El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca impactará mucho a Colombia. Es evidente la gran distancia ideológica que existe entre el presidente Gustavo Petro y el mandatario electo de Estados Unidos. Sin embargo, el mensaje de lo que significará el Gobierno del magnate para Latinoamérica quedó claro con el nombramiento de Marco Rubio como secretario de Estado, el cargo más clave de las relaciones internacionales. Para el Gobierno de Gustavo Petro es un claro revés. Marco Rubio es un crítico profundo del presidente por su cercanía a Venezuela, su narrativa antiisraelí y la impunidad que entrañan sus políticas de paz total. Desde el Senado, Rubio ha sido uno de los pesos más pesados contra el mandatario colombiano. Lo que implica su llegada a ese cargo para Colombia es enorme. Lo primero que hay que decir es que Rubio puede ser uno de los políticos de Norteamérica que mejor conoce a Colombia. Sus cruces con el presidente colombiano datan de muchos años y tienen su origen en el escenario natural del presidente, las redes sociales. Durante años, tanto el mandatario colombiano como el futuro secretario de Estado se recriminaron mutuamente en la red social por varias cuestiones políticas y su visión opuesta del mundo. Por ejemplo, hace más de un año, cuando Colombia rompió relaciones con Israel, Rubio calificó a Petro de “simpatizante terrorista que quiere ser la versión colombiana de Hugo Chávez” y acusó al mandatario de actuar a favor de los grupos terroristas como Hamás. Rubio no ha dejado pasar inadvertida tampoco la posición complaciente del Gobierno colombiano ante la violación de las garantías electorales y el fraude en las elecciones en Venezuela. A propósito del silencio de la Casa de Nariño, aseguró que el país se encontraba liderado por “izquierdistas dispuestos a perseguir opositores de Maduro y apaciguar a narcoguerrillas”. El líder colombiano, por su parte, lo criticó por dar ayuda humanitaria en la frontera colombo-venezolana, recordando que había hecho lo mismo en Libia en 2011 y que al final en el país africano se terminó desatando una guerra civil.Por eso se anticipa que la relación será compleja en múltiples frentes. Uno de ellos tiene que ver con el tema que más ha causado tensión frente al Tío Sam por décadas: la lucha antidrogas. Como recordó el exministro Juan Carlos Pinzón, “Colombia tiene el mayor número de hectáreas (253.000, a corte de 2023, según Simci) y el mayor nivel de producción de cocaína en su historia (2.664 toneladas). En su momento, en 2017, el entonces presidente Trump, en su primera administración, estuvo a punto de descertificar a Colombia luego de la firma de los acuerdos de La Habana con las Farc, al considerar que no se estaba haciendo lo suficiente para contener el narcotráfico. Ahora, en su segundo mandato, es muy probable que lleguen a la conclusión de que la administración Petro no está haciendo lo necesario para enfrentar ese flagelo”.Ese fantasma de la descertificación, que incluye sanciones económicas y diplomáticas y que no ha sido usada desde el Gobierno de Ernesto Samper, es uno de los mayores temores. Pero hay quienes lo desestiman. “El mecanismo de la descertificación en la lucha contra el narcotráfico es un instrumento anacrónico que afecta una relación bilateral entre iguales. Lo más aconsejable es la concertación y la evaluación conjunta de los avances en la lucha contra el narcotráfico”, dice el exsenador Antonio Sanguino, quien asegura que las relaciones bilaterales entre ambos países tienen carácter de Estado y deben girar alrededor de los intereses comunes.Otro peligro latente es que disminuya considerablemente el dinero que el Congreso de Estados Unidos le va a dar a Colombia, no solo por el nombramiento de Rubio, sino también por la mayoría republicana tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes en Washington.“El Senado republicano va a rectificar mucho más y van a ser firmes con el presidente Petro, con los dineros que en este momento están asignados y están condicionados para 2025. Así que los 436 millones de dólares presupuestados están condicionados a no aliarse con los enemigos de Estados Unidos, como Venezuela; a la no persecución de la prensa, de la libre expresión, ni de los enemigos políticos. Y definitivamente se va a exigir el cumplimiento de las metas de reducción de narcocultivos, de reducción en la exportación de cocaína y reiniciar el proceso de fumigación”, asegura, desde Estados Unidos, Fabio Andrade, concejal electo de Weston.Y, por supuesto, será crítico el rol que cumple Colombia de cierta tolerancia con los Gobiernos no democráticos del continente. “El nombramiento de Rubio es fundamental y muy importante, porque cambia la visión de cómo Estados Unidos estaba de espaldas a Latinoamérica. Además, Marco Rubio es hijo de inmigrantes cubanos, por lo que ha sufrido los rigores de la dictadura en su familia y las vicisitudes de la región en primera persona. Él entiende el valor de la libertad y la democracia, por lo que creo que va a ser enemigo de las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua”, asegura la senadora Paloma Valencia a SEMANA.“El Gobierno de Colombia debe entender que el equipo de la administración Trump y potenciales miembros de su gabinete, como el senador Rubio y el exsecretario Pompeo, entre otros, no aceptan el neocomunismo latinoamericano y tampoco admiten alineamientos con enemigos declarados de la Casa Blanca, como Irán, China o Rusia”, agrega Pinzón. “Al presidente Petro le toca retractarse con apoyos a grupos terroristas como Hamás, ni tampoco seguir liberando criminales sin ninguna consecuencia. También tiene que mejorar la seguridad, dejar de no hacer nada en el tema de drogas y ser mucho más respetuoso con los republicanos que ganaron estas elecciones. Las relaciones serán cordiales como de costumbre, pero más exigentes”, complementa Paloma Valencia.La posición que tenga Estados Unidos comenzará a ser, entonces, fundamental en los asuntos internos. Especialmente, en lo que tiene que ver con el tratamiento penal de los grupos delincuenciales. Hasta ahora, la administración de Joe Biden ha sido laxa con Colombia. Y el Gobierno de Estados Unidos ha dado un acompañamiento importante a la implementación del proceso de paz. Pero no se puede esperar lo mismo en las cuestionadas negociaciones con las disidencias y el ELN. “El nuevo secretario de Estado ha adoptado una postura muy crítica frente a la política de paz total, lo que probablemente generará tