¿Un nombre tiene poder? “¡Kamala! ¡Kamala!”, grita la muchedumbre en los mítines de la candidata demócrata a la Casa Blanca. Para ella, el suyo es una forma de celebrar su identidad y rebatir los ataques de Donald Trump.
El expresidente republicano persiste en tutear a su rival en las presidenciales, la demócrata Kamala Harris. Se refiere a ella por su nombre de pila, a diferencia de cómo se dirige al presidente, al que llama Biden, por su apellido, a no ser que use el apodo de “Joe, el dormilón”.
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Además, el millonario de 78 años pronuncia mal el nombre de origen indio de la demócrata.
Kamala se pronuncia “KO - ma - la”, con la primera “a” tirando hacia la o, y la acentuación en la primera sílaba.
“Hay muchas maneras de pronunciar su nombre (...) No me importa en absoluto si lo pronuncio mal”, dijo Trump a finales de julio.
“Señor Trump, sé que tiene muchas dificultades para pronunciar su nombre. Tengo una buena noticia para usted. Después de las elecciones, solo tendrá que decir ‘Señora Presidenta’”, contraatacó el esposo de la candidata, Doug Emhoff.
Las dos sobrinas de la vicepresidenta, de 60 años, subieron al escenario de la convención demócrata en agosto para explicar la pronunciación correcta y hacer que el público repitiera el nombre de su “tía”.
En 2016, entonces candidata al Senado, la exfiscal de California difundió un video en el que unos niños daban una lección de fonética.
“Trump a menudo pronuncia mal su nombre para conseguir un efecto humorístico, dando a entender tácitamente que la idea de que una mujer negra con ascendencia sur asiática se presente a la presidencia es digna de burla”, afirmó Karrin Vasby Anderson, profesora de comunicación en la Universidad estatal de Colorado.
“Pero también es interesante que no solo lo pronuncie mal, sino que afirme que ella no sabe pronunciar su propio nombre”, añadió
“Llamar a las mujeres de poder por su nombre de pila es a menudo una manera de infravalorar su autoridad”, señaló
El equipo de campaña de Harris decidió contrarrestar esas insinuaciones sexistas y racistas, insistiendo en el nombre.
Cuando Joe Biden se retiró de la carrera en julio, y Kamala Harris lo sucedió como candidata, la cuenta del equipo de campaña en X pasó de “Biden HQ” a “Kamala HQ” (“HQ” por cuartel general).
En los mítines, los carteles “Kamala” coexisten con los de “Harris Walz”, los apellidos de los compañeros de fórmula demócrata.
El martes por la noche en Washington, decenas de miles de personas corearon este nombre mientras la candidata pronunciaba un discurso solemne con la Casa Blanca de fondo.
Este nombre tiene una variante más familiar: “Momala”, el apodo que le pusieron los hijos de su marido.
La demócrata entró en campaña tardíamente y con un déficit de notoriedad.
Hacerse conocer por su nombre de pila, y no solo por un apellido muy común, es una estrategia entre otras para conseguirlo.
Esta promoción del “apodo” ya se ha utilizado antes en política.
El senador de izquierda radical Bernie Sanders es a menudo llamado por su nombre de pila, mientras que el secretario de Transporte, Pete Buttigieg, con un apellido poco popular, se hace llamar “Alcalde Pete”, en referencia a su antiguo cargo.
Insistir en “Kamala” es, además, emblemático de la manera en la que la vicepresidenta da pistas que recuerdan su trayectoria fuera de lo general, sin insistir demasiado en que es hija de inmigrantes.
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“En su campaña, ella aborda su identidad de una manera que no necesita ser explícita, pero que no obstante alimenta los mensajes que transmite”, explicó Kelly Dittmar, profesora de ciencias políticas en la universidad Rutgers.