Esta es la historia de una coincidencia, de una premonición, del viaje de un inglés que atravesó el túnel de La Quiebra y del regreso de una locomotora a vapor a los rieles que hace un siglo sacaron a Antioquia del oscurantismo. La máquina número 8 —una Baldwin fabricada en Filadelfia, Estados Unidos, en 1921, traída en barco por partes, llevada por el río Magdalena hasta el centro del país, armada y puesta en funcionamiento en una línea central del ferrocarril, olvidada en los años 60 cuando irrumpieron los motores diésel, salvada del desguace por ser más pequeña que las otras locomotoras vendidas por chatarra, comprada por un filántropo inglés, restaurada pieza a pieza para que volviera a funcionar, traída desde Bogotá después de un operativo con grúas y camiones gigantes y acondicionada durante 5 meses en un parqueadero de Girardota— rodó ayer en la vía férrea del municipio de Cisneros y se convirtió en el primer paso del sueño de construir un tren turístico que, como una suerte de un túnel del tiempo, cruce La Quiebra como hace 100 años.
Hubo bocanada de humo, campaneo, silbato y algarabía que le aguaron el ojo a más de uno en el pueblo de Antioquia en el que viven más pensionados del viejo ferrocarril. Es que hace muchos años no se veía una locomotora a vapor funcionando en estas tierras.
La última en operación comercial que cruzó el túnel lo hizo en 1986 cuando funcionaba el tren turístico de Caribe a Cisneros. Se recordó que ese último viaje lo hicieron el maquinista Jesús Segura y el fogonero Fernando Pachón. Por eso la emoción de ver esa reliquia en acción emocionó a muchos en el municipio que lleva el apellido del cubano Francisco Javier Cisneros, el ingeniero que alcanzó a trazar y a templar 45 kilómetros de rieles del tren entre 1875 y 1885.
Dice Pablo Alejandro Higuita, experto ferroviario y mecánico de la máquina 8, que las locomotoras a vapor fueron la primera gran invención de la Revolución Industrial, es decir, son el símbolo del avance tecnológico del hombre cuando dejó de depender de los caballos para transportarse. Donde aún sobreviven estas máquinas en el mundo y hay sentido de pertenencia se cuidan como tesoros porque son la muestra del desarrollo. “La locomotora 8 es una joya, una máquina que mecánicos del mundo han admirado, es parte del patrimonio nacional. Esta es la única que está operativa en el país, hay dos almacenadas y dos fuera de servicio”, cuenta.
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Este es el principio del sueño de tener un tren turístico de unos 16 kilómetros entre Cisneros y el túnel de La Quiebra. Falta que Invías les entregue en comodato por 20 ó 30 años la vía férrea a los municipios para que la máquina 8 jale los vagones que vuelvan a mover la región. Dice Higuita que sería la mejor celebración posible del centenario del túnel, que se inauguró en 1929.
La locomotora 8 llegó para la prolongación del ferrocarril del norte, que iba de Bogotá a Barbosa, Santander. Trabajó hasta 1963 en la estación de La Sabana trayendo carbón de Lenguazaque (Cundinamarca). En el 65 ya estaba abandonada, aunque estuvo vigente más allá de 1969, según la fotografía más antigua que se conoce. Sin embargo, ya para ese entonces llevaba dos años olvidada en los patios ferroviarios esperando su turno para el desguace. La teoría de Higuita es que se salvó quizás porque quedó en la parte de atrás y cogieron las más grandes para picarlas como chatarra. Así estuvo más de 40 años.
El destino de la 8 comenzó a cambiar cuando en la historia apareció un inglés. Resulta que Eduardo Rodríguez, líder de Turistren, empresa que opera trenes turísticos en Bogotá, le propuso al ingeniero inglés Steve Cossey la idea de restaurar una de las locomotoras abandonadas en la estación de La Sabana. Steve vivió en Inglaterra hasta los 21 años, de niño, en los 60, cuando la máquina 8 empezaba su decadencia, su pasatiempo era el avistamiento de los trenes que van de Londres a Escocia. Rodríguez soñaba con devolverle la vida a estas máquinas y encontró en Cossey al aliado que necesitaba.
En abril de 2011 comenzaron los trabajos de restauración. La locomotora 8 fue trasladada hasta los talleres ferroviarios, donde inició un meticuloso proceso de desmontaje, dejando expuesta su caldera y chasis, que llevaban años acumulando óxido. Una cuadrilla de ocho ingenieros, liderados por Federico Reynales, se dedicó por completo a devolverle la vida a esta joya ferroviaria. Durante 14 meses el equipo enfrentó desafíos técnicos como la fabricación de una de las bielas, pieza esencial para su funcionamiento, que tuvo que fabricarse desde cero utilizando las restantes como plantilla.
