Faltan menos de 40 días para la renovación del mandato presidencial de Venezuela y nadie sabe dónde está María Corina Machado. No es para menos. La opositora, quien ha dicho en redes sociales y a medios internacionales que no ha salido de su país, es el cerebro que puso al exdiplomático Edmundo González en el tarjetón del pasado 28 de julio.
Los venezolanos votaron mayoritariamente por González según el conteo de la oposición, organismos especializados como el Centro Carter y buena parte de la comunidad internacional que le exige al régimen de Nicolás Maduro que entregue las actas.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) de ese país dio como ganador a Maduro en las elecciones, resultado que fue señalado como fraudulento. Desde ese día, el sucesor de Hugo Chávez y su círculo de poder criminal ha intensificado su persecución contra Machado y todas las figuras de la oposición, incluyendo a González, que tuvo que resguardarse algunas semanas en embajadas europeas en Caracas y luego tomar un avión a España.
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Machado, que fue inhabilitada para ser candidata por los poderes que controla el chavismo, permanece en la clandestinidad con estrictas medidas de seguridad.
Tan solo hace un par de días, Machado y la oposición denunciaron que agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), rodearon la vivienda de Corina Parisca, madre de la opositora, quien tiene 84 años.
“Volvieron a casa de mi mamá esta noche. Cobardes”, denunció Machado en redes sociales. No es la primera vez que sucede.
En el libro “Los restos de la revolución” de la periodista colombiana Catalina Lobo-Guerrero, hay una escena de hace una década en la que los hijos de Machado en Caracas hablan con la voz baja a sabiendas que el régimen interceptó ilegalmente sus teléfonos y su casa.
Machado, cuenta el libro, responde gritando que en su casa ningún hijo suyo tendrá que bajar la voz. Hoy en día, toda su familia, salvo su madre, están en el exilio.Machado, política conservadora de 58 años, es recordada por ser la opositora que cuestionó de frente a Hugo Chávez en el Parlamento, meses antes de que este muera de cáncer.
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Ella ha permanecido en Venezuela y ha apoyado en el pasado a otros opositores para que lleguen al poder, pero Maduro ha seguido atornillado al poder. En esta ocasión, aprendiendo de las lecciones del pasado, Machado ha creado una estrategia que incluye que esté resguardada en un lugar desconocido porque sabe que el régimen irá por ella.
Un extenso perfil publicado en The New York Times hace un par de semanas, reveló que Machado no ve a personas hace meses y que tiene toda la logística prevista para que nadie la encuentre.
Pero está en Venezuela, dice, y no se irá hasta que Maduro salga del poder. Desde ese lugar atiende entrevistas a medios internacionales en una habitación con pared blanca de fondo.
También envía comunicaciones a líderes internacionales para que expresen su apoyo a a la oposición y su rechazo al régimen chavista. En el perfil, Machado confiesa, en medio del asedio, que está “deseando un abrazo”.
Días después a la publicación de ese perfil, el fiscal chavista Tarek William Saab abrió una nueva investigación contra la líder opositora acusada de “traición a la patria” por “conspirar” con el Gobierno de Joe Biden para impulsar en Estados Unidos un proyecto de ley para aislar económicamente más Maduro.
“Los pronunciamientos públicos que la señalada (Machado) ha realizado en torno a este írrito proyecto de ley, la involucran gravemente y constituyen la comisión de los delitos de traición a la patria”, indicó el Ministerio Público en un comunicado.
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El texto señala además que la Cámara de Representantes de Estados Unidos incurrió en “acciones criminales” que son apoyadas por Machado, en la clandestinidad luego de denunciar fraude en las elecciones presidenciales del 28 de julio, y buscan “aumentar el catálogo de sanciones ilegales contra el pueblo venezolano”.
El Ministerio Público también investiga a Machado por la publicación en un sitio web del 80% de las actas electorales, prueba, según la oposición, que Edmundo González Urrutia ganó los comicios presidenciales.
Desde antes, la opositora es investigada por “instigación a la insurrección” a la Fuerza Armada luego de las elecciones en las que Maduro fue proclamado para un tercer mandato consecutivo.
El Consejo Nacional Electoral no ha publicado aún las actas del escrutinio de los comicios, tal y como exige la ley, por un presunto jaqueo del sistema informático.
Pero justamente, esa publicación de las actas es uno de los salvavidas que la oposición ha tenido y que le sirvieron como argumento para que varios países reconocieran a González como ganador, incluyendo a Estados Unidos con Biden a pocas semanas de salir del poder.
Lo que suceda el 10 de enero cuando se produce el cambio de mandato presidencial es incierto, pero todo indica según expertos, que Maduro seguirá en el poder, por lo menos a corto plazo. Ese día, el régimen está preparado para cualquier escenario.
Machado, en las entrevistas que concede, pide a la comunidad internacional mayor presión y tiene la esperanza que con la llegada de Donald Trump al poder se pueda crear una nueva estrategia para enfrentar al chavismo. De hecho, el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, ha sido crítico del régimen venezolano. Países como Colombia han insistido que esperan la publicación de las actas por parte del régimen antes del 10 de enero.
Está por verse qué posición tomarán después de ese día. Mientras tanto, la líder opositora María Corina Machado permanece en la clandestinidad con la esperanza de que Venezuela cambie de rumbo y ni ella y ninguna otra persona que se oponga al régimen tenga que esconderse sino al revés.