Fernando: una vida de película en la 13 y en la nororiental

La Defensoría del Pueblo, en cabeza de Iris Marín, entregó un complicado panorama humanitaria en el país.

El rugido de una moto de alto cilindraje que acelera intimidante se escucha en las afueras de la sede donde Fernando Avendaño realiza un trabajo con cerca de cien muchachos de la comuna 13 y de pronto su conductor, el jefe de una banda delincuencial grita:

—¡Enano hijuep..., me estás quitando a los muchachooooosss!

—¡De eso se trataaaaaa!

Contesta el aludido dejando un hálito de suspenso. Sin embargo, de pronto estallan las risas de ambos lados.

La escena, que fue real, refleja en buena medida la esencia del trabajo que ha hecho Fernando hace por lo menos 35 años.

En Full Producciones y en su trasegar previo por la zona nororiental de Medellín se ha dedicado a que más jóvenes se “encarreten” con la imagen en vez de dejarse obnubilar por el poder que supuestamente dan las armas y la pertenencia a un grupo delincuencial.

Hoy de 57 años de edad, deja entrever que llegó al trabajo comunitario por cierta coincidencia. En aquel tiempo –mediados de la convulsionada década de 1990– y con 24 o 25 años, trabajaba como operario en una empresa donde se hacían rejillas plásticas para neveras y closets. A la par, era un engomado del ajedrez, de manera que no lo sacaban de la Liga departamental de ese deporte.

En esas estaba cuando los encargados de la Liga comenzaron a montar escuelas de ajedrez bajo un modelo que no solo enseñaba a mover las fichas en el tablero a nuevas promesas del deporte ciencia, sino que tenía un componente psicológico y pedagógico muy potente.

Así se le ocurrió a él fundar un club de ajedrez en la Obra Social de Aranjuez (Osda), que funcionaba en su barrio desde una pequeña biblioteca que además programaba certámenes deportivos, siendo los beneficiarios niños que empezaron a participar con éxito en torneos diversos. También parece un accidente su encuentro con el mundo del cine y el video.

En la Osda existía una antena parabólica y un día llegó una señora pidiendo que le revisaran una cámara. El operario la conectó y apareció la imagen, un hecho que resultó revelador para Fernando.—¿Y es que eso se ve la cámara en directo? –le preguntó él al director de la parabólica, quien le mostró que bastaba con unir por un cable coaxial la cámara con el sistema de transmisión.

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Además, que entre los canales de la “Perubólica” (así las llamaban con sorna porque lo que más se veían eran canales peruanos) había un canal comunitario pero se usaba solo para pasar películas.

—Cuando me invitaron a la asamblea de la Osda les conté y preguntaron qué se necesitaba para montar el canal comunitario—cuenta Fernando.

Una cámara, fue su respuesta inmediata.Al día siguiente apareció un taxista con una cámara vieja que le habían dejado olvidada y tras la revisión del técnico, el veredicto era que el lente servía pero que estaba dañado el mecanismo de grabación.

Le dieron 50.000 pesos en pago y con ella comenzaron las transmisiones en directo de la misa, de los partidos barriales de fútbol y posteriormente del magazín La gallada del barrio, arrancaron los musicales, transmisiones deportivas y recreativas de todo tipo.

La dotación posterior de equipos por parte de la Alcaldía le fue dando más fuerza a TV Osda y se volvió como una bola de nieve porque se dieron a conocer más y los empezaron a invitar también a encuentros con la Comisión Nacional de Televisión de entonces para reglamentar los medios comunitarios.

A Fernando, que tenía un puesto pago en la Osda, le encomendaron igualmente potenciar la organización juvenil, algo retador en la Medellín de la década de 1990, cuando imperaba el temor por salir a la calle y daba más “caché” pertenecer a una pandilla que a un grupo juvenil.

