Este año en Medellín han fallecido 210 personas por tuberculosis, 18 más frente a las 192 de todo el 2023 y eso que todavía faltan casi siete semanas para el 31 de diciembre. El guarismo significa que son demasiadas muertes para una enfermedad que hasta hace algunos años se consideraba casi erradicada.
En todo el departamento el número de enfermos en 2024, según estadísticas de la Dirección Seccional de Salud (DSSA) que comprenden los tres primeros trimestres de 2024, llega ya a 4.044, que, por una parte, implican un incremento del 11% con relación a los 3.638 del periodo previo y sobre todo, como para entender la magnitud del contagio, equivalen al 21% de todos los pacientes en el país.
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En la totalidad de Antioquia van 265 decesos por tuberculosis, “lo que representa un leve incremento en comparación con el mismo periodo de 2023, cuando se contabilizaron 240 casos”, de acuerdo con la Dirección Seccional de Salud (DSSA).
Medellín y el Valle de Aburrá representan un territorio epidemiológico especial, ya que aportan el 83,5% de todo el departamento, en tanto que Urabá participa con el 3,82%, la subregión del Oriente pone el 2,68% y el Magdalena Medio, el 2,45%.
Aparte del costo en vidas, el hecho de que la tuberculosis esté “vivita y coleando” representa un gran costo para el sistema de salud y para la economía por las incapacidades que implica para las personas en plena edad productiva.
Y si bien el primero de noviembre la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó que se trata de un repunte global, pues en 2023 los pacientes en el planeta por esta afección aumentaron a 8,2 millones desde los 7,5 millones de 2022, convirtiéndose además en la primera causa de mortalidad por enfermedad infecciosa, no por eso deja de preocupar.
La razón, de acuerdo con la susecretaria de Salud Pública de Antioquia, Dora Arcia, es que la bacteria que la ocasiona ha mutado generando resistencia, en particular en los últimos cuatro años.
En los barrios de la capital antioqueña y en el resto de los municipios del departamento se están desplegando acciones tanto para educar a la gente sobre cómo cuidarse como para generar diagnósticos tempranos y asegurar la toma de los medicamentos adecuados, pues justamente la inobservancia de tales procedimientos suele ocasionar que desenlace a nivel individual sea a veces mortal y es un acicate para que el efecto social se amplíe porque la enfermedad se difunde más.
Los cambios de clima con la temporada invernal actual facilitan la ocurrencia de afecciones respiratorias que deben tener un trámite normal en un organismo sano, pero si ocurren en una persona débil que ya tiene incubado el bicho es probable que se agrave por falta de una respuesta adecuada del sistema inmunológico.
Entrarían a jugar también otros factores como las variables etarias y de género, pues al hacer un zoom a la cifra global se encuentra que del total de pacientes en Antioquia, el 64% han sido hombres y el 36%, mujeres, que además están en la edad más productiva, de los 20 a los 40 años. Eso, por una parte, hace que se conviertan en vectores de más contagios, aunado a que, por alguna razón cultural relacionada tal vez con el machismo, los varones son los más renuentes a consultar al médico y someterse a tratamientos prolongados. De esta manera, cuando vuelven nuevamente a ellos es mucho más complicada su atención porque ya han hecho resistencia al medicamento.
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“La tuberculosis es una enfermedad viva y que está latente en nuestra comunidad. Por eso, en conjunto con el Municipio, hemos venido ejecutando estrategias conjuntas y ha sido importante el trabajo con el Hospital La María, no solo para la formación del talento humano, sino para crear redes en cada territorio para hacer entender que la enfermedad existe, haciendo conciencia de que hay que tratarla, identificarla, pero además enrutar a los pacientes para que acudan a los tratamientos a través de las EPS”, explicó Arcia.
Por su parte, la líder de Epidemiología de la Secretaría de Salud de Medellín, Rita Almanza, apuntó que toca diferenciar entre la infección y la enfermedad, pues alguien se puede contagiar con la bacteria por ejemplo cuando entra en contacto con una persona que tose o expectora en el bus, en un cine o en un almacén, pero el cuerpo tiene la capacidad de controlar el microorganismo. Sin embargo, si este entra en un organismo débil por una dieta estricta, por una enfermedad o por otra causa que baje las defensas, se puede desarrollar la patología.
De hecho, anotó que, según la misma OMS una de cada cuatro personas en el mundo está infectada por la Microbacterium Tuberculosis, sin que necesariamente signifique que se enferma por ella, pero no se puede dejar el tema en esa especie de ruleta rusa, de manera que el reto monumental que no solo implica al sistema de salud, sino a las personas del común es cortar la cadena de transmisión.
Esto significa tomar precauciones como el uso del tapabocas si se siente moqueadera o tos y lavarse las manos con frecuencia –al estilo de lo que se ha hecho con el covid-19-; si estos síntomas se prolongan por más de dos semanas y eventualmente se combinan con fiebre, sudoración, desaliento y somnolencia, se debe acudir al médico por consulta externa con el fin de que ordene la prueba respectiva, que es la única manera de confirmar el diagnóstico.
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Almanza explicó que el Programa de Tuberculosis en Medellín tiene varios componentes: uno apunta a promover el diagnóstico oportuno y por ello están capacitando y sensibilizando a los médicos para que manden la prueba cada vez que sea pertinente.
Eso se combina con la vigilancia a las instituciones, viendo que cumplan con los protocolos de acuerdo con la guía del Ministerio de Salud.
“La Secretaría suministra el tratamiento de tuberculosis a toda la red pública y privada del distrito, o sea si un hospital captura una paciente, si este es local se le garantiza el esquema básico que es de seis meses y si no es de Medellín, mientras esté acá se le da la medicina más un remanente y se habla con su municipio para que lo reciba”, agregó.
La tercera tarea es el seguimiento para constatar la adherencia al tratamiento, con dos visitas por lo menos. “Cuando el paciente deja de ir a la IPS un día esta pone la alerta y nosotros los buscamos para ver qué le pasó”, agregó Almanza.
Finalmente, hay un equipo de auxiliares de enfermería que atienden a domicilio a pacientes que no pueden ir hasta los hospitales y centros de salud, bien por otras enfermedades, porque son dependientes de oxígeno o porque son tan pobres que no tienen pasajes, por ejemplo.
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También la DSSA despliega acciones similares en los 125 municipios que conforman el departamento. Su personal se comunica con las secretarías locales cuando les toca el turno con el fin de que se preparen y le informen a la comunidad.