ALEX MARSHALL
Londres | Hace unos dos años, cuando Armando Iannucci comenzó a adaptar 'Dr. Strangelove o cómo aprendí a despreocuparme y amar la bomba' para el distrito teatral del West End de Londres, no creía que la película de 1964 tuviera muchos paralelos directos con la actualidad.
La película de Stanley Kubrick cuenta la historia de un General de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que se rebela y ordena un ataque nuclear contra la Unión Soviética, mientras un Presidente ineficaz (Peter Sellers) titubea mientras intenta evitar la Tercera Guerra Mundial.
Para Iannucci, la relevancia contemporánea de la película fue, al principio, metafórica: el fracaso para detener la catástrofe atómica era similar a la forma en que la sociedad manejó el cambio climático.
Entonces, las noticias se impusieron. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, planteó la idea de un conflicto nuclear con Occidente por su apoyo a Ucrania. China ha aumentado su arsenal nuclear. Y la violencia en Medio Oriente ha renovado los temores de que Irán acelere su programa nuclear y que Israel ataque preventivamente las instalaciones nucleares iraníes.
De repente, recordó Iannucci, su 'Dr. Strangelove' se sintió como “una especie de recordatorio literal de un verdadero fin del mundo”. Su adaptación se presenta en el Teatro Noël Coward de Londres hasta el 25 de enero.
'Strangelove', la primera adaptación teatral autorizada de una obra de Kubrick, es el debut de Iannucci en el West End, y su reputación como potencia satírica la convirtió en una de las producciones nuevas más anticipadas de Londres.
Durante los últimos 30 años, Iannucci, de 60 años, se ha hecho conocido por programas de televisión y películas que han resaltado la vanidad, y la frecuente idiotez, de quienes están en el poder, como “In the Loop”, “Veep” y “La Muerte de Stalin”.
Pese a su reputación, Iannucci insistió en que no era un satírico. “Simplemente me gusta hacer cosas chistosas”, dijo.
Gran parte de la película de Kubrick, dijo Iannucci, no necesitó cambios para darle relevancia. En la película, el General rebelde ordena a sus subordinados que bombardeen Rusia en parte porque cree que los comunistas están añadiendo fluoruro al suministro de agua de Estados Unidos para “minar e impurificar” los “preciados fluidos corporales” de los hombres.
“Eso no dista mucho de ‘Bill Gates está poniendo algo en las vacunas para poner un chip en nuestros cerebros’”, dijo Iannucci.
Aún así, Iannucci y Sean Foley, quien dirige “Dr. Strangelove”, modificó algunas partes como un guiño a los temas de actualidad. En la película de Kubrick, el Presidente ruso —oído, pero nunca visto— es un bufón borracho. En el espectáculo, es retratado como un asesino capaz de alcanzar enemigos incluso dentro de EU, algo que puede resonar en el público del West End, dados los recientes asesinatos ordenados por Rusia en Gran Bretaña.
La perspectiva de que un loco pueda lanzar un ataque nuclear es más factible hoy que durante la Guerra Fría, dijo Iannucci: “La ventaja que teníamos en los años 60 era que todo el mundo estaba aterrorizado por la guerra nuclear y pensaba: ‘Debemos hacer todo lo posible para evitar que eso suceda’”.
Ahora, dijo, la guerra nuclear no parece real: “Parece como cosas que suceden en nuestras pantallas o en nuestras tablets”.