La muerte del pequeño Miller Osorio el pasado 29 de noviembre, a raíz de la picadura de un alacrán en zona rural de Cáceres, ha puesto los reflectores sobre la vulnerabilidad de la Antioquia campesina ante los insectos ponzoñosos –que a veces pueden representar grandes riesgos– dado que en el departamento pululan varias de estas especies venenosas.
Además, el fallecimiento del menor de dos años también puso la lupa en la disponibilidad de los medicamentos para atender este tipo de emergencias. Esto, porque el niño debió ser trasladado desde Tarazá hasta Caucasia a raíz de una presunta falta de un antiveneno en el hospital del primer municipio.
De acuerdo con la Secretaría de Salud de Antioquia, desde el 16 de octubre el Instituto Nacional de Salud INS ordenó que los accidentes por picaduras de insectos ponzoñosos –como abejas, arañas, ciempiés, orugas y escorpiones– debían reportarse en el sistema Sivigila. Desde entonces, y hasta el 28 de diciembre en Antioquia se han reportado 55 accidentes de este tipo en 20 municipios.
Por ejemplo en la subregión del Bajo Cauca, se presentaron tres casos, cada uno en Caceres, Tarazá y Zaragoza; mientras que en el Nordeste hubo dos casos en Santo Domingo. Por su parte en el Norte, se dio un caso en Toledo, dos en Valdivia y uno en Yarumal; asimismo en el Occidente hubo cuatro casos en Anzá, uno en Frontino y nueve en Santa Fe de Antioquia. En el Oriente hubo 4 reportes de a uno en La Ceja, Marinilla, Rionegro y Sonsón; mientras que en el Suroeste ocurrió un incidente en Betulia, Ciudad Bolívar y Angelópolis y otros dos en Tarso. Finalmente en el Urabá se dio aviso de a un caso en Apartadó y Necoclí así como de a dos casos en San Pedro y Chigorodó.
Incluso en el Aburrá ocurrieron incidentes. Por ejemplo Itagüí y Caldas reportaron de a caso cada uno en estos tres meses y solo en Medellín la cifra ya asciende a 12 casos. A esto se suma el reporte de una persona muerta entre 2022 y 2023 en Girardota por picadura de abejas.
“Toda picadura sería mortal”
De acuerdo con el profesor Sebastián Estrada Gómez, docente de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias de la UdeA, uno de los insectos que más riesgo representa para los antioqueños es el escorpión, también conocido como alacrán, dada la toxicidad de su veneno.
Los más comunes de hallar en el departamento son los escorpiones de la familia buthidae con sus géneros tityus y centuroides, sobre todo los margaritatus y gracilis.
“Por ejemplo en el Occidente sobre todo en las zonas más cálidas de la subregion es común encontrar los eduarsi. En Bajo Cauca, Magdalena Medio y Nordeste, los tytius fuhrmanni, antioquensis y asthenes, que es tal vez el más peligroso por su veneno. En Suroeste hay opisthacanthus y antioquensis. En el Oriente, en la vertiente del río Magdalena hay pachyurus y en las zonas mas altas hay chactas. Y en el Urabá hay antioquensis, opisthacanthus y chactas”, detalló el profesor.
Tal vez los nombres científicos de estos arácnidos no digan mucho a las personas pero nombres como “Patiamarillo” o alacranes de colores negro, café o rojo encendido en todo su cuerpo sí sean motivo de alerta para campesinos y lugareños.
“Por ejemplo, los tytius son de estos colores vivos. El asthenes es negro, pachyurus es rojizo y fuhrmanni es café. Pero más que relajarse por si tienen uno u otro color hay que recordar que todos los escorpiones, que la gente también los distingue como alacranes, son venenosos. Solo que algunos tienen un veneno un poco más leve. Aún así toda picadura debe atenderse con la misma premura que si lo hubiera hecho el más mortal de los insectos. Uno no se puede confiar y lo mejor es ir rápidamente al hospital”, detalló Estrada.
El profesor recordó que muchos de los escorpiones son de hábitos intradomiciliarios, por lo que es más común de lo que parece encontrarlos dentro de las casas, principalmente en zonas rurales.
“Ellos buscan, sobre todo, espacios húmedos como los rincones, porque la humedad y la hidratación es vital para su existencia. Por eso aparecen sobre todo en closets oscuros y cerrados y en prendas como los zapatos. Ellos también se meten a las casas buscando insectos como las cucarachas para alimentarse. Así que si usted quiere tener a los escorpiones por fuera, mantenga su casa aseada y las cucarachas alejadas”, detalló.
