En el municipio de El Retiro, al oriente de Antioquia, la calidad y experticia de sus ebanistas y carpinteros es tal, que en vez de usar flores para conquistar muchachas, estos prefieren regalar escaparates, cómodas y muebles.Esa historia nos la cuenta una de las descendientes de la célebre dinastía Botero –afamado apellido de artesanos de la madera de este municipio– mientras muestra una bella mesa que pese a que no se le notan, carga varias décadas encima.Y es que el tema de la madera es un asunto que corre por las venas y las calles de El Retiro donde es común ver que la mayoría de negocios tienen sus anuncios en finas maderas. Mientras que gran parte de las casas –nuevas y viejas– ostentan las famosas “ventanas arrodilladas”, hermosas creaciones que datan de la colonia y que dan ese aire de pueblo atrapado en el tiempo a una de las poblaciones el oriente más dinámicas.
Pero no solo en el casco urbano de El Retiro se atestigua esta tradición centenaria. De hecho, cuando se viene desde Las Palmas al municipio, lo habitual es hallar a bordo de carretera establecimientos que ofrecen curiosos elementos hechos en cedro, pino, cipres y otras maderas que les dan curiosos colores. Desde las tradicionales mesas, sillas y butacos; pasando por figuras decorativas como renos, caballos de palo, pajareras; y rematando con bandejas y hasta delgadas canoas, se ven en la transitada vía en la que también de vez en cuando salen de los locales hombres “nevados” en aserrín hasta la cabeza.
El origen de la tradición maderera de El Retiro habría nacido, curiosamente, de “la muerte”.De acuerdo con Andres Torres Salazar, director de Desarrollo Empresarial de la Secretaría de Desarrollo Económico y Competitivo de El Retiro, la tradición ebanista guarceña, que ha sostenido parte la economía local hasta hoy, data de por lo menos hace casi 100 años.
“Según el centro de historia local, en esa época, la economía de El Retiro se movía principalmente con las minas de sal y la ganadería. La cuestión es que a raíz de la misma ganadería, crecían muy pocas plantas de árboles y de las pocas que se pudieron desarrollar completamente fueron las de pino y de ciprés, que hasta hoy son las principales especies madereras usadas en la industria”, comentó.A raíz de la popularidad que estaba teniendo la madera, el señor Nepomuceno Botero, el fabricante de ataúdes del pueblo, comenzó con la creación de elementos en este material y cerca de 1940 fundó su propio taller de carpintería y ebanistería, siendo el primero del pueblo.
Con el paso del tiempo, sus hijos Rafael, Belisario y sobre todo José María Botero, más conocido como Pepe, le dieron el impulso definitivo a la naciente industria a mitad del siglo XX gracias a la calidad de los productos que creaban y le dieron partida a una dinastía de carpinteros y ebanistas que ha dejado en alto el apellido hasta hoy.Los conocimientos en estas dos disciplinas se fueron desperdigando por el pueblo gracias al amor que por el oficio tuvieron los empleados de los Botero hasta que otros avezados también reclamaron su silla –tal vez hecha en geniales maderas– en el cuadro de honor de los ebanistas y carpinteros de El Retiro.Nombres como los de Ignacio Mejía, Juan y Luis García Buitrago, León Villa, Gabriel Vallejo, Gabriel Serna Cano, y Rafael y Rubén Botero son recordados hoy en la Casa Museo local donde no solo se les rinde un homenaje a su memoria sino que también se conservan muchos de los elementos como enormes sierras tan grandes como un hombre que usaron hace tantos años, incluso varios de su propia inventiva.Uno de los guardianes de la tradición ebanista y carpintera de El Retiro es don Carlos Alberto Rendón Rivera. Don Carlos es un hijo de este municipio que lleva 50 de sus 64 años de vida dándole forma a la madera que llega a sus manos.“Empecé a los 14, cuando mi papá Enrique Rendón trabajaba en una mueblería llamada Muebles Súper –hoy conocida como Diseños Serna–. En ese entonces yo iba a llevarle 'el algo' y yo me quedaba viéndolo trabajar. En esas empecé a preguntar para que funcionaba cada cosa, como buen metido, y ahí me fui enamorando del oficio. Ya luego me dieron la oportunidad de trabajar y ahí me quedé”, recordó.
Don Carlos no es ningún advenedizo en la materia y gracias a su experticia y al amor por su trabajo ha culminado con gran éxito difíciles trabajos en madera. Por ejemplo, fue él uno de los artistas de la madera que hizo el altar principal de la iglesia de Amagá, así como parte de las obras en madera de la Alcaldía de El Retiro. Aunque él también se le mide a hacer clósets, puertas, ventanas, muebles, salas, comedores y taburetes.
Por las manos de don Carlos también han pasado maderas raras de las que hoy poco se conocen y mucho menos se ven como la de tolúa o la de Guayacán.