El 5 de junio de 2012 la locomotora 8 volvió a funcionar por primera vez en décadas, marcando un hito emocionante en su restauración. Un mes después realizó su recorrido inaugural desde la estación de La Sabana en Bogotá hasta La Caro. Entró en operación y fue utilizada para realizar viajes turísticos, escolares, privados y charters, con la mala suerte que en ese momento inició la transición de Turistren a las máquinas diésel, lo que relegó una vez más a la 8 a realizar viajes solo cuando Cossey venía al país. Fue así como desde 2016 volvió a quedar a merced del sol y del agua, otra vez abandonada en la estación de La Sabana.
En 2021, José Molina, miembro de la junta directiva de Corfeturs, corporación recién nacida que busca promover el turismo en el Nordeste, se enteró de que Cossey visitaría la región para recorrer lo que quedaba de los antiguos tramos del ferrocarril. Sin pensarlo dos veces, se ofreció para recibirlo y mostrarle los caminos. En realidad, el inglés estaba visitando tramos ferroviarios del país, encima de motorodillos, buscando un lugar para llevar la locomotora 8. Ahí se cruzaron los caminos.
Al comienzo, el inglés propuso vender el 50% de la locomotora, pero los altos costos y la falta de vías férreas activas hicieron que este plan no fuera viable. Molina insistió hasta lograr un acuerdo: Cossey le entregó la locomotora en comodato por 20 años. Con este logro el proyecto cobró una nueva dimensión. Personas y empresas comenzaron a interesarse en la iniciativa, aportando ideas y recursos. Finalmente, la máquina fue trasladada a los talleres de Mincivil en Copacabana para iniciar una nueva etapa de restauración. En esta ocasión, el equipo encargado estuvo conformado por Pablo Higuita, Juan Pablo Guevara y Gerson Valbuena. Durante cinco meses, la cuadrilla trabajó con precisión para devolverle a esta joya ferroviaria su esplendor.
El proceso abarcó desde reparaciones estructurales hasta ajustes mecánicos. Entre las principales intervenciones se incluyeron reparación de soportes de cabina, latonería, pintura y soldadura; cambio de la farola por una original y la instalación de nuevos medidores de presión y de frenos. Se ajustaron los ángulos en las manivelas, la longitud de las bielas, el sistema de lubricación; se sustituyeron los inyectores y se reconstruyó el frente por completo, que incluyó la barredera y el desenganchador.
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Tras cinco intensos meses, la locomotora quedó lista para una nueva vida. El miércoles pasado se subió una vez más a la camabaja y fue llevada en caravana a su nuevo hogar. En Cisneros fue recibida con pitos, aplausos y decenas de celulares grabando una escena que parece de otro tiempo: una locomotora a vapor entrando por las estrechas calles al centro del pueblo fundado por el ferrocarril en 1910. Con razón se dice que antes que casas en Cisneros hubo trenes.
“Este ha sido el sueño de muchos en la región. Queremos hacer visible al Nordeste, darle categoría, llevar turistas amantes del patrimonio y de la historia. Es una oportunidad para pequeños y grandes empresarios para dinamizar la economía”, señala Molina.
Ricardo López, presidente de la concesión 4G Vías del Nus, cuenta que la llegada de la máquina es el primer paso del parque ferroviario que se construirá en la zona, un proyecto que integrará el cúmulo de bienes patrimoniales que están en pie: la taquilla de boletos del viejo tren, la estación El Limón, el túnel de La Quiebra, la Casa del Ingeniero (data de 1922) y el viejo hotel de El Limón que hoy es el restaurante Entre Rieles (construido en 1921 bajo los diseños del arquitecto belga Agustín Goovaerts para hospedar maquinistas del ferrocarril).
El objetivo del parque es comunicar todos los bienes patrimoniales con accesos peatonales, urbanismo, iluminación, placas históricas y rehabilitación de los espacios. “Esta locomotora es para que se disfrute como a la Mona Lisa, es para ir a Cisneros, pararse al frente, tomarse la foto y disfrutar de algo histórico”, añade López.
Dice José Molina que ese parque ferroviario está proyectado para cruzar La Quiebra y viajar 100 años atrás. “La idea es salir del túnel y que la gente reciba a los turistas con vestimenta de la época, haya un museo y un parque con las edificaciones patrimoniales. En Suiza hay un tren turístico con una locomotora a vapor que vale 1.000 dólares, acá la vamos a tener en el Nordeste para el disfrute de todos en Antioquia”, cuenta.
La alcaldesa de Cisneros, Lina María Correa Valencia, anticipa que la locomotora se estacionará al frente de la estación Cisneros (construida en 1910) y que ocasionalmente se prenderá para recorridos específicos. Quedará en manos de Corfeturs organizar la oferta turística que integrará a los comerciantes y a los 10 motorodillos que hoy ofrecen recorridos por los rieles.
Dice Fabio Ignacio Mira Valencia, alcalde de Santa Domingo, que el Nordeste ha sido relegado, una especie de cenicienta en Antioquia, pero que en buen momento llegó gente enamorada de la región y de su historia para ver el sueño cumplido de tener de nuevo una locomotora funcionando en la vía férrea.