La contundente victoria de los republicanos en las elecciones del martes en Estados Unidos no solo marca el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, sino que le otorga un poder considerable con pocas barreras para su ejercicio como presidente de Estados Unidos.
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El presidente electo asumirá el cargo en enero con una fuerte legitimidad gracias a su aplastante triunfo en el Colegio Electoral, al obtener 295 votos de los 538 disponibles, además de una ventaja de casi 5 millones en el voto popular sobre Kamala Harris, quien logro 226 votos electorales.
Además, si las proyecciones de la Cámara de Representantes se mantienen con una ventaja hacia el partido Republicano, Trump contará con un Congreso dominado por personas con sus mismos ideales, lo que le permitirá avanzar su agenda sin mayores restricciones.
A esta ventaja en el Ejecutivo y el Legislativo se suma el respaldo del Poder Judicial. Aunque la Corte Suprema es un poder independiente, actualmente cuenta con seis jueces conservadores, tres de los cuales fueron nombrados por Trump. Esto le garantiza un tribunal favorable para resolver disputas clave en el país. Mientras los republicanos mantengan el control del Senado, podrán ratificar fácilmente a los jueces y otros funcionarios judiciales que Trump nomine, consolidando así su influencia conservadora en las cortes.
También contará con el apoyo del fiscal general, un puesto que, aunque debería ser independiente, Trump espera que actúe con lealtad. Aprendiendo de su primer mandato, donde algunos miembros de su propio partido bloquearon su agenda, sus asesores han asegurado que ahora priorizará la lealtad en sus nombramientos, más que las credenciales.
Katie Gaddini, profesora en University College London y en la Universidad de Stanford, sostiene al diario El Tiempo que el “Trump 2.0”, con el control del Congreso y una mayoría en la Corte Suprema, no necesitará ser conciliador. “En control del Congreso y con una supermayoría en la Corte, podrá hacer lo que quiera”, afirmó.
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En la madrugada de ayer, Trump declaró: “EE. UU. nos ha dado un mandato poderoso y sin precedentes. Mi compromiso es claro: promesa que hago, promesa que cumplo”.
Sus asesores señalan que el presidente electo tiene listas más de 200 órdenes ejecutivas para su primer día en la Oficina Oval, abarcando desde temas migratorios y comerciales hasta cambios en la estructura del gobierno federal. Entre ellas se incluyen deportaciones masivas de indocumentados, cierre de fronteras, restricciones para personas transgénero en competencias deportivas y la eliminación del derecho a la ciudadanía por nacimiento.
Buena parte de estas propuestas provienen del plan Proyecto 2025, desarrollado por el grupo conservador Heritage Foundation, que detalla las prioridades para la nueva administración, aunque Trump intentó distanciarse de esta iniciativa durante la campaña.
Si bien algunas medidas serán cuestionadas en tribunales, otras, como las relacionadas con migración, podrían mantenerse debido al respaldo de la Corte Suprema y de un Congreso que estaría dispuesto a aprobar tanto el presupuesto como las leyes necesarias para implementar su agenda.Siga leyendo: Florida, el estado con gran presencia de latinos que conquistó Donald Trump