El año pasado, como ocurre desde el 2022, cuando se acabaron por fin los confinamientos y las restricciones por la pandemia del covid, y Medellín se convirtió en uno de los atractivos más apetecidos por los viajeros de todo mundo, el turismo ocupó buena parte de la agenda de la ciudad: discursos políticos, noticias en los medios de comunicación y conversaciones de bar, cafetería o andén.
Tanto es así que una de las prioridades del gobierno de Federico Gutiérrez después de llegar a la Alpujarra fue la creación de una secretaría de Turismo y Entretenimiento. Pese a que tuvo algunas críticas por un eventual aumento burocrático, la iniciativa se sustentó en que esta industria le deja a la ciudad más de 80.000 empleos formales directos y deja un recaudo de impuestos cercano a los $70.000 millones.
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Además, con más de un millón de visitantes al año, Medellín se convirtió en la ciudad más visitada del país y una de las más apetecidas en el continente, con turistas que dejan en la ciudad más de US $700 millones al año. No en vano, cada vez son más frecuentes las noticias de apertura de nuevos hoteles y de planes turísticos, discotecas, restaurantes y conciertos de talla mundial.
Pero la Secretaría de Turismo se creó no solo para promover a la ciudad como destino turístico a nivel internacional, sino también para controlar y vigilar a los extranjeros que llegan en busca de explotar mujeres y de cometer las fechorías que temen hacer en sus países de origen. La fuga de Timothy Alan Livingston, el extranjero que fue encontrado el pasado abril con dos menores de edad en una habitación de un hotel de El Poblado donde había drogas y condones usados fue, con seguridad, una de las más leídas del año.
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También fue noticia que el alcalde de Medellín empapeló el aeropuerto de Rionegro y algunas calles de la ciudad con mensajes en contra de la explotación sexual de menores, cerca de una decena de extranjeros fueron detenidos en los puestos de Migración y devueltos a sus países de origen por tener alertas relacionadas con delitos sexuales. Las capturas en ese sentido se multiplicaron: en 2023, durante la alcaldía de Daniel Quintero, solo un extranjero fue capturado en la ciudad por el delito de explotación sexual y comercial de niños, niñas y adolescentes. En el 2024, más de una docena fueron capturados por ese mismo delito. Además, se decretaron toques de queda para menores de edad en zonas de alta influencia turística como Provenza, el Parque Lleras o La 70.
A la Secretaría de Turismo también se le entregó la responsabilidad de mantener en cintura las viviendas de renta corta que se multiplicaron rápidamente como un virus por toda la ciudad afectando no solo los precios del suelo sino la convivencia dentro de los barrios. Para el 2025, esta dependencia tendrá un presupuesto de inversión de $22.907 millones.
Todos estos problemas resultantes en buena medida del turismo masivo no han sido ni son exclusivos de Medellín, de hecho son casi un patrón en las grandes ciudades del mundo, pero sí son una muestra del camino que tiene por recorrer la ciudad si pretende seguir creciendo en turistas que dejen riqueza (económica, social, cultural) y no dolores de cabeza.
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Para eso es indispensable un buen diagnóstico, conocer el turismo, tener información, cifras, datos. Y en eso Medellín va bien. Aquí hay un Sistema de Inteligencia Turística que tiene datos, muchos datos: con corte al 30 de noviembre (faltan los de diciembre) en 2024 a Medellín llegaron cerca de 1,1 millones de visitantes, una cifra que cuando tenga los datos de diciembre, donde hubo conciertos de Feid que llevaron la ocupación hotelera al 80%, superará por poco a los 1,2 millones de turistas que recibió la ciudad en todo el 2023.
Según Migración Colombia, a los aeropuertos de Medellín y Rionegro llegaron (entre enero y noviembre) 825.000 extranjeros a hospedarse en Antioquia, principalmente en Medellín y en el Valle de Aburrá. Lo que da cuenta de que la llegada de turistas se ha estabilizado en los últimos años después del boom del 2022, cuando la cifra de turistas a la ciudad llegó a 1,4 millones.
De 10 turistas que llegan a Medellín, seis son hombres y cuatro, mujeres. Tres tienen entre 30 y 50 años y también tres llegan desde Estados Unidos. Uno es centroamericano, de Costa Rica o Panamá. Nueve dicen que viajan por turismo y ocho llegan en avión. En promedio se quedan cinco noches y se gastan por noche US $196 si son extranjeros o US $163 si son colombianos. La atracción predilecta son las escaleras de la comuna 13 donde el relato y el mito de Pablo Escobar han desplazado los testimonios y las muestras de resiliencia (sí, a veces hay que usar esa palabra) de los habitantes del barrio. Luego están el Parque Arví, el Jardín Botánico y el Parque Explora.
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También hay cifras de hospedaje: en 2024 la ocupación de hoteles cerrará en una cifra cercana al 68%, por debajo del 72,6% del 2023 y del 77% del 2022. Uno de los mejores meses del año fue agosto, que por cuenta de la Feria de las Flores le representó a los hoteleros una ocupación del 76,3%; el otro fue noviembre, donde la ocupación llegó al 78%. Mientras que los meses más malos fueron mayo y junio, donde solo 6 de cada 10 camas tuvieron inquilino. Aún así, Medellín registró los mejores indicadores de ocupación hotelera del país, por encima de ciudades como Bogotá y Cartagena.
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Según Sandra Restrepo, la directora ejecutiva de Cotelco en Antioquia, esta caída en la ocupación se explica por dos factores: el primero es que aunque los turistas extranjeros se mantuvieron e incluso han subido, los turistas locales han caído, dice ella, por la situación económica del país. La segunda es que la oferta de hoteles también ha subido en la ciudad: actualmente hay 28.579 camas, eso es 6,6% más de las que había en 2023. Así que si las camas subieron 6,6% y la ocupación bajó 5% quiere decir que los visitantes fueron más o menos los mismos, lo que pasó fue que la demanda no subió tanto como la oferta.
No obstante, el panorama de las rentas cortas sí ha dado señales de una caída o al menos del fin de una etapa de efervescencia que puso a todo el mundo a buscar en el diccionario lo que significaba gentrificación y turistificación: al cierre del 2024, en Medellín había poco más de 8.394 viviendas turísticas inscritas en el Registro Nacional de Turismo, cuando en diciembre del 2023 eran 12.200, una caída del 31%. Además, la ocupación de estos tipos de hospedaje de renta corta sigue estando muy por debajo de los hoteles. Por ejemplo, en noviembre fue de apenas el 48,7%.
De acuerdo con La Lonja, la agremiación que reúne a las inmobiliarias de la ciudad y el departamento, esta caída tiene que ver el desarrollo de varios proyectos especializados en vivienda turística (19, según la Alcaldía), lo que aumenta la oferta y también la vacancia en aquellos apartamentos de renta corta en urbanizaciones residenciales que suelen ser una oferta más informal e incluso contraria a las normas.
Además, dicen que el aumento del control y vigilancia, sumado a que ya hay más conocimiento sobre las normas, ha hecho que quienes ofrecían alojamientos de rentas cortas sin cumplir con los requisitos dejen de hacerlo.
Para este 2025, la Alcaldía proyecta la llegada de 1,8 millones de turistas a la ciudad. Las preguntas son las obvias: ¿cómo conseguirlos? y, sobretodo, ¿cómo recibirlos?