De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo, a raíz del auge que hasta hoy mantiene la industria carpintera y ebanista en El Retiro, hay 115 unidades productivas dedicadas a esta actividad las cuales generan hasta casi 800 empleos y que se convierten en el segundo renglón económico local después del turismo gastronómico y de naturaleza.Estas unidades, se dividen en dos “especialidades” que incluso gozan de ubicaciones diferentes. Por ejemplo, mientras en la vereda Carrizales –a bordo de carretera– sus artesanos se especializan en fabricar cestas en ratán o tablones y artesanías o elementos pequeños en pino; en el casco urbano los expertos se dedican a fabricar muebles, salas, cocinas, clósets.“Todo se hace de forma artesanal, y a la medida y al gusto del cliente, hechos que se convierten en una gran ventaja competitiva”, comentó Sonia Sonia Flórez Botero, enlace entre la Secretaría de Desarollo y el gremio de la madera.
Según Flórez, tal fue el éxito que hubo con la madera que hace cerca de 10 años se exportó a Centroamérica. Infortunadamente el esfuerzo languideció.
Si bien se destaca que la fama de hacer buenos trabajos en madera se ha mantenido por 100 años en El Retiro; la falta de relevo generacional, la situación económica del país y la incursión de los almacenes de grandes superficies que ofrecen elementos en madera, de menor calidad pero “mejor precio”, han menguado el empuje de los ebanistas y los carpinteros.Por ejemplo, el señor Francisco Emilio, quien trabaja desde hace 25 de sus 50 años de vida haciendo sobre todo pilones de madera al bordo de la carretera, se queja que ahora solo vende la mitad de sus productos. Mientras maneja con destreza quirúrgica la motosierra de 18 kilos con las que horada un enorme tronco de madera, el hombre explicó que si bien aún se puede vivir de su arte, cada vez se torna más difícil por la falta de plata.
En sus quejas se une don Carlos quien también señala que las nuevas familias prefieren elementos en madera más livianos y con una vida útil menor. “Las nuevas parejas prefieren estrenar cada año o se quejan del costo y ahí pegan las multinacionales. Pero si usted mira la calidad de nuestros productos salen hasta económicos porque acá damos garantía de hasta cuatro años, aunque sabemos que lo que hagamos dura pa' toda la vida”, dijo.Otro asunto que preocupa al gremio es que a raíz del boom inmobiliario que está teniendo El Retiro, los dueños de las propiedades donde funcionan los talleres están sacando a los ebanistas y carpinteros para que en sus predios se den otros negocios más rentables como los restaurantes o los apartamentos.
“Para mí ha sido todo un complique porque yo fui un desplazado por esa situación y me tocó ponerme a buscar donde trabajar. Urge que los que no somos propietarios de un local podamos tener donde trabajar tranquilos porque aunque somos muchos, por cosas así es que va desapareciendo este oficio”, sentenció.Frente a esta situación, el alcalde de El Retiro Santiago Montoya señaló que el municipio trabaja en varias estrategias para mantener la tradición de la transformación de la madera viva. Por ejemplo dijo que su legislatura presentó un acuerdo al Concejo que busca la reducción del 30% del impuesto de industria y comercio para los negocios madereros formalizados.
Así mismo dijo que desde el año pasado se implementó un festival local conocido como la Feria Amoblar que permita mejorar las ventas de los productos en las épocas mas “frías”. Y señaló que se está buscando crear el Distrito o el Centro del Mueble y la Madera el cual será un espacio muy bien dotado donde no solo se ofrezcan los productos sino que se puedan integrar la academia y el turismo a la actividad.
También dijo que hay temas formativos con las nuevas generaciones como la Fundación Pinochitos que educa en estas disciplinas a niños desde los 8 a los 14 años para que se conviertan en el próximo relevo generacional.
Por su parte, el director Torres apuntó que desde otras instancias gubernamentales se les hace acompañamiento en temas como formalización laboral y jurídica, seguridad y salud en el trabajo, economía circular. Además que se ha impulsado la estrategia “Guarceño compra guarceño” con la que se invita a los negocios locales adquirir elementos elaborados en el municipio como el mobiliario que ofrecen los ebanistas y carpinteros.Por su parte, los ebanistas y carpinteros crearon desde 2006 Asopepe (en honor al patriarca que dio origen a todo) con la que se han logrado hitos organizacionales como el sello de calidad y de garantía con el que se distingue su trabajo y con el que han logrado hacer capacitaciones para sus agremiados.
Eso sí, mientras los ebanistas y carpinteros aguantan el “hachazo” que hoy les toca vivir, dicen que seguirán cepillando y dándole forma a la madera hasta que el peso de la viruta en sus cuerpos les impida crear las magnificas obras de arte en madera con la que engalanan a sus clientes.