Este día pasará a la historia de los Estados Unidos. Estas elecciones presidenciales no solo será un pulso entre dos candidatos con visiones radicalmente distintas, sino que abren la posibilidad de que el país, o tenga su primera mujer presidente con Kamala Harris, o se incline por repetir con un hombre que como Donald Trump, que provoca todo tipo de temores. La revista The Economist en su edición de este fin de semana dice que “Trump representa un riesgo inaceptable para Estados Unidos y el mundo”. Y, además agregan que si tuviera voto lo daría a Harris, porque “es difícil imaginar a Harris como una presidenta estelar, aunque la gente puede sorprendernos, pero no es posible imaginarla provocando una catástrofe”.
La polarización ha llegado a un nivel extraordinariamente alto. La carrera entre Kamala Harris y Donald Trump por la Casa Blanca ha sido un verdadero ring de boxeo, con fuertes debates y señalamientos entre los candidatos y dos atentados en contra de Trump, esta campaña pasará a la historia como una de las contiendas más polémicas.
Las encuestas muestran un panorama muy poco claro con márgenes muy estrechos de diferencia, e incluso empates técnicos. La más reciente encuesta del portal especializado FiveThirtyEight le da una ventaja a Kamala Harris de 2,4 puntos porcentuales con 48,4% frente a un 46% del republicano, mientras el último sondeo de CNN pone a ambos candidatos en un 47%. Hace ocho años, cuando Trump salió elegido, las encuestas daban como ganadora a Hillary Clinton.
Las elecciones se definirán entonces con los votos de los Colegios Electorales, cómo es tradición en el país. Pues no son los votos de los ciudadanos los que eligen directamente al candidato, sino que se elige de manera indirecta.
El sistema de Colegios Electorales existe en Estados Unidos desde que se creó su Constitución. Para ganar, un candidato necesita al menos ganar 270 de 538. Cada uno de los estados tiene un número diferente de Colegios Electorales, y el candidato que gane el voto popular en cada estado suma a su cuenta el total de los colegios electorales del mismo. En una dinámica que los estadounidenses llaman “winner-takes-all” o “el ganador se lleva todo”. Por lo cual, pese a que un candidato tenga un porcentaje importante de votos en determinado estado, puede quedarse con cero porque todos los votos del Colegio Electoral se lo lleva quien obtiene la mayoría de votos populares.
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En el país hay, por tradición, estados que se inclinan hacia un partido u otro, e históricamente se han mantenido así. Sin embargo, hay estados que cambian su inclinación en cada elección. Son los llamados estados “bisagra”, son 7 en total y suelen definir la contienda. Estos son claves y los que se pelean duramente los candidatos: Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte, Michigan, Arizona, Wisconsin y Nevada.
Además de estos hay otros estados que son relevantes por la cantidad de votos de representantes, también llamados “estados gigantes” y estos son: Florida, Nueva York, California y Texas.
Desde el 2017, tras la primera presidencia de Donald Trump, Estados Unidos ha estado en una creciente competencia electoral, donde los discursos polémicos se volvieron parte de las retóricas partidistas.
La posibilidad de que uno de los candidatos obtenga mayor número de votos populares pero pierda las elecciones, no se descarta. Este fenómeno, añade una capa de incertidumbre, especialmente en un ambiente donde los resultados de las encuestas son bastante parejos y donde el “voto vergonzante”, es decir quienes en las encuestas ocultan por quién van a votar, podría alterar los resultados en algunos de los estados más disputados.
EL COLOMBIANO habló con varios expertos para entender mejor el panorama que veremos durante la jornada electoral. El internacionalista de la Universidad Externado, David Castrillón Kerrigan dice que de acuerdo con las encuestas se evidencia que hay unos cambios de interés hacia los candidatos en esta recta final.
“Hay una brecha de género importante, el apoyo de las mujeres que tienden a irse predominantemente a Harris, mientras que se evidencia una mayoría de hombres apoyando a Trump”, explica. Además Castrillón advierte la existencia de “un porcentaje de población afro y latina que se han sumado recientemente con su apoyo hacia Donald Trump”, aunque deja claro que la mayoría de esta población apoya a Harris, considera importante señalar que en esta elección tan reñida, cualquier porcentaje podrá marcar la diferencia.
El profesor e investigador de la Universidad Externado, Alejandro Rayran, explica que el “voto vergonzante”, término usado para definir a aquellas personas que no revelan por quién votarán o que dicen votar por un candidato mientras apoyan a otro en secreto, podría jugar un rol clave. “Este fenómeno fue relevante en 2016 y podría repetirse debido a la carga ideológica y las controversias que rodean a los dos candidatos”, dice Rayran, indicando que las encuestas reflejan la polarización, pero también están cargadas de márgenes de error que pueden ser engañosos, señalando que algunos votantes podrían ocultar su preferencia por Trump debido a las críticas que recibe en temas de género, migración y derechos sociales.
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Para Rayran el populismo que se evidencia en los discursos actuales, ofrece “soluciones rápidas, aunque no necesariamente efectivas”, pues considera que ante una economía que se ha visto en aprietos en los últimos años, es explicable que muchos ciudadanos que se ven sin empleo luego de haber invertido en educación, puedan encontrar en algunos discursos una salida razonable.
