Una lamentable situación viven los niños y niñas de una comunidad indígena de Turbo, en el Urabá antioqueño, luego de que se quedaran sin escuela por el colapso de la estructura, segíun denunciaron. Primero, el 3 de marzo de este año, relataron, se cayó el techo del aula de la primaria, compuesta por 17 alumnos de transición a quinto. Después, el pasado 26 de octubre, un fuerte ventarrón tumbó el espacio del bachillerato, que incluye a 23 adolescentes.
Se trata de la institución etnoeducativa El Mango sede Volcán Dokera, ubicada en el corregimiento El Tres del Distrito de Turbo, donde ya fue declarada por la misma comunidad la emergencia educativa y piden una solución rápida para terminar lo que queda de año escolar y retomar en 2025 con las condiciones aptas para que los niños, niñas y adolescentes reciban las clases. Incluso, afirmaron, el restaurante escolar está que se cae.
De acuerdo con datos de la misma comunidad, Volcán Dokera cuenta con una población aproximada de 164 habitantes, 46 familias, víctimas del conflicto armado y la escuela por la que hoy claman ayuda fue construida en el año 2012 tras la gestión de las religiosas de la Madres Laura para los estudiantes de primaria, que con el tiempo fue creciendo a bachillerato también.
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El desespero por los daños en la sede es alto. Por ello, padres de familia, líderes comunitarios, los seis profesores del colegio y los estudiantes hicieron un video en el que mostraron lo poco de la estructura que queda levantado donde antes podían estudiar, pero que ahora lucen sin espacios adecuados. El docente Yhon Fredy Domicó señaló a EL COLOMBIANO que desde marzo ya venían con una difícil situación para los menores de edad de primaria luego de que se cayera el techo. En ese espacio los 17 alumnos estaban a cargo de un docente permanente y han tenido que cumplir las actividades académicas y pedagógicas debajo de los árboles o en casas de familia cuando se las prestan. Es decir, en un calor como el que hace en Turbo y con las tardes de lluvias que se presentan, los niños y niñas están estudiando al sol y al agua, en medio de la fatiga y la incomodidad que ello causa. Entonces, muchas veces, se ven obligados a terminar las clases a las 11:00 a.m. porque no soportan esas condiciones.
Pero la situación empeoró después de que este 26 de octubre se cayera la parte correspondiente al bachillerato, a cargo de cinco docentes que se rotan las clases. Por fortuna, contó el profesor, estas situaciones se han presentado en horarios que no corresponden a los de las clases, por lo cual no han resultado personas lesionadas. Pero no pueden usar lo poco que queda por temor a que ocurra un accidente.
Lo más lamentable y preocupante es que ya van ocho menores de edad que no volvieron a la escuela ante estas dificultades, lo que los deja en mayores riesgos al no contar con el tiempo de las aulas, que es uno de los entornos protectores de sus derechos, entre ellos el de la educación. A esto se suma que el colegio está alejado del casco urbano del Distrito y las otras escuelas donde podrían estudiar los niños del resguardo afectado se encuentran demasiado lejos. Este martes 29 de octubre, la comunidad educativa hizo un llamado a la solidaridad y a la gestión de las autoridades, pero también al sector privado, para que los ayuden.
Jonathan Madrid, secretario de Educación de Turbo, manifestó a EL COLOMBIANO que este jueves 31 de octubre tienen programada una reunión con la rectora de la institución para conocer un balance general de la situación y enviar una visita técnica de la administración distrital a la zona, con el fin de verificar el estado del colegio y las medidas que se deben tomar. El funcionario afirmó que, incluso, podría implementarse alguna acción temporal para concluir el calendario escolar, mientras se encuentran soluciones de fondo.
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El secretario también reconoció que no es un asunto fácil en cuanto a los recursos, pues el Distrito tiene congelados, desde el 10 de enero de este año, los recursos que le entran por fondo nacional de calidad educativa y esos son los que se destinan generalmente a los mejoramientos de infraestructura educativa. “Los recursos que nos llegan son con destinación específica, los recursos con los que hacemos estos mejoramientos o atendemos estos imprevistos vienen por el sistema de calidad educativa y son los que tenemos congelados. En 10 meses hemos hecho mejoramiento de infraestructura, pero todo a través de proyectos y con apoyo de cooperación internacional”, expresó, y sostuvo que están trabajando desde distintos frentes para lograr que se levante esa medida de congelamiento.
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Frente a la institución de la comunidad indígena, agregó Madrid, se espera coordinar con las directivas para tratar de destinar a recursos que ingresen por fondo de calidad de matrícula para buscar soluciones. Mientras tanto, afirmó también el secretario, entre este 30 y 31 de octubre se entregarán en el Distrito cinco proyectos de mejoramiento de infraestructura educativa con recursos que han gestionado con la Nación y de cooperación internacional y que esperan poder entregar más.
“Queremos escuela, queremos escuela, queremos escuela”, gritaron los alumnos, profesores y padres de familia, al hacer un llamado también al gobierno nacional, porque no solo es que no tengan aulas, tampoco escritorios, sillas o una biblioteca.
“En particular al señor presidente Gustavo Petro, al Ministerio de Educación, a la Gobernación de Antioquia, a la Honorable Asamblea Departamental y demás autoridades competentes les pedimos su intervención inmediata para construir una nueva sede, ya que la infraestructura actual de la institución está debilitada y pone en riesgo la vida de estudiantes, profesores y comunidad en general. Además de la construcción de la escuela, pedimos de manera urgente un puesto de salud, viviendas dignas y la construcción de la carretera que nos permita llegar a la comunidad”, puntualizaron los integrantes de la comunidad indígena en un comunicado.