A Shirley Paula Romero Campo la asesinaron a tiros en el restaurante de comidas rápidas donde trabajaba para sostener a sus dos hijas menores de edad. Se rehusó a pagar una extorsión, y los criminales tomaron su vida para “saldar” la deuda. Los hechos ocurrieron en Soledad, Atlántico.
Un municipio donde los violentos no dejan de cumplir sus amenazas. A Ana Luz Nava Davadillo, otra joven de 21 años, también la atacaron por no tener con qué pagarle al “paga diario”. Tuvo suerte y alcanzó a ser llevada a un hospital, donde salvaron su vida. Así, en el país se cuentan miles de historias de personas que cayeron en la pesadilla de los paga diarios y de los cobros a punta de pistola.
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Los recientes casos de mujeres víctimas de la violencia, cuyos prestamistas cumplieron la amenaza de tomar sus vidas como forma de pago, prenden una alerta nacional por el descontrolado accionar de estas redes de extorsión. La comunidad reclama y, sobre todo, espera una respuesta contundente de las autoridades, que sin mayor éxito promueven campañas contra este delito, el cual, en vez de disminuir, cada día aumenta.
Según cifras del Ministerio de Defensa, el delito de extorsión ha reportado un aumento del 100% en los últimos diez años; los casos pasaron de 10,6 extorsiones por cada 100.000 habitantes en 2014 a 21,2 extorsiones por cada 100.000 habitantes en 2023.
Los testimonios de las víctimas son dramáticos. Caer en una red dedicada a esto no es más que una condena a muerte en vida. Y lo que es aún más trágico es cuando la víctima ni siquiera es la responsable de adquirir la deuda.
Es lo que le está pasando a Martha*, su caso no es el mismo al de las mujeres anteriores, pero también padece un verdadero calvario. En un santiamén vio cómo su vida se derrumbó por completo ante sus propios ojos, con la impotencia de no poder controlar lo que estaba pasando.
Su tragedia comenzó a mediados de septiembre cuando dejó el celular en un vehículo pedido a través de una aplicación de servicio de transporte. Una vez se puso en contacto, el conductor le devolvió el teléfono. Lo grave vino en las semanas siguientes, cuando comenzó a recibir llamadas y mensajes donde le recordaban el pago de cuotas por préstamos que nunca había hecho.
Alertada por la situación, descubrió que, con los datos que tenía en el celular, como una foto de su cédula, se adquirieron varios créditos durante el tiempo en que su dispositivo estuvo en poder del conductor de la plataforma.Conozca: “No faltar por ningún motivo”: investigan advertencia a alcaldes del Caquetá citados por alias Calarcá para exigirles dinero
“Yo comencé a pagar las deudas que este señor hizo. Sacó muchos préstamos y tuve que pagar mucho dinero. Todos los días me llamaban para que pagara 100 mil, 200, 300 pesos, y así, todos los días. Eran llamadas, llamadas, llamadas; amenazas, amenazas, amenazas, todo el día por WhatsApp. Esto ha sido nefasto para mi vida, para mi familia, para todos los que me rodean”, contó Martha.
Los criminales le enviaban fotografías de lo que le pasaría si no pagaba las cuotas de dinero. La amenazaron con asesinarla y hacerle daño a su familia.
“Esto arruinó mi vida, estoy desesperada, es una situación nefasta. A mí me terminaron mi vida”, dice.
Martha decidió acudir a las autoridades para denunciar su caso. Antes de eso, alcanzó a pagar como parte de la extorsión más de seis millones de pesos. “Cuando puse esto en conocimiento, el Gaula me dijo que ya no pagara más dinero, que nos les respondiera más y eso hice”.
Pese a ello, sigue padeciendo consecuencias de actos que no cometió. “Mis nervios están totalmente quebrados. Tuve que ir al psiquiatra para que me recetaran algo que me tranquilizara. En este momento estoy luchando por mi vida”, relata.
Aunque las amenazas han parado, la vida de esta mujer ya no volverá a ser la misma. Lo más profundo de su intimidad fue ultrajado, y los criminales socavaron su paz y tranquilidad.Siga leyendo: En 2024 caen los homicidios y secuestros, pero la extorsión sigue en aumento, admitió Petro