven traficante de especies, pero el caso es que cinco boas enormes estaban expuestas a los vecinos desde el balcón de una casa en el barrio Santa Cruz, hasta donde llegaron integrantes de la Policía Ambiental, Inteligencia, Fiscalía y el Área Metropolitana para capturar al responsable de otro increíble caso de tráfico ilegal de especies silvestres.
El operativo se adelantó luego de que la propia ciudadanía alertara la presencia de las cinco boas metidas en una jaula hechiza. Al llegar al lugar, las autoridades encontraron no solo a las cinco serpientes, sino también a un ejemplar de tortuga matamata, una especie endémica y protegida de la Amazonia y que se encuentra actualmente en estado vulnerable precisamente por su masivo tráfico. Además, encontraron decenas de ratones con los que las boas eran alimentadas.Le puede interesar: Hallazgo de erizo africano en finca de Antioquia deja en evidencia tráfico de especies impulsado por modas en redes sociales
El responsable del tráfico de estas especies y de las pésimas condiciones en las que fueron encontradas es un joven de apenas 18 años, que fue puesto a disposición de las autoridades y ahora se enfrenta a una condena que podría llegar hasta a los ocho años de cárcel. La cacería, captura, comercialización y tenencia de especies silvestres nativas es un delito ambiental penalizado por la Ley colombiana que acarrea condenas de entre 2 y 8 años de prisión. Pero además quien sea hallado responsable de estos delitos tiene que asumir multas diarias de hasta 5.000 salarios mínimos legales vigentes que varían según el tipo de ejemplar o subproducto, estado de amenaza, modo de tenencia y adquisición, estado de salud al momento del procedimiento, entre otros.
El pasado mes de septiembre otro joven de 21 años había sido capturado en Sabaneta por tener también en su casa a una boa constrictor y restos óseos de otras especies silvestres.
Ambos casos dejan abierto el interrogante de si las nuevas formas de tráfico de especies que se están usando en el país están atrayendo cada vez más a personas jóvenes a meterse en este mundo criminal que es devastador para la biodiversidad colombiana. No es descabellado pensarlo si se tiene en cuenta que, según las autoridades, las redes sociales han complejizado la problemática de tráfico en el país en los últimos años.
Las redes de tráfico ilegal de especies se han hecho cada vez más escurridizas y difíciles de rastrear gracias a las redes sociales. Es una problemática que ha tomado nuevas dimensiones a causa de las modas que imponen los llamados influenciadores en redes como TikTok, Instagram y Youtube. Según información de inteligencia de la Policía, supuestos influenciadores en varios países se hacen virales mostrando cómo domestican todo tipo de especies silvestres, muchas de ellas exóticas. Los llamados influenciadores venden la idea de que tener estos animales es una tendencia “cool” o aesthetic y a través de sus miles de visitas dinamizan la demanda de este tipo de especies.
Posteriormente se crean comunidades de supuestos “amantes” de ciertas especies, donde empiezan a compartirse tips sobre su cuidado, pero es una fachada para que se puedan contactar por plataformas como Telegram compradores y vendedores de estas especies. En los últimos meses la policía le ha hecho seguimiento a varios de estos espacios por redes que buscan atraer gente en ciudades como Medellín, Bogotá, Cali y en varias zonas de Atlántico y Bolívar.
En estos mismos grupos de WhatsApp y Telegram, los traficantes realizan rifas o subastas para vender al mejor postor estos ejemplares. Una vez logran la transacción, eliminan conversaciones y rastros y así se dificulta que la policía pueda seguirles el paso. Luego viene lo más cruel y es el transporte de los animales desde el lugar donde los tienen en cautiverio hasta las casas de los compradores. Miles mueren en el camino, pues se hacen en condiciones aberrantes que incluye meterlos sin ventilación ni agua en cajas o camuflados en mercancía para que hagan un viaje de varios días.
Este año han encontrado en operativos en casas del Medellín al menos ocho boas constrictoras. En cuanto a la tortuga matamata, actualmente es una de las especies más traficadas en el mundo, por sus características únicas. La tortuga es endémica de toda la Amazonia. Su cabeza aplanada y su cuello lleno de protuberancias asemejan a la hojarasca, lo que le ayuda a mezclarse con los fondos lodosos de los ríos. Son cazadoras astutas que logran ocultarse fácilmente para capturar peces y animales pequeños. El interés de los traficantes en esta especie radica en su rareza. Es una tortuga distinta a la mayoría y todavía misteriosa, pues los científicos han descubierto hasta ahora poco sobre sus características, como longevidad y capacidad de adaptación a entornos complejos.
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