Cabe recordar que el escorpión pica cuando se siente amenazado y sobre todo si se le pone presión sobre su lomo, toda vez que ante esto –por instinto– usa su aguijón. El docente recordó que en caso de una picadura de escorpión o alacrán, estas se consideran accidentes escorpiónicos y su nivel varía entre leve, moderado y grave y aún así todas requieren atención médica de urgencia sobre todo si los pacientes tienen menos de 5 años o más de 65 años.
“Lo habitual es que haya dolor, ‘fiebre’ en la zona picada y enrojecimiento en el mismo punto, así como calambres. Pero cuando usted empieza a sentir nauseas, quiere decir que el accidente deja de ser local para afectar a más sistemas del cuerpo. Si se empieza a sentir como un cuerpo extraño en la garganta, como si tuviera un pelito, ahí se necesita acelerar la atención médica porque hay riesgo de afectación de la función respiratoria y cardiaca. Y si se llega a ese punto aumentan demasiado las posibilidades de morir”, añadió.
En busca de nuevas curas
El tiempo para que se suministre el suero antiescorpiónico debe ser el menor posible porque cada picadura y paciente son casos que deben tratarse de manera individual toda vez que hay muchas variables que juegan en contra del paciente, pues no es lo mismo el efecto en un niño que en un adulto, ni lo mismo en un adulto mayor que en un joven.
Frente a la disponibilidad del suero para atender estas emergencias así como otras picaduras mortales, según la Gobernación de Antioquia y de acuerdo con la circular 048 de 2022 emitida por el Ministerio de Salud, las ESE de los municipios y las IPS con servicio de urgencias deben contar con suficiencia de antivenenos para atender a los pacientes.
“Actualmente el INS es la entidad que produce y distribuye estos antivenenos y las ESE pueden tramitar la compra directamente con ellos”, dijo la Gobernación.
”La cuestión es que posiblemente haya instituciones que no lo tengan. Yo en mi trabajo veo que en muchos accidentes sí se aplica el tratamiento antiescorpiónico o al menos su dosis inicial, pero en otras ocasiones los pacientes llegan sin que les apliquen el antiveneno”, dijo Jorge Marín Cárdenas, médico especialista en Toxicología Clínica.
A eso hay que sumar que cada vial tiene un costo de hasta $400.000 pesos, y para atender un niño se pueden requerir hasta cuatro.
Por su parte, otras fuentes desde la academia comentaron que hoy en día ni en Antioquia ni en Colombia hay producción propia de suero antiescorpiónico, ya que el que se usa habitualmente es importado de México, país donde se pueden dar unos 1.000 accidentes al año.
“La cuestión es que los últimos lotes se importaron a principios de este año, pero parece que ya no se importarán más. Debe haber algunas dosis en el mercado. ¿Con qué se está atendiendo a la gente? No lo sé. Pero el asunto es delicado teniendo en cuenta lo que pasa por ejemplo en Santa Fe de Antioquia, donde abundan los escorpiones”, aportó también Estrada.
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Ante esta situación la gobernación detalló que el Centro Regulador de Urgencias y Emergencias de Antioquia Crue, ubicado en Medellín, cuenta con una reserva para apoyar casos de urgencias en todo el departamento. Aún así es fundamental que haya garantía de acceso al medicamento de forma rápida para evitar complicaciones como las que habría sufrido el pequeño Miller toda vez que cada picadura se debe atender en los hospitales.
”No creo que la falta de algunas dosis se dé por el precio o por escasez, ya que es fácil de conseguir, sino que es más bien un asunto de desconocimiento desde lo administrativo. A Colombia llega el antiveneno mexicano que es uno de los mejores pero también se puede importar desde Brasil o Venezuela por parte del Ministerio o de los hospitales”, comentó Marín.
Para tal fin es esencial que avance el proyecto de construcción de una planta para la creación de antivenenos para los mortales insectos, actualmente la Universidad de Antioquia lidera una iniciativa de este tipo y se espera que su construcción inicie en 2025 para operar entre 2026 y 2027.
“Mientras dependamos tanto de lo que se produzca en Bogotá van a seguir pasando casos donde no haya viales. Hay que buscar un mejor mecanismo de distribución y por eso es que la UdeA junto a unos privados iniciamos este proyecto con el que esperamos surtir a Antioquia y a otras regiones del país. Debemos ser autosuficientes en el abastecimiento de antivenenos porque tal vez seamos uno de los territorios con más accidentes en el país”, detalló Estrada.