Todo un misterio ronda la muerte de un hombre cuyo cadáver fue hallado en las últimas horas dentro de las aguas del río Medellín, a la altura del puente de la Madre Laura Montoya.
Esta infraestructura se destaca porque une las zonas nororiental y noroccidental de la ciudad, además, por ser el puente interurbano más extenso del país.
Este jueves, hacia las 11:30 a.m. los transeúntes avistaron como un cuerpo se desplomaba de la inmensa mole de concreto hacia el cauce del principal afluente metropolitano, quedando inmóvil.
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Esto les hizo pensar que, quien fuera, ya estaba muerto y que el deceso habría ocurrido de manera instantánea al producirse el impacto con el fondo del río, pues de inmediato el cadáver se vio flotar.
Para el rescate fue necesaria la movilización de socorristas del Cuerpo de Bomberos de Medellín que se hicieron presentes en el lugar unos minutos después de ocurrido el hecho.
El comentario inicial fue que se habría tratado de un suicidio. No obstante, horas después las autoridades indicaron que habría sido un “homicidio por arma blanca”, dadas las lesiones que hallaron en esta persona.
Sin embargo, por lo pronto no hay versiones acerca de qué fue lo que sucedió en los momentos previos y quién le pudo ocasionar las heridas.
Adicionalmente, el veredicto sobre las causas de la muerte deberán ser corroboradas por una necropsia de Medicina Legal que dé cuenta si en realidad la muerte habría sido a consecuencia de las cuchilladas o del impacto del cuerpo contra el agua.
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No muy lejos de este sitio, cerca del barrio Sinaí, también en el lecho del río Aburrá o Medellín, el 14 de noviembre pasado las autoridades hallaron el cuerpo sin vida de otra persona.
El cadáver había sido visto el día previo por los habitantes del sector, pero las fuertes lluvias impidieron que la operación de rescate se hiciera con prontitud, teniendo que esperar casi doce horas, hasta el amanecer del día siguiente para recuperar el cuerpo.
Solo que en esa ocasión las autoridades no encontraron señales de violencia como causa de la muerte del hombre de entre 25 y 30 años que no tenía identificación.