¿Donald Trump quiere cambiar el orden mundial con su guerra de aranceles?

Concepción es un municipio antioqueño que tiene una importante oferta turística y destaca por sus colores y tradición paisa.

Donald Trump completó 14 días en el poder y no ha perdido el tiempo, como prometió. Desde el salón Oval de la Casa Blanca mueve sus fichas para reconfigurar el ajedrez del orden mundial, siguiendo más el papel de un empresario que arrasa a la competencia que el de un mandatario que busca tejer alianzas y buenas relaciones. La imposición de aranceles a México, Canadá y China puede traer consecuencias aún no conocidas.

Estos primeros movimientos desataron una guerra arancelaria, pasaron por encima de varios organismos multilaterales, implantaron una política agresiva con los migrantes y creó posibilidad de que se tejan nuevas alianzas en las que antagónicos de Estados Unidos como Rusia y Venezuela empiecen a jugar un papel importante.

“A partir de hoy, nuestro país florecerá y volverá a ser respetado en todo el mundo. Seremos la envidia de todas las naciones y no permitiremos que se sigan aprovechando de nosotros”, dijo Trump durante su discurso de posesión el pasado 20 de enero.

Las advertencias del hombre de 78 años estaban cantadas desde su campaña. Considera que EE. UU. les ofrece a sus aliados –políticos y comerciales– unas condiciones “excesivamente ventajosas”.

El paquete de órdenes ejecutivas que firmó horas después de jurar en su cargo y la imposición de aranceles a México, Canadá y China evidencian la intención del mandatario por aislarse.

“Optó por el proteccionismo antes que el libre mercado y los aranceles serán su herramienta de dominio. En términos institucionales, es una persona que tampoco cree en los acuerdos: se retiró del Acuerdo de París y amenaza con salir de la Organización Mundial de la Salud. Sus acciones demuestran que él representa la caída de un orden, pero también el inicio de uno nuevo que realmente atemoriza a muchos”, explicó Manuel Alejandro Rayran Cortés, investigador de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado.

El estilo deTrump está basado en el matoneo diplomático: sabe que tiene un mercado de 335 millones de personas y que, pese a sus aranceles, sigue siendo muy atractivo para la mayoría de países. Por eso llegó imponiendo condiciones y amenaza con sus sanciones.

Hasta ahora el mandatario ha optado por acercarse a presidentes que, como él, parecen autoritarios, niegan las consecuencias del cambio climático y minimizan los temas de derechos humanos.

Ha sostenido encuentros con Nayib Bukele de El Salvador, Javier Milei de Argentina y reconoció contacto con Vladimir Putin. Esas cercanías también lo han alejado de otros.

“Va a haber una distancia importante también entre la Unión Europea y Estados Unidos. Eso va a implicar un cambio importante en lo que tiene que ver con las políticas hacia Ucrania, pero además en la cercanía frente a la OTAN”, señaló Christian Chacón Herrera, profesor de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

Trump ya puso sobre la mesa la discusión de los aportes netos de Estados Unidos a la OTANy su eventual retirada –total o parcial– de ese tratado podría dejar al desnudo la seguridad de muchos países europeos.

“También debemos tener en cuenta cuál es nuestra fuerza. Somos una potencia económica. Estamos muy interrelacionados con Estados Unidos”, dijo Andrius Kubilius, comisario europeo de Defensa sobre las presiones de Trump para quedarse con Groenlandia, territorio que pertenece a Dinamarca.

“No es que alguien nos diga lo que tenemos que hacer y nosotros lo sigamos. No deberíamos subestimar nuestro propio poder”, añadió el comisario.

En este punto, los analistas consultados por este diario coinciden en que las condiciones que impone Trump son también una oportunidad para que muchos países desarrollen nuevas estrategias de política exterior donde norteamérica no sea el centro.

“Los estados menos poderosos, en principio, tendrán que asumir lo que se venga con Trump. Pero irán desarrollando nuevas estrategias con el propósito de diversificar sus relaciones con otros países, que les pueden ofrecer otro tipo de trato: no solo comercial, un trato digno entre pueblos”, señaló Rayran Cortés.

China, la Unión Europea, India y África podrían empezar a ser protagonistas en esa reconfiguración de las relaciones diplomáticas.

Desde este martes, 4 de febrero, México, Canadá y China, tres de los más importantes socios comerciales de Estados Unidos, verán como sus importaciones a ese país cargarán con aranceles del 10% (China) y 25% (México y Canadá).

