Llegar al corazón del brote de tosferina que ha tenido en vilo a tres resguardos indígenas embera katío de Urrao, en el Suroeste antioqueño, no es tarea fácil. En plena selva, incomunicados, a dos o tres días de camino desde la cabecera municipal, los habitantes recibieron la visita de equipos de salud que llevaron vacunas, evaluaciones médicas y antibióticos para evitar que la enfermedad se siga propagando. La prioridad son los niños y niñas, para que no crezca más la lista de fallecimientos, que ya va en cuatro menores de edad, según los casos confirmados hasta el momento.
Dice John Javier Carupia, líder indígena de Urrao, que en ese municipio son unas 3.500 personas embera katío entre los tres resguardos —Valle de Pérdidas, Majore-Ambura y Andabu—, todos afectados por el brote, que se salió de las manos por las mismas condiciones que enfrentan estas comunidades: “El indígena, cuando se enferma un niño, se demora 8 o 10 días para poderlo sacar, mientras eso el brote estaba ya dentro de la comunidad, entonces, fue algo que no se pudo avisar a tiempo”.
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La distancia es tal que los tres equipos que envió la Gobernación de Antioquia, en articulación con las alcaldías de Urrao y Betulia, los hospitales municipales y la EPS Savia Salud —en la que está afiliada la mayoría de indígenas de la zona— tuvieron que ingresar en helicóptero y saldrán este jueves 9 de enero también por aire, tras cinco días allí, bajo estrictas recomendaciones de protección, pues están en zona desconocida, alejada, a la que no están habituados y enfrentados a peligros tan graves como una mordedura de serpiente.
Cada grupo, conformado por seis personas entre epidemiólogos, enfermeros, vacunadores, auxiliares de enfermería, médicos y traductores, se encuentra aislado y solo cuando salgan podrán entregar un reporte preciso de la situación, explicó Marcela Arrubla Villa, epidemióloga de la Secretaría de Salud e Inclusión Social de Antioquia.
Antes de la llegada de los equipos las alarmas se prendieron cuando, el 19 de diciembre pasado, un pediatra del Hospital General de Medellín alertó por tres menores de edad indígenas hospitalizados que habían sido remitidos desde el Suroeste, pero la situación se complicó cuando dos de ellos fallecieron. En la ciudad, la Seccional de Salud trataba de definir el origen de la enfermedad, mientras que en el cabildo indígena municipal de Urrao recibieron también el reporte de varios niños y niñas afectados por una enfermedad que aún no tenían diagnosticada y que causó preocupación. Otros dos menores de edad fallecieron antes de llegar a Medellín tras ser remitidos. Todos por tosferina y todos con el esquema de vacunación incompleto.Lea también: “Nos estamos muriendo”: piden apoyo aéreo para atender a 19 indígenas con síntomas de posible malaria en Urrao, Antioquia
Según lo que lograron determinar las autoridades de salud, el contagio pudo haber empezado en noviembre pasado durante la cosecha cafetera, donde indígenas adultos encontraron en esta actividad una forma de sustento, se pudieron contagiar y llevar la enfermedad a sus comunidades, indicó la epidemióloga de la gobernación. Pero, por las distancias de los resguardos y la complejidad para comunicarse, los primeros cinco equipos de respuesta inmediata que envió el Departamento al casco urbano de Urrao empezaron labores el 31 de diciembre en los centros de paso que tiene esta población en el pueblo, donde vacunaron, entregaron medicamentos y han realizado hasta el momento casi 250 atenciones, entre ellas a unos 180 niños y niñas.
Ellos son prioridad, porque son los únicos a los que la enfermedad puede matar, al tener un sistema inmunológico sin suficientes defensas y por factores de riesgo como la desnutrición y vacunas incompletas. ¿Cómo en esta época una enfermedad evitable sigue matando niños? Arrubla Villa explicó que la tosferina no está en rango de eliminación ni erradicación, sino de control y que no se espera que tenga picos inesperados como el de Urrao, ya que se previene por medio de vacunas.
Estas deben aplicarse a las mujeres gestantes en la semana 26 de embarazo y cinco dosis más a los bebés, a los 2, 4, 6 y 18 meses de nacidos, y a los 5 años. El esquema completo es clave para evitar el contagio, que se da de persona a persona, por medio de tos o estornudos, y que se complica al no contar con anticuerpos.
En palabras de la epidemióloga, al principio, los síntomas pueden ser tos normal, malestar, congestión nasal, dolor de cabeza, como el de una gripa. Es el momento más crítico del contagio, por lo cual ante cualquier gripa se deben tener medidas como usar tapabocas, lavarse con frecuencia las manos y evitar lugares muy concurridos.
Al pasar el tiempo, el daño real de la tosferina no lo hace la bacteria, sino la toxina que la bacteria genera y que causa irritabilidad en el sistema respiratorio; es cuando empieza la tos seca y continua, que en menores de edad es signo crítico de dificultad respiratoria y se deben llevar inmediatamente al médico porque hay un daño grave: “Los chiquiticos desarrollan algo que se llama tosferina maligna y, por lo general, más o menos en un 70% de casos esos niños mueren”. Y hay que tener en cuenta que cualquier niño sin vacunar, en zona rural o urbana, puede correr esta suerte.
Por su lado, Carrupia contó que en las comunidades indígenas existen barreras no solo de lejanía o de idioma, de pobreza o desnutrición, sino también culturales y de creencias como el miedo a las vacunas, por lo cual los menores de edad quedan con esquemas incompletos. “Muchas veces el indígena no tiene el conocimiento o se basa en el conocimiento ancestral, que hoy en día no funciona para nuevas enfermedades que antes no se veían en los territorios. Hay un choque entre la espiritualidad indígena y las nuevas enfermedades”, dijo.
Mientras que para el líder indígena hace falta más acompañamiento con enfoque étnico a las comunidades para que tomen conciencia sobre la importancia de la vacunación —lo que implica mejorar la comunicación con los representantes de los resguardos—, los equipos de profesionales siguen haciendo lo posible para romper la cadena de transmisión, y generando pedagogía para que accedan a servicios de salud en el municipio donde se encuentren, acercándose a los hospitales.
Las autoridades de salud saben que deben estar disponibles en los días siguientes para seguir enviando personal a zonas apartadas de Urrao, el segundo municipio más grande de Antioquia. Y la semana que viene se va a desplazar un equipo de respuesta inmediata a apoyar la búsqueda de sintomáticos respiratorios en el municipio de Betulia, en especial en las fincas cafeteras.
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