La trayectoria de Susie Wiles, nombrada como la nueva jefa de gabinete del presidente electo Donald Trump, siendo la primera mujer en ocupar ese cargo en la Casa Blanca, es conocida— además de su rol en campañas en el Partido Republicano— por su larga carrera en el cabildeo (lobby).
Wiles trabajó en campañas importantes, incluyendo la de Ronald Reagan y la de Trump en Florida en 2016, donde su gestión fue clave para que el expresidente ganara el estado. También trabajó para líderes como Rick Scott, exgobernador de Florida, y Jon Huntsman, ex embajador de los Estados Unidos en China, cuando se lanzó como candidato presidencial en 2012.
La republicana también trabajó en Ballard Partners, una firma que creció mucho durante la presidencia de Trump y ganó más de 70 millones de dólares en honorarios por lobby representando a grandes corporaciones y otras entidades, según Associated Press (AP).
Representó clientes como General Motors, constructoras de viviendas y la ciudad de Jacksonville, Florida, pero también a empresas polémicas, como Globovisión, una cadena venezolana vinculada a Raúl Gorrín, un empresario acusado de lavado de dinero en Estados Unidos.
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En 2017, Wiles se registró como cabildera de Globovisión, una cadena de televisión venezolana. Según la investigación de AP, el empresario Gorrín utilizó la firma de Wiles y otros para mejorar la relación entre el gobierno de Nicolás Maduro y Trump.
Gorrín, quien tenía propiedades en Miami, usó su influencia para intentar acercarse al gobierno de Trump mientras Venezuela enfrentaba una crisis humanitaria.
Sin embargo, la firma de Ballard terminó su relación con Gorrín en 2018 cuando descubrieron irregularidades, describiendo sus acciones como “fraude”.
Raúl Gorrín fue acusado de desviar grandes cantidades de dinero de Venezuela a través de esquemas de corrupción.
Wiles también trabajó para otros clientes internacionales, como un partido político de Nigeria y un empresario egipcio, Shafik Gabr quien estuvo involucrado en una controversia relacionada con su presunta influencia en una investigación del Congreso de EE. UU. sobre el escándalo de emisiones de Volkswagen.
Gabr habría manipulado la investigación para presionar a Volkswagen a pagarle una cantidad excesiva para resolver una disputa comercial en Egipto, ya que su empresa, Artoc Auto, tenía los derechos de distribución de vehículos Volkswagen en el país hasta finales de 2017.
Además, representó a empresas de juegos de azar y a una compañía canadiense que quería construir una mina en Alaska.
“En nombre de sus clientes, Wiles presionó a la Casa Blanca, al Congreso y al menos a ocho agencias federales sobre regulaciones, políticas federales y desarrollo empresarial”, resume la organización sin fines de lucro estadounidense, Public Citizen.
Entre los clientes de Wiles en el lobby federal, según Public Citizen, también se encuentra una empresa de gestión de residuos que se ha resistido a retirar los residuos nucleares de su vertedero radiactivo y una empresa tabacalera que intentó bloquear las restricciones sanitarias federales sobre sus cigarros con sabor a caramelo, que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU. ha descubierto que son atractivos para los niños.
Estas actividades de lobby federales está llena de “clientes controvertidos que se beneficiarían de que su ex lobista dirigiera la Casa Blanca”, aseguró la organización diez días después del triunfo de Trump.
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Tras la victoria de Trump ante Kamala Harris en las presidenciales, el presidente electo había anunciado su primera elección en cuanto a su gabinete, describiendo a Wiles como una persona “dura, inteligente, innovadora y es universalmente admirada y respetada”, había dicho Trump en un comunicado. “Seguirá trabajando incansablemente para Hacer a Estados Unidos Grande de Nuevo. Es un honor bien merecido tener a Susie como la primera jefa de gabinete en la historia de los Estados Unidos”.
Gabr habría manipulado la investigación para presionar a Volkswagen a pagarle una cantidad excesiva para resolver una disputa comercial en Egipto, ya que su empresa, Artoc Auto, tenía los derechos de distribución de vehículos Volkswagen en el país hasta finales de 2017.
Además, representó a empresas de juegos de azar y a una compañía canadiense que quería construir una mina en Alaska.
“En nombre de sus clientes, Wiles presionó a la Casa Blanca, al Congreso y al menos a ocho agencias federales sobre regulaciones, políticas federales y desarrollo empresarial”, resume la organización sin fines de lucro estadounidense, Public Citizen.
Entre los clientes de Wiles en el lobby federal, según Public Citizen, también se encuentra una empresa de gestión de residuos que se ha resistido a retirar los residuos nucleares de su vertedero radiactivo y una empresa tabacalera que intentó bloquear las restricciones sanitarias federales sobre sus cigarros con sabor a caramelo, que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU. ha descubierto que son atractivos para los niños.
Estas actividades de lobby federales está llena de “clientes controvertidos que se beneficiarían de que su ex lobista dirigiera la Casa Blanca”, aseguró la organización diez días después del triunfo de Trump.
Tras la victoria de Trump ante Kamala Harris en las presidenciales, el presidente electo había anunciado su primera elección en cuanto a su gabinete, describiendo a Wiles como una persona “dura, inteligente, innovadora y es universalmente admirada y respetada”, había dicho Trump en un comunicado. “Seguirá trabajando incansablemente para Hacer a Estados Unidos Grande de Nuevo. Es un honor bien merecido tener a Susie como la primera jefa de gabinete en la historia de los Estados Unidos”.
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Aunque cabe resaltar que Wiles no fue la única figura cercana a Trump involucrada en cabildeo.
Durante la administración de Trump, hubo un aumento del cabildeo (lobbying), donde personas y empresas de todo el mundo buscaban acercarse al poder de la Casa Blanca, a menudo a través del hotel Trump en Washington. Muchos de estos esfuerzos fueron completamente legales, pero algunos aliados de Trump fueron investigados y acusados por trabajar en nombre de entidades extranjeras.
Trump, que había prometido “drenar el pantano” (en referencia a combatir la corrupción y los lazos entre intereses privados y políticos) se rodea de figuras del sector privado o con fuertes conexiones empresariales.
En la primera presidencia de Trump, basada en negociar y cerrar tratos con aliados y empresarios, a menudo de manera directa, abrió la puerta para que el cabildeo (lobbying) se convirtiera en una actividad mucho más prominente en su administración, envuelta en una serie de escándalos de tráfico de influencias.