América Latina siempre es tema en las campañas electorales estadounidenses por la importancia del voto latino, son 63 millones de residentes latinos, de los cuales 36 millones pueden sufragar, y por ello la postura de los candidatos sobre inmigración y comercio es de especial interés.
Con posiciones radicales frente al tema, Trump promete llevar a cabo “la mayor deportación en la historia” y propone desmantelar el Estatus de Protección Temporal (TPS) que protege a migrantes de Venezuela, Haití y otros países en crisis políticas, mientras que Harris busca una reforma migratoria que incluya el acceso a visas de trabajo y la protección de los derechos de los migrantes, aunque ha dejado claro que es necesario fortalecer la seguridad fronteriza para evitar el ingreso ilegal de migrantes.
Rayran explica que la promesa de Trump de deportaciones masivas puede ser una amenaza para las economías de varios países latinoamericanos. “Incluso si deporta la mitad o un tercio de lo prometido, tendría repercusiones dramáticas en las economías de América Latina y en las relaciones de Estados Unidos en la región”. En contraste, Harris, quien fue impulsora de políticas de ayuda para Centroamérica siendo vicepresidenta de Biden, deja clara su línea de abordar las causas de la migración desde la raíz.
Sin lugar a duda, los latinos representan un electorado cada vez más dividido, mientras los nuevos migrantes tienden a inclinarse por los demócratas, aquellos que llevan varios años en el país se muestran más receptivos al mensaje de Trump, especialmente en cuanto a la inmigración y la economía.
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Uno de los temas centrales en esta contienda son las propuestas en materia económica, que tampoco se han visto exentas de polémicas, donde Trump propone reducir impuestos a las grandes empresas y sobre todo promete llegar a imponer un 20% de aranceles a las importaciones, especialmente de China, además de modificar algunas leyes que permitan aumentar las contrataciones de mano de obra de bajo costo. Por su parte, Harris promueve un sistema más progresivo que suba los impuestos a las grandes empresas y a los ciudadanos más ricos. La demócrata considera que esos ingresos pueden canalizarse en programas de ayuda para la clase trabajadora y en infraestructura, además de pretender un aumento en el salario mínimo y la reducción de impuestos para la clase media.
Con un panorama internacional tan turbulento, ambos candidatos han tenido que marcar posturas tajantes sobre temas críticos como el conflicto en Ucrania y la situación en Medio Oriente. Harris mantiene una postura de apoyo incondicional a Ucrania y a la OTAN, mientras que Trump ha cuestionado duramente el gasto militar en el extranjero y ha cuestionado la necesidad de apoyar a Ucrania en esta guerra, aunque en varias ocasiones ha mostrado interés por ser un mediador en el conflicto.
Mientras tanto, la situación con Israel es otro tema álgido y la diferencia de posturas también es significativa. Mientras Harris respalda proteger a Israel, también ha expresado una mayor preocupación por los derechos de los palestinos y busca promover la paz. Trump, en cambio, es un firme aliado de Benjamin Netanyahu y ha sido claro en mantener el apoyo militar a Israel.
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El cambio climático es otro punto que genera una amplia polémica, con afirmaciones como las de Trump, que niegan la existencia del calentamiento global. Harris, entonces, apoya el Acuerdo de París y plantea mantener políticas ambientales con un enfoque en reducir las emisiones de carbono. Trump, en cambio, propone expandir la exploración de combustibles fósiles, además asegura que en su presidencia, EE. UU. se retiraría del Acuerdo de París.
Estados Unidos se encuentra en una encrucijada. Las políticas que Trump o Harris implementen, luego de su posesión, afectarán no solo al país, sino también a América Latina, Europa y Asia. Rayran trae a colación los hechos ocurridos con Gerge Floyd en el 2020 y la toma del Capitolio en 2021, para dar cuenta del nivel de tensión que puede vivirse en el país.
“Es improbable que Trump acepte abiertamente, publicamente, los resultados, si estos muestran que Harris ganó”, dice Castrillón, trayendo a colación las elecciones de 2020 en las que Trump puso en duda los resultados de las elecciones. “Desde ya estamos viendo movimientos por parte de la campaña republicana donde han cuestionado desde ya y han interpuesto movidas legales para cuestionar los listados de votantes, el proceso de votación e incluso las formas de conteo de votos... lo cual indica que muy probablemente pondrán en duda el resultado en caso de que Harris gane”, dice Castrillón.
De 240 millones de población habilitada para votar, 70 millones de votos ya fueron recibidos de manera anticipada, teniendo en cuenta que en las elecciones del 2020, cerca de 150 millones de personas participaron de las elecciones, podría decirse que el 50% del electorado ya definió quién será su próximo mandatario. Desde el 11 de septiembre algunos estados comenzaron a enviar sus votos por correo. Esta es una estrategia que ofrece el sistema electoral estadounidense buscando garantizar que todas las personas, incluso aquellas que se encuentran en los lugares más apartados del país, puedan ejercer su derecho al voto.
El próximo 20 de enero, en el Capitolio de los Estados Unidos, la Corte Suprema de Justicia tomará el juramento de quien sea elegido presidente.