Este miércoles 6 de noviembre se vivió una jornada difícil para los bogotanos, luego de las fuertes lluvias que se registraron en gran parte de la ciudad; varias zonas resultaron colapsadas por inundaciones y se presentó una fuerte congestión vehicular.Una de ellas fue la autopista Norte, donde los carros quedaron completamente varados y la Alcaldía tuvo que rescatar a las personas hasta en balsas.Padres de familia contaron a SEMANA lo que tuvieron que vivir y la angustia porque sus familiares quedaron atrapados hasta altas horas de la noche.Lina Tangarife, una madre de familia de un niño de ocho años, narró cómo su hijo llegó hasta la madrugada a su casa por el caos de la ciudad.“Mi hijo Joaquín, de ocho años, que está en segundo de primaria, estudia en el Liceo de Colombia. Ayer vivimos una experiencia de cómo manejar este tipo de accidentes climáticos en un entorno en donde los únicos que no teníamos control de absolutamente nada éramos nosotros, los papás”, contó Tangarife.Según narró, nunca sintió miedo por la seguridad de Joaquín porque confió en el colegio que tomó decisiones “rápidas”. “Algunas rutas, que no pudieron devolverse, se quedaron estancadas en la inundación. Afortunadamente, lograron rescatar a los niños y no hubo ningún lesionado”, aseguró.La mujer contó que la ruta de su hijo logró devolverse a tiempo, pero que él llegó a la casa a la 1:30 a. m.: “El colegio siguió y acató las instrucciones del Distrito, que creo que, ante una emergencia como estas, también hizo lo que debía para garantizar la seguridad de los niños que aún estaban en las instituciones educativas y para rescatar a los que estaban en la mitad en la autopista”.Tangarife dijo que quiso salir corriendo para rescatar a su hijo. Ellos viven en San José de Bavaria, por lo que pensaba irse por Cota, sin embargo, las aplicaciones de movilidad le marcaban tres horas de tráfico porque evidentemente muchas más personas buscaban una vía de salida o de entrada a la zona donde quedan varios colegios.En medio de la incertidumbre, la mujer cuenta que notó cómo salió lo mejor de las personas. “También sucedieron cosas maravillosas. Al final estos desastres sacan a relucir la solidaridad de muchas personas. Algunas mamás desesperadas hicieron y vivieron verdaderas aventuras tratando de rescatar a sus hijos. En nuestro caso, el colegio no solo tomó buenas decisiones para nuestros hijos, sino que también recibió a estudiantes de otros colegios de la zona que no tenían las condiciones para responder a la emergencia y eso demuestra la calidad humana que tenemos los colombianos para salir adelante después, incluso de desastres como estos”, contó.La mujer aprovechó para hacer reflexiones en medio de lo que está viviendo la ciudad con relación al clima y lanzó una alerta: “Mi reflexión más profunda es que todavía hay personas que se quejan de los racionamientos de agua en la ciudad, pero no están viviendo racionamientos como los que está viviendo un país como Ecuador, de no tener luz 20 horas al día. Y nosotros vamos para allá si seguimos a este ritmo, si la cosa sigue a este nivel”.De todas maneras, lo importante es que su hijo logró llegar sano y salvo a su casa. En medio de todo, dice que estaba tranquilo porque el colegio tomó todas las medidas necesarias, les dieron comida y no sintió que en ningún momento estuviera en riesgo. “Como padres, estuvimos pegados del techo toda la noche hasta que llegó la ruta”, narró la mujer.