Analistas prevén el inicio de una guerra comercial propuesta por Trump bajo la justificación de que estas tres naciones no toman acciones para reducir el tráfico de fentanilo, que ha causado al menos 75.000 muertes por sobredosis al año en EE. UU.

Al respecto, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), afirmó en un comunicado que la imposición de aranceles a México, por ejemplo, provocará afectaciones a la estabilidad económica de América del Norte, además de que se ponen en riesgo los avances logrados en el trabajo en conjunto entre las tres naciones, ya que el tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) es una herramienta importante de comercio exterior para el desarrollo de toda la región.

Y es que el aumento en los costos de exportación podría traducirse en una disminución de la competitividad de los productos originarios de los países afectados por la medida, impactando la competitividad regional y poniendo en peligro los empleos dependientes del comercio trilateral.

Para Diego Palencia, analista financiero, el gobierno de Trump está siendo consecuente con su política de protección absoluta y focalización de la producción interna, la cual esperaría duplicar.

“Las advertencias de campaña se han vuelto realidad: todo el mundo tuvo el tiempo suficiente para prepararse para un cambio radical. Sin embargo, la mayoría de líderes no han comprendido que las relaciones diplomáticas y comerciales con EE. UU. eran una prioridad. Hoy México, Canadá y China estarán viviendo la falta de preparación y negociación que era prevista para este tipo de tácticas agresivas por parte del nuevo gobierno estadounidense”, comentó Palencia.

Agregó que Trump está cambiando la manera de negociar los acuerdos geográficos y comerciales con sus vecinos. “Es una lucha desigual, sin precedentes y sin las herramientas legales y jurídicas que permitan defenderse; por tanto, se vuelve una lucha de poder, en donde entran en juego las relaciones internacionales, diplomáticas y comerciales aunque no les guste. Tal vez esta política de aranceles no es posible implementarla con eficiencia, pero es vital tomar nota de las vulnerabilidades por no negociar a tiempo”, dijo.

Pero estas naciones tampoco se están quedando quietas.

Ya la presidenta de México, Claudia Shienbaum, anunció “medidas arancelarias y no arancelarias en defensa de los intereses de México”, algo que suponía lo que llamó “el plan B” y que aplicará el secretario de Economía de ese país en los próximos días.

Cabe anotar que para México el comercio con el mercado gringo es tan importante que aproximadamente 40% de su Producto Interno (PIB) son exportaciones, de las cuales el 80% se dirige a EE. UU. Esto significa que casi una tercera parte de la economía mexicana depende directamente de lo que se vende a ese destino.

Esto significaría, para algunos analistas internacionales, que si el arancel generalizado del 25% se mantiene todo el año las exportaciones mexicanas podrían caer un 12%, arrastrando a la baja el PIB durante 2025.

Ahora, Canadá tampoco se quedó de brazos cruzados: el primer ministro, Justin Trudeau, expresó que su gobierno adoptará represalias y gravará con un 25% una lista de productos del país vecino por valor de 30.000 millones de dólares, también desde el martes. Y habrá una segunda ola arancelaria sobre productos por valor de 125.000 millones de dólares, que se aplicará tres semanas después.

“Estamos listos con una respuesta decidida, contundente pero razonable e inmediata. No es lo que queremos, pero si él avanza, también actuaremos”, subrayó Trudeau.

Sin embargo, la situación para Canadá es más crítica, pues el 75% de todas sus exportaciones de bienes y servicios se dirigen a EE. UU., por lo que su economía se vería gravemente afectada. De hecho, el Banco de Canadá advirtió que el impacto de los aranceles podría reducir el PIB canadiense un 2,4% en el primer año de su entrada en vigor.

China, por su parte, ha sido más drástico. El Ministerio de Comercio chino señaló en un comunicado que interpondrá una demanda ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).

En el caso específico de China, la orden de Trump cierra además el llamado “vacío de mínimos”, que permitía que envíos de 800 dólares o menos entraran a Estados Unidos libres de impuestos, algo que usaban a favor muchas empresas, sobre todo de comercio electrónico como Shein y Temu.

“Las medidas arancelarias adicionales unilaterales constituyen una grave violación de las normas de la OMC y socavan la cooperación económica y comercial normal entre los dos países”, indicó el Ministerio de Comercio chino en un comunicado, e instó a EE. UU. a “enfrentar los problemas directamente, entablar un diálogo franco, fortalecer la cooperación y gestionar las diferencias”.