—Convocamos de manera masiva alrededor de la tv comunitaria y de no tener grupo juvenil logramos uno con 120 muchachos; también creamos la Asociación de Grupos Juveniles de Aranjuez, con unas 12 organizaciones —apunta.

No solo él sino muchos a su lado fueron asimilando las argucias técnicas de las cámaras, aparatos de edición, iluminación y sonido, así como las claves del lenguaje audiovisual.

Tanta fuerza cogió el canal que un líder hizo campaña para la Junta Administradora Local (JAL) y llegó con el proyecto de televisión comunitaria, pero como las leyes del mercado a veces resultan más difíciles de soslayar que las de la física, el sistema de transmisión fue absorbido con la llegada de marcas reconocidas de televisión por cable.

Y entonces Fernando aterrizó en la comuna 13, en alguna medida también por azares.

—Mi familia ya se había trasladado al barrio Laureles y yo me vine con ellos. Teníamos unos espacios en un cable operador y subí un día a editar un programa a Visión Comunal, el canal de la comuna 13. Ellos estaban tratando de montar una productora, lo que es hoy Full Producciones; me dicen que yo que tengo experiencia me venga con ellos —anota.

Fue en 2006, todavía con los coletazos de la operación Orión; con las bandas y los paramilitares enardecidos por tomar territorios; la época –aun no superada del todo– de las “fronteras invisibles” en las que pasar de una cuadra a otra donde hubiera otro “patrón” se podía pagar con la vida.

De ese tiempo, a Fernando le duelen las muertes de muchos jóvenes, pero sobre todo el asesinato de su amigo, el líder comunitario Jaider Ramírez (23 de agosto de 2006).

—Se generó tanta zozobra y miedo en la comunidad que nos tocaba ir hasta las casas a recoger a los chicos, porque los padres no los dejaban ir (a los talleres) por temor a los hechos que se presentaban —añade.

No obstante, en general los armados han respetado este trabajo, considerando que los partícipes son sus propios vecinos, primos o hasta hermanitos e hijos.

Full ha hecho unas 80 producciones, pero lo más importante quizás, a los ojos de Fernando y el resto de directivos, es el semillero Fulleritos, donde inician una acción temprana para arrebatarle niños a la violencia. Igualmente ha cobrado relevancia el Festival de Cine y Video Comuna 13, que en casi 15 años ha traído a personajes nacionales e internacionales.

Detrás de todo eso ha estado Fernando.Con todo eso, él se ha ganado a pulso el derecho de hablar de su experiencia frente a auditorios universitarios —aun sin tener un título profesional—, participar en escenarios nacionales donde se discute sobre el tema audiovisual y mostrar en varios países el modelo de formación y transformación social del que ha sido artífice.

Para él lo más gratificante ha sido poder viajar porque le encanta conocer otras realidades y lograr que los mismos chicos lo hagan. Con muchísimos ha ido a distintas ciudades a intercambios, con 17 de ellos estuvo en Brasil y con 14 en México.

—Que le digan a uno que es la primera ocasión que montan en avión o la primera vez que van a conocer el mar son cosas hermosas—agrega.

Al referirse a Fernando, Oscar Arbeláez, comunicador social e integrante de la junta de Full Producciones, lo califica como un tipo terco, muy llevado de su parecer, “que a veces se equivoca pero a veces no”; de lo que no duda es de sus buenas intenciones y de su pasión por lo que hace.

Destaca que “es un líder social hecho a pulso y que descubrió que los medios de comunicación comunitarios son herramientas para generar transformaciones en los sectores donde ha estado”.

—Puede que Fernando no haya sacado ningún cineasta de renombre todavía, pero la obsesión no es esa porque lo audiovisual es más un pretexto, a él le interesa es que esos chicos y chicas vean otras opciones de transformar sus vidas, que son difíciles por el contexto donde viven. Ha sido un pedagogo para mostrar otras realidades a través del cine— puntualiza Arbeláez.

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