Pasar de una cobertura en educación del 18% en 2002 al 55% en la actualidad ha sido uno de los avances más significativos que ha tenido el sistema educativo en Colombia en el presente siglo, y aunque este es un logro importante y relevante, aún no es suficiente y quedan muchos desafíos por resolver para que este indicador crezca.
La reflexión la presentó María Victoria Angulo, exministra de Educación, durante el foro Trilogía EDU: ser, saber y hacer, organizado por EL COLOMBIANO y que se efectuó este martes 29 de octubre, e hizo parte de las conclusiones más relevantes que presentaron los panelistas en su análisis acerca del futuro de la educación en el país.
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La ampliación de la cobertura ha sido el principal desafío educativo que ha tenido el país en las últimas seis décadas, dijo la exministra, por lo cual los avances obtenidos hasta ahora no son menores y es necesario sumar esfuerzos para que el porcentaje crezca. Aspectos como la implementación de la doble jornada y la aprobación de la Ley General de Educación, en 1994, que otorgó recursos económicos al sector, ayudaron a ese logro, en especial en las regiones más apartadas.
Además, para Angulo fue clave el ingreso a la agenda educativa de los temas de primera infancia hace 18 años y la consolidación en 2016 de la normatividad “que le dio vida a la formación en estos años tan importantes”, pero hoy aún está pendiente la formalización de los recursos que permitan su articulación al sistema.
Respecto a las coberturas señaladas por la exministra María Victoria Angulo, Mauricio Alviar, secretario de Educación de Antioquia y exrector de la Universidad de Antioquia, describió cómo están los porcentajes según los niveles educativos.
“En preescolar y primaria estamos con una cobertura promedio del 90%, que es un indicador muy bueno, aunque al verlo por municipios empezamos a ver algunos asuntos preocupantes, con índices cercanos al 70%. Y el mayor reto lo tenemos en la educación media, grados décimo y undécimo, con un 52%”, informó Alviar. El riesgo es mayor, dijo, si se tiene en cuenta que en Colombia no es obligatorio cursar estos grados.
Para el funcionario, se requiere construir “un puente” para que los estudiantes crucen esa franja de la educación básica a la media, pues en ese caso estarían “al borde de un precipicio” y podrían quedarse por fuera del sistema educativo en un futuro, truncando así sus proyectos de vida.
Alexandra Peláez, directora de Educación de Proantioquia, indicó que, además de la cobertura, desde el sector privado se vienen compartiendo esfuerzos con las entidades pùblicas para incidir en el mejoramiento del desempeño de los estudiantes, sobre todo en pruebas como las Saber Pro, que sirven como medida para este indicador.
En ese sentido, la conversación con los gobiernos locales se ha focalizado en fortalecer la flexibilidad curricular, es decir, en que los currículos se adapten a las realidades de cada estudiante. En palabras de Peláez, esto no es fácil, pero puede ser un motor diferencial para aumentar la calidad de la prestación del servicio y de la calidad que se imparte.
“Hablamos de que nuestras escuelas sean cada vez más simples, menos intervenidas y nos dediquemos a unos focos de trabajo fundamentales, como la lectoescritura. Informes del Banco Mundial dicen que dos de cada tres niños de diez años no comprenden un texto simple en Colombia”, sostuvo la vocera de Proantioquia.
En el foro se discutió el rol que las nuevas tecnologías cumplen para el fortalecimiento y la transformación de la educación en el contexto actual.
En ese panorama, el concepto edtech o tecnología educativa se ha posicionado no solo por brindar una alta transformación de objetos tecnológicos dirigidos a este fin, sino además por la conformación de grupos y movimientos empresariales que han logrado cerrar la brecha entre la producción de dichos objetos y las entidades públicas o privadas que las consumen, yendo más allá de una simple transacción comercial.
Así lo señaló Luis Andrés Ochoa, director de UPB Virtual: “Durante casi dos décadas vimos un desfile comercial en el que a las instituciones educativas llegaban todo tipo de productos tecnológicos, pero no existían los aprendizajes fundamentales sobre qué se podía hacer con ellos y se llenaron de juguetes”.
La edtech propuso así una conversación y una reflexión entre los distintos actores del sector acerca del impacto de la tecnología y cuál era su aporte a los aprendizajes fundamentales para ser pertinentes.
“Si las tecnologías no están centradas en el aprendizaje, son simples dispositivos sin ninguna utilidad”, aclaró Ochoa.
