A 150 metros bajo tierra buscan el agua subterránea que blinde al Valle de Aburrá frente al cambio climático

Polilla Da Silva dirigirá a JuanFer Quintero en América.

Este mes se dio una de las noticias más importantes en materia hídrica en la ciudad. El anuncio cae como “agua fresca” en estos días secos que actualmente atraviesa el Valle de Aburrá.

Según detalló el Área Metropolitana, por primera vez la entidad se aventura en hacer avances de mayor envergadura en el mapeo de las aguas subterráneas, las cuales viene monitoreando desde octubre incluso a veces a más de 150 metros de profundidad, todo un hito para la entidad ambiental.

Cuando se habla de aguas subterráneas se hace referencia a los acuíferos. Estos son formaciones geológicas capaces no solo de almacenar sino también de permitir la circulación de agua bajo tierra, y que podría convertirse en una fuente de este recurso en futuras sequías. Sería el gran seguro de agua que garantice el abastecimiento de las próximas generaciones.

De acuerdo a los estudios realizados por las universidades Nacional y la de Antioquia, en conjunto con el Área, el Valle de Aburrá tendría tres importantes acuíferos: un acuífero libre en el Valle de Aburrá, otro semiconfinado y uno más bautizado Dunita de Medellín.

El libre está conformado por los depósitos aluviales (acumulaciones de sedimentos que se depositan en los cauces y en las llanuras de inundación) del río Aburrá-Medellín y sus afluentes, así como los depósitos de vertiente. Por ello, este acuífero se extiende en casi todos los municipios de la subregión, rodeando las principales quebradas de los 10 municipios, así como el Medellín-Aburrá en toda su extensión desde Caldas hasta Barbosa.

Por su parte, el acuífero semiconfinado lo conforman los depósitos de origen aluvial que fueron separados del acuífero libre por una capa sellante de carácter arcilloso, como si fueran “bolsas”. El acuífero semiconfinado estaría localizado en la parte central y sur del valle, es decir, en una zona que cobija municipios como Caldas, La Estrella, Sabaneta, Itagüí, Envigado y Medellín.

Finalmente el acuífero de la Dunita de Medellín es el que podría estar almacenando agua al oriente de Medellín y de Envigado así como al occidente y oriente de Bello, gracias a la porosidad de las rocas de estas zonas de la ciudad por las que permea el agua que reciben.

Según Marcela Arboleda Acevedo, profesional universitaria de la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana, con las profundas exploraciones que la entidad viene realizando desde finales de año pasado se busca desentrañar los secretos de las aguas subterráneas de la subregión.

Para esto, el Área se está valiendo de piezómetros, aparatos que miden el nivel del agua subterránea. Tienen un tubo de PVC cuyo extremo inferior perforado permite el ascenso del líquido por su propia presión hidrostática. El piezómetro permite medir diferentes variables hasta químicas y biológicas de los cuerpos de agua y cuyo monitoreo se convierte en un sistema de alarma temprana en caso de que se presenten disminuciones drásticas en el nivel de los acuíferos.

Para el Área –con la información recogida de los dos piezómetros que ya operan a 80 metros en predios de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot de Medellín y a 90 metros en el parque-biblioteca Débora Arango de Envigado – se podrá garantizar la sostenibilidad del recurso hídrico frente a la creciente demanda y los efectos del cambio climático que ponen en riesgo a los acuíferos.

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“La entidad ejecuta varios tipos de monitoreo en este recurso: medir la cantidad de agua, su calidad, la profundidad en la que está, su temperatura, sus líneas de flujo, sus procesos de evaporación y su formación geológica, con el fin de determinar posibilidades de aprovechamiento del recurso en actividades específicas como, uso industrial, doméstico y agropecuario”, apuntaron desde la entidad.

Además, la exploración permitirá identificar las zonas de recarga y descarga de los acuíferos así como evaluar la capacidad del mismo para transmitir agua, lo cual permite definir tasas de recarga de los acuíferos y una posible extracción sostenible.

Actualmente, el piloto que se desarrolla en Medellín y Envigado tiene un costo de $560 millones, cifra que –según el Área– está determinada por las condiciones técnicas del punto a perforar por lo que en otras exploraciones futuras podría tal vez aumentar o disminuir.

Según dijo Arboleda, hasta 2027, cada año se instalarán otros dos piezometros en diferentes partes del Aburrá para seguir monitoreando y trazando el flujo de las aguas subterráneas.

“Actualmente elegimos estos puntos de Medellín y Envigado porque revisten bastante interés para la exploración dada su cercanía con afluentes como la Ayurá y el río Aburrá. Y si bien en estos puntos hemos llegado hasta los 150 metros buscando los acuíferos puede que en los demás puntos lleguemos a profundidades mayores. Habrá que determinar técnicamente con parámetros y sondeos geofísicos –y con el comportamiento del agua– donde iremos ubicando los demás piezómetros en el Aburrá”, añadió.

Según el Área Metropolitana, en la subregión hay más de 92 puntos de monitoreo de agua subterránea, los cuales están representados en 62 aljibes o excavaciones poco profundas, diez pozos, seis manantiales, cinco totalizadores de agua lluvia (contenedores de agua lluvia para conocer con pruebas isotópicas como se mueve al agua subterránea y en que partes del valle y la montaña se recarga), más los dos piezómetros.

Además, se ha sabido que los tres grandes acuíferos del Aburrá contienen cerca de 212 millones de metros cúbicos de agua, es decir, una reserva equivalente a 17 veces toda el agua almacenada en la represa de La Fe en El Retiro que incluso puede recargar los 4.000 cuerpos de agua a superficie que tiene el Aburrá, sobre todo en épocas de sequía.

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De otro lado, de acuerdo con la información emanada desde Corantioquia, en el departamento también hay acuíferos en las subregiones del Bajo Cauca, Magdalena Medio, Occidente y Suroeste.

Por ejemplo, en los municipios de Puerto Berrío y Puerto Nare se han identificado siete zonas con acuíferos libres y nueve con acuíferos confinados, utilizados principalmente para abastecimiento doméstico y para la industria petrolera.

Por su parte, Yondó se identificaron dos puntos de los que se extrae agua subterránea para la industria petrolera y para surtir los acueductos de los corregimientos San Luis y El Tigre. De otro lado, en Santa Fe de Antioquia, Sopetrán, Liborina y Olaya hay ocho puntos para extraer agua de la tierra para usos domésticos y turísticos. Mientras que en el Bajo Cauca, según Corantioquia, se estima que el volumen de agua subterránea podría rondar los 3.300 millones de metros cúbicos almacenados en los acuíferos libre. Finalmente, en La Pintada y en Valparaíso se han identificado dos unidades acuíferas correspondientes a la Formación Amagá, así como 49 nacimientos, 37 aljibes y un pozo.

Sin embargo, pese a la abundancia que representaría el recurso con cerca de 1.000 pozos que habría en el Valle de Aburrá, existen fuertes normas como planes de manejo y de ordenamiento del recurso hídrico para proteger estas últimas reservas de agua que nos queden, toda vez que el despilfarro del recurso hídrico es importante en la ciudad.

De hecho, según la Universidad Nacional, en el Valle de Aburrá se consumen cada año casi 250 billones de metros cúbicos de agua, entre la potable suministrada por EPM y acueductos de otros prestadores del servicio y la subterránea, con una pérdida del 34 %, es decir, más de 85 billones de metros cúbicos de agua desperdiciada, que aunque puede ser una pérdida “aceptable” dentro de las cuentas de los expertos, no deja de ser una cifra escandalosa en medio de un panorama climático cada vez más complejo por el calentamiento global.

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