Para Alejandro Godoy, consultor geopolítico y experto en temas de Asia, la demanda de China ante la OMC pone a prueba la efectividad de los mecanismos de resolución de disputas internacionales.

“Si EE. UU. ignora o desacata una eventual decisión favorable a China, se debilitará aún más la credibilidad de la OMC y se fomentará el proteccionismo global”, destacó.

El analista consideró que estas crecientes tensiones refuerzan la tendencia de “desacoplamiento” entre las economías de China y EE. UU., impulsando a ambas naciones a desarrollar cadenas de suministro más autónomas.

“Esto se traduce en China fortaleciendo su mercado interno con incentivos para reducir la dependencia de EE. UU.; y este último apostaría por diversificar su aprovisionamiento hacia aliados como Vietnam, México e India”, opinó.

También recalcó que China podría responder con otras medidas drásticas, como restricciones a exportaciones estratégicas como tierras raras, esenciales para la tecnología y la defensa estadounidense; mayor regulación sobre empresas estadounidenses en China, limitando su acceso al mercado, y devaluación del yuan para contrarrestar el impacto de los aranceles.

Sobre el impacto en otros países, Godoy manifestó que se afectarían sectores como la electrónica de consumo, la automoción y la energía renovable.

“Esta demanda tiene implicaciones profundas tanto en el comercio global como en la geopolítica económica. Países dependientes de ambos mercados, como los de América Latina, deben equilibrar sus relaciones comerciales para evitar quedar atrapados en la disputa”, puntualizó el experto.

Richard Grenell, enviado especial de Trump, aterrizó en la tarde de este 31 de enero en Caracas. Se reunió con Nicolás Maduro. Después del encuentro, el régimen venezolano aceptó liberar a seis presos gringos y se sometió a recibir a los deportados indocumentados desde Estados Unidos.

Desde la Casa Blanca aclararon que el primer acercamiento con Venezuela no implica el reconocimiento de Maduro como presidente legítimo. Pero ese contacto podría leerse también como un cálculo político y económico de Trump.

Hasta septiembre del año pasado había 545.000 migrantes venezolanos en Estados Unidos y –ante la política de deportaciones masivas– Nicolás Maduro sabe que la recepción de esa población puede ser la carta de entrada para entablar “un nuevo comienzo” en las relaciones con la Casa Blanca.

De otro lado, a Estados Unidos le podría interesar tener algo de flujo del petróleo venezolano

“Ante las restricciones arancelarias, Venezuela puede ser un socio importante para el tema petrolero. Buena parte del petróleo que consume Estados Unidos viene de Canadá y con estos aumentos arancelarios va a tener efectos en el precio final”, explicó Chacón.

En terreno también estaría el interés por extender la licencia de exploración y explotación que tiene Chevron Texaco, una empresa estadounidense que opera en Venezuela y que obtuvo su licencia temporal durante el levantamiento de sanciones que hizo la administración de Joe Biden.

“Todavía es muy incipiente hablar de eventuales acuerdos y habría que ver cómo se va creando confianza.Pero, de continuar la relación, para otros países de la región va a ser más difícil mantener una posición crítica respecto a Venezuela”, analizó Rafael Piñeros, internacionalista y docente investigador de la Universidad Externado.

Cuando el presidente Gustavo Petro se negó a recibir dos vuelos con deportados, Estados Unidos demostró su capacidad para ejercer una presión asfixiante.

“Las autoridades estadounidenses se dieron cuenta de que Petro responde fácil, es excesivamente temperamental y que se puede presionar de manera que ellos puedan obtener lo que quieran”, señaló Piñeros.

Laura Sarabia, la canciller que acaba de asumir el cargo, tendrá el reto de mantener una relación técnica y diplomática con Estados Unidos más allá de los discursos políticos e ideológicos que se lancen los mandatarios de ambos países.

“Colombia no tiene una política exterior de Estado, tiene una política exterior de gobierno que cambia cada cuatro años y eso en un mundo tan cambiante es un riesgo. No podemos seguir nadando en aguas turbias sin tener claro qué queremos del mundo y qué podemos ofrecerle al mundo”, advirtió, por su parte, el profesor Rayran Cortés.

Ahora, el presidente Petro y su constante interés por consolidar un liderazgo regional, podría tener una oportunidad para consolidar un bloque en América Latina que les permita a los miembros lograr una voz unificada, mejorar las relaciones comerciales y buscar de manera conjunta nuevos acuerdos con actores distintos a Estados Unidos: como la Unión Europea y China.

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