Para Silvio Fernando López, investigador senior del Laboratorio de Economía de la Educación de la Pontificia Universidad Javeriana, la edtech no sustituye los modelos educativos tradicionales o alternativos, sino que es un complemento. Para que el país avance en su implementación hay que superar ciertas barreras de tipo técnico y de infraestructura, algunas de ellas ligadas a las condiciones sociales y económicas de las poblaciones en las distintas regiones.
“Las pruebas Saber 11 del Icfes en 2023 mostraron que cinco de cada diez estudiantes evaluados declararon tener computador en casa, y siete de cada diez tenían conexión a internet. Ahí tenemos un vacío muy importante, a pesar de que hemos avanzado. La pandemia nos desnudó y exacerbó esa necesidad”, sustentó López.
En otro aspecto de la conversación relacionada con la irrupción de la inteligencia artificial (IA) en 2022, que hoy es tangible y que ha transformado muchas de las dinámicas educativas tal y como las conocíamos, Giovanny Cardona, vicerrector académico del Ceipa, indicó que el mundo se preparó durante sesenta años, a partir de la aparición del internet y de la transición de lo análogo a lo digital, para entender que la gestión del conocimiento debe ir cambiando en la misma línea.
“Y las universidades en general no han sido muy ágiles para entender esto. A pesar de que estas instituciones, las escuelas y los colegios estamos llamados a liderar las transformaciones, en este punto no lo hemos sido. La pandemia demostró que cosas que nos negábamos a hacer porque de pronto no eran igual o no daban la misma calidad, la coyuntura nos obligó a hacerlas y quedó la sospecha de que sí se podían hacer”, comentó.
Dijo Juan Martín Cardona, CEO de Talenta Learning, que la IA transformará las organizaciones desde sus modelos de negocio, del trabajo y desde la forma en que aprendemos para suplir las necesidades del mercado.
“El Foro Económico Mundial señala que el 30% de las actividades que se realizan hoy en las empresas serán automatizadas a 2030 por la IA. ¿Y qué pasará con las personas y las tareas que hacen parte de ese 30%, y qué van a hacer las personas frente a esto? Sin duda, se van a desplazar los empleos actuales y yo lo celebro, porque la máquina nos va a liberar tiempo y va a hacer mejor esa tarea, pero la otra cara es que necesitamos definir los nuevos empleos, cargos y habilidades que se van a generar, así como las nuevas actividades que necesitaremos”, afirmó Cardona.
Catalina Rengifo, Employee Engagement para las Américas en Microsoft, advirtió que antes de hablar de inteligencia artificial aplicada en la educación, es importante que todos quienes la conforman se pongan de acuerdo respecto al significado de esta tecnología dentro del contexto del sector.
“Tenemos que ponernos de acuerdo en ello y en el reto que tenemos en la implementación de la IA en la educación. Necesitamos trabajar en la creatividad que se requiere para ejecutarla. El ser y el hacer son de cada ser humano, y la IA no los va a transformar, pero sí el saber, y es ahí desde donde deberíamos conectarnos desde la academia. Cómo hacer que se sabe que existe en el universo y que se puede sintetizar de forma más fácil a través de la IA, se vuelve un mecanismo que empodere a los estudiantes”, sostuvo Rengifo.
Por otro lado, en el foro se expusieron algunos nuevos modelos y enfoques de educación disruptiva que se vienen desarrollando en el país, ampliando las posibilidades de aprendizaje de las personas y conectando con las nuevas generaciones que tienen otros pensamientos e intereses.
Melissa Álvarez, rectora de Cosmo School, propuesta educativa de Comfama, comentó que el objetivo de la institución es diseñar un modelo que les permita sentir a los estudiantes que el colegio es un escenario seguro que se enlaza con su propio ser, que reconoce a cada uno de sus miembros y que los acompaña en esa ruta durante todos los años porque tiene la capacidad de ver al sujeto en todas sus edades y no en un solo ciclo de su vida.
Julio Salleg, rector de la Colegiatura, contó que, en su caso, el ejercicio para repensar su modelo educativo partió de una “autoobservación” y el reconocimiento de quién iba a ser el educando, es decir, el alumno: un ser humano que nació con “potencialidad infinita”.
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“De ahí en adelante comienza un proceso de aprendizaje en la educación, pero eso no es lo que el alumno es, sino lo que ha aprendido. Y a veces nos quedamos en lo que hemos aprendido, y se nos olvida quiénes éramos y cuál era ese potencial ilimitado que en realidad sabemos que se está desperdiciando”, dijo Salleg.
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