César Jiménez Flechas

Andrés Felipe Marín, alias Pipe Tuluá, es un delincuente que se convirtió en una celebridad en el pabellón de extraditables de la cárcel La Picota, en Bogotá. Su efímera designación como vocero de los presos y de las bandas criminales en el Valle del Cauca, en el marco de la pálida paz total del Gobierno, no dio frutos y solo le sirvió para ganarse ese estatus y tener una celda privada. Pero ahora vuelve a amenazar al Estado, a la guardia del Inpec y hasta a su director, el coronel Daniel Gutiérrez. Ha sido imposible de manejar, pese a estar tras las rejas.

En la madrugada de este miércoles, los presos en las principales cárceles del país se despertaron con un operativo del Inpec. Más de 3.000 funcionarios de los grupos especiales llegaron a las celdas para buscar lo que privados de la libertad quieren esconder: armas, licor, celulares y estupefacientes.Los funcionarios encontraron más. En las celdas hay caletas, bolsillos entre paredes, bajo el piso y encima de los techos, para ocultar los elementos prohibidos que se logran colar en las requisas desarrolladas en las jornadas de visita.

Las denuncias por el enredo de tierras en Villavicencio, en el llamado caso La Camelia, por fin tuvo una decisión de fondo y le dio la razón a los demandantes y ahora la alcaldía tendrá que devolver el predio.Esta semana se conoció que, después de varios años, la alcaldía de la capital de Meta, tomó la determinación de dar cumplimiento a un fallo de la justicia que ordenaba la devolución de la finca a quienes demostraron su propiedad.

Nicolás Petro está a las puertas de un juicio. Su decisión de negar los cargos imputados por la Fiscalía en la etapa final de la audiencia preparatoria, se convierte —en términos prácticos— en el grito de guerra, en la advertencia de que está listo para enfrentarse a la fiscal Lucy Laborde, en un juicio.Justamente, este lunes 13 de enero, la Fiscalía hizo la enunciación de las pruebas que incluirá en el juicio y allí se hizo referencia a un testigo que estuvo ocultó en los meses que tardó la audiencia preparatoria.

“Los ratones cuidando el queso”, es la frase jocosa que se ajusta, como ficha, a la vergonzosa historia donde un grupo de policías y un funcionario de la Dian, quedaron como presuntos responsables de liderar una red dedicada al contrabando de cigarrillos, licores y cosméticos a la Costa Caribe colombiana.La Fiscalía entregó detalles de una investigación que dejó al descubierto la deshonra a cargo de los policías que juraron cumplir su función y proteger la Constitución, pero que terminaron convirtiendo el uniforme en la fachada perfecta para delinquir.

Un guardián del Inpec, que se convirtió en testigo de la Fiscalía, fue el encargado de exponer la radiografía corrupta que se enquistó en la cárcel La Picota, de Bogotá. SEMANA conoció la declaración, y los detalles de ese testimonio parecen el diario de una organización criminal con tentáculos en oscuros negocios de tráfico de drogas y licor, traslados de cárcel y hasta la venta de fueros sindicales.La declaración es contundente pero vergonzosa. Fue clave en la reciente captura de 12 personas, entre funcionarios del Inpec y sus esposas.

Por los delitos de peculado por apropiación, interés indebido en la celebración de contratos, contrato sin cumplimiento de requisitos legales y prevaricato por acción, fue condenado Ricardo Arias Mora, expresidente del Fondo Nacional del Ahorro. La Fiscalía confirmó la sentencia y el tiempo de pena.El exfuncionario resultó enredado en una investigación que ahora lo deja como condenado, pero con la posibilidad de apelar la decisión del juez.