Unas 250.000 personas presentaron sus respetos ante el féretro del papa Francisco durante los tres días de capilla ardiente en la basílica de San Pedro, que terminaron este viernes previo al funeral.
El féretro del primer papa latinoamericano fue cerrado en una ceremonia privada encabezada por el cardenal camarlengo, Kevin Farrell: tapó su rostro con un velo de seda blanca, le roció agua bendita y depositó una bolsa con monedas y medallas acuñadas durante su pontificado.
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Leyó igualmente el Rogito, una especie de obituario oficial que también se deposita en el ataúd dentro de un tubo metálico. “Fue un pastor simple y muy amado”, reza el de Francisco.
Su rostro nunca más será visto. Los últimos que lo vieron fueron los 250.000 fieles que asistieron a San Pedro entre miércoles y viernes, en jornadas que llegaron a prolongarse hasta bien entrada la madrugada. La capilla ardiente de su predecesor Benedicto XVI congregó a 195.000 personas en 2022.
“Él hubiera querido vernos así, alegres”, dijo a la AFP Mónica Penagos, una colombiana de 61 años residenciada en Italia. “La verdad es que lo lloré mucho, era mi viejito hermoso, era nuestro papa, el papa de los migrantes”.
Más de 50 jefes de Estado electos y diez monarcas en ejercicio confirmaron su asistencia a la misa funeral que tendrá lugar en la plaza de San Pedro el sábado a partir de las 10H00 (08H00 GMT).
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Entre los asistentes confirmados están los presidentes Javier Milei, Luiz Inácio Lula da Silva y Donald Trump, que adelantó que sostendrá reuniones bilaterales en su primer viaje al extranjero desde su regreso al poder.
También figura el mandatario francés, Emmanuel Macron, quien llegó a Roma a tiempo para visitar la capilla ardiente. Las delegaciones oficiales ocuparán el lado derecho mirando hacia la basílica. En primera fila, estará Milei por presidir el país de donde es Bergoglio, y el italiano Sergio Mattarella.
Le siguen los monarcas, como el rey español Felipe VI, y el resto de presidentes por orden alfabético en francés. Las autoridades estiman que decenas de miles de personas seguirán la ceremonia a través de pantallas gigantes colocadas en las cercanías de San Pedro y luego el recorrido de los restos mortales.
El entierro de Francisco será el mismo sábado en la basílica de Santa María la Mayor de Roma, el primero de un pontífice fuera del Vaticano desde León XIII en 1903.
Tras la misa en el Vaticano, el cortejo fúnebre recorrerá las calles de Roma hasta su última morada, pasando por frente a monumentos icónicos como el Coliseo. Su tumba fue hecha a imagen de la sencillez que pregonó en sus 12 años de pontificado: de mármol y con “Franciscus” como única inscripción. Una reproducción de la cruz pectoral que llevaba el papa en vida acompañará el conjunto.
Las autoridades italianas impusieron una zona de exclusión aérea sobre Roma y desplegaron unidades antidrones con sistemas de inhibición de señales para prevenir cualquier actividad sospechosa.
Varios aviones de combate están en alerta para intervenir y los helicópteros policiales sobrevuelan el centro histórico de la ciudad. Se desplegaron francotiradores en los tejados de la Via della Conciliazione, que conduce a la plaza San Pedro, y en la cercana colina del Janículo.
El papa que llegó “del fin del mundo” encabezó la Iglesia católica desde 2013 con un pontificado reformista, que le valió críticas del sector más conservador. El Vaticano descartó por ahora anunciar la fecha del cónclave que elegirá al próximo líder espiritual de 1.400 millones de católicos en el mundo.
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“Nos sentimos muy pequeños. Debemos tomar decisiones para toda la Iglesia, recen por nosotros”, dijo el cardenal luxemburgués Jean-Claude Hollerich. El jesuita dijo afrontar la elección “con una cierta aprensión” pero también con “gran esperanza”.
El cónclave debe celebrarse en la emblemática Capilla Sixtina en un plazo de entre 15 y 20 días tras la muerte del sumo pontífice, o antes si los cardenales lo deciden. Más de dos tercios de los 135 purpurados que podrán votar fueron nombrados por el difunto papa.
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