Se cubrió los ojos con una chaqueta anudada detrás de la cabeza para no ver nada. Quería salir rápido de la misión que tenía de pillar a sus dos compañeros de juego y tocar siquiera a uno de ellos para intercambiar roles y pasar al lado de los que se esconden. “Se llama gallinita ciega y es el que más jugamos, pero a todos nos gusta escondernos”, dijo D. minutos antes de comenzar lo que solo para tres niños puede ser una verdadera aventura con las habitaciones de una casa como escenario. Esa casa es la misma donde comparten una mamá aunque no sean hermanos, donde comen juntos, hacen tareas, conversan antes de dormir cada noche, les brindan amor y protegen sus derechos.
A. y J., los otros dos niños, también tienen en común con D. que no superan los 8 años, que les gustan las matemáticas y aman los dinosaurios. Pero además los une una realidad que viven miles de niños en el país: por circunstancias que vulneraron sus derechos no pueden vivir con sus familias de origen y se encuentran en un hogar sustituto.
Se trata de hogares que acogen de forma temporal y voluntaria a niños y adolescentes que están bajo medida de restablecimiento de derechos por maltrato, violencias sexuales, abandono, negligencia o desprotección. Cuando llegan a esta modalidad de cuidado significa que no tenían entre sus parientes a ninguno apto o dispuesto para hacerse cargo de ellos con todas las garantías, por lo cual les buscan un lugar transitorio.
La familia sustituta donde están D., A. y J. es solo una de las 220 —acogen en total a 600 menores de edad, tres por cada familia— que tiene activas PAN Corporación Social en Antioquia, que lleva 22 años como operador de este programa del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf). Son por lo menos otros seis o siete operadores de la entidad en el departamento, pero para este artículo no fue posible obtener una respuesta sobre cuántos hogares están vinculados a la estrategia.
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Lo que sí es un hecho es que las familias sustitutas no son un simple resguardo, son más que un techo bajo el cual vivir. Son hogares temporales que les permiten a los niños y adolescentes encontrar cariño, tener adultos responsables que los lleven al médico o a la escuela, les respondan sus preguntas sobre el mundo, les brinden un abrazo afectuoso, les den las buenas noches, cocinen sus comidas preferidas y les enseñen o les permitan resignificar la función de una mamá, un papá, un tío, un hermano o un abuelo.
Miriam Ramírez, la madre sustituta de J., D. y A., empezó en el programa desde agosto de 2012, cuando encontró en esa labor la mejor manera de pasar sus años de pensionada, tras haber trabajado dos décadas en una fundación de menores de edad con derechos vulnerados. 22 años después, considera que es una misión que cumple con el alma y el corazón esa de cuidar a niños que no tuvieron la protección ni el amor que sí tuvieron sus hijos biológicos. En ese tiempo acogió a casi 200 niños y adolescentes de distintas zonas del país y migrantes; para todos ha sido como la mamá de la que por diversas razones tuvieron que separarse.
También ella ha tenido que separarse de sus hijos sustitutos cuando cumplen el ciclo de la modalidad y aprendió a hacer un duelo, desde el amor y el entendimiento, pese al dolor que genera. Se está preparando para pasar la última Navidad con D., para que el Niño Jesús le traiga el último regalo en su casa, porque el 26 de diciembre se lo llevan por decisión del Icbf, por circunstancias con su proceso. D. es el que más tiempo lleva de los tres, ya va a cumplir los 18 meses allí, mientras que J. lleva 7 meses y A. solo 8 días.
“Muchos niños llegan y no conversan, pero luego se van expresivos, hablando mucho, son niños que piden mucho amor, yo se los doy desde que llegan hasta que se van. Algunos llegan en condiciones muy tristes, hasta con desnutrición crónica, maltratados; yo los cuido, les hablo del amor propio, para que se sientan valorados e importantes”. Las palabras de Miriam reflejan lo que varias veces repite: que es una labor tan altruista como gratificante en la que prevalece siempre el bienestar de los menores de edad.
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Un hogar sustituto puede concluir el cuidado de un menor de edad y recibir muy rápido a otro, porque hay lista de espera de niños, niñas y adolescentes que requieren esa protección, por lo cual el Icbf mantiene un llamado a que más familias se vinculen, cumpliendo con un proceso.
Entre algunas condiciones están que la madre o el padre sustituto –porque también hay figura de hombres cuidadores en esta modalidad– deben tener entre 23 y 55 años; vivir mínimo en estrato 2 y tener recursos suficientes para subsistir; disponer en la casa de una habitación para los menores de edad; y, lo más importante, tener tiempo completo para cuidarlos y eso implica llevarlos a la corporación o al Icbf para citas de psicología, administrativas o de otro tipo relacionadas con sus procesos.
Luz Mery Gutiérrez, coordinadora de Hogar Sustituto de PAN, dijo que todos los miembros del hogar deben estar de acuerdo con la acogida, puesto que la llegada de niños y adolescentes cambia las dinámicas cotidianas.
Los niños pueden estar en los hogares sustitutos hasta por 18 meses según avance el proceso de restablecimiento de derechos, que puede derivar en que el menor de edad regrese a su familia de origen o sea declarado en adoptabilidad y encuentre una nueva familia permanente. No obstante, hay casos en los que estas situaciones no se dan y se quedan con las madres o padres sustitutos por más del año y medio. Incluso, algunos pueden durar hasta más de una década bajo esa modalidad.
Ahora que están en vacaciones, Miriam es más flexible con D., R. y A., pueden dormir hasta tarde, ver más dibujos animados, no bañarse tan temprano, pintar y jugar más, compartir con su nieta que va a visitarlos; ayudaron a armar el arbolito, prendieron velitas, comen natilla y buñuelos.
En tiempo de escuela, aunque no cambia el amor de esa madre temporal, vuelven las madrugadas y los deberes escolares, que combinan con una salida o un rato en un centro comercial. “Mi propósito es que les quede en la memoria, así no estén a mi lado, que aquí tuvieron una mamá que los quiso, que los valoró, que los apoyó”, expresó Miriam.