Investigadores, comunidades y la vasta biodiversidad de flora en Antioquia se acaban de apuntar un nuevo éxito. Un proyecto liderado por el Jardín Botánico de Medellín se quedó con el primer lugar en la convocatoria del Fondo de Conservación EOCA, una organización europea que financia proyectos de conservación, protección y regeneración en todo el mundo, y que en las últimas dos décadas ha invertido más de 5,6 millones de euros en 201 proyectos en 65 países, apoyando iniciativas que abordan la pérdida de biodiversidad y mitigan el cambio climático.
El proyecto Caminando entre las nubes con el que el Jardín Botánico, la Corporación VerdeAgua y la Red CICAPE buscan lanzarse en una cruzada para rescatar tres especies de plantas epífitas amenazadas en el Suroeste antioqueño fue anunciada este viernes 15 de noviembre como ganadora de la convocatoria por votación ciudadana y acreedora de 33.000 euros con los que ejecutarán el proyecto los próximos dos años.
Pero para entender los méritos que tuvo la iniciativa y la importancia que tiene para la biodiversidad de la región es necesario entender qué son las epífitas.
Ana María Benavides, líder de conservación del Jardín Botánico, explica que las epífitas son un grupo enorme de plantas que se caracterizan principalmente por crecer sobre otras plantas, sin ser parásitas.
Entre las epífitas, las orquídeas se llevan la fama por su belleza, pero también están los helechos y las bromelias, estas integran la segunda familia más grande entre este grupo y son unas absolutas toderas. Y aunque están a la sombra de las orquídeas, cumplen roles fundamentales en los ecosistemas, siendo, por ejemplo, claves para regular los microclimas en los bosques, brindan alimento a varias especies, mantienen estables las frágiles poblaciones de polinizadores, entre otras funciones.
El problema es que varias especies de bromelias y en general de epífitas están en rápido riesgo de desaparición por la deforestación, la ganadería y la expansión de la frontera agrícola, según recalca Elver Ledesma, director de la Corporación VerdeAgua.
De manera que en los próximos dos años, apunta Benavides, adelantarán en cuatro reservas en Támesis, Jardín, Carmen de Atrato y Urrao la ambiciosa misión para rescatar, propagar y reintroducir tres especies de bromelias que actualmente se encuentran amenazadas, entre otras razones, porque son especies endémicas, es decir que solo se hallan en la cordillera Occidental.
Elver resalta que es un logro muy importante para la biodiversidad de flora de la región porque pone sobre la mesa la necesidad de volcar esfuerzos para la conservación de especies que no hacen parte de las llamadas carismáticas (como lo son por ejemplo especies de mamíferos, ampliamente conocidas y que usualmente acaparan los recursos y financiación), pero que a pesar de ser plantas desconocidas tienen una importancia vital para los ecosistemas, son verdaderas ingenieras que hacen que las cosas funcionen correctamente.
Ana María señala que el reconocimiento es un espaldarazo al trabajo que adelanta desde hace más de una década el Jardín Botánico, que tiene su reserva biológica en Jardín llamada El Centello, de la mano de la red de 37 reservas naturales de la sociedad civil que son la cara visible del esfuerzo de decenas de familias y cientos de personas que le apuestan a la conservación en el Suroeste.
Además de las acciones específicas para recuperar y conservar bromelias, la investigadora del Jardín Botánico señala que otro de los objetivos es generar un beneficio a la comunidad, por lo cual la otra etapa del proyecto consiste en fortalecer una propuesta para que las comunidades se beneficien de actividades como el avistamiento de flora y el turismo científico, lo que implicará unas capacitaciones de guianza y adecuaciones en las reservas con señalética.
Esto permitiría posicionar al Suroeste como un referente de avistamiento de flora, así como supo posicionarse como referente de avistamiento de aves.
Elver sostiene que hay un potencial enorme que una vez consolidado en estas cuatro reservas puede replicarse en buena parte del Suroeste activando rutas de turismo de naturaleza hasta ahora ocultas.
Ana María apunta que para el Jardín Botánico haber ganado esta convocatoria es un reconocimiento a un pilar que la entidad considera fundamental en su quehacer y es el de garantizar tanto como sea posible la conservación in situ.
Lo que explican los investigadores es que para el Jardín Botánica ha sido una prioridad hacer conservación en el lugar donde están las especies amenazadas, y recalcar que las acciones de conservación deben ir encaminadas a fortalecer las reservas y a las familias que toman la decisión de apostarle al cuidado de cientos de especies ofrendando parte de sus tierras para que se conviertan en corredores biológicos, en conectores de bosques.
“Le llamamos conservación en acción, porque entendemos que la labor científica en Colombia tiene que hacerse en las comunidades y con los actores locales donde están los ecosistemas amenazados”. La cruzada comenzará en firme en enero. Una buena noticia para resaltar en medio de los panoramas siempre desafiantes del medio ambiente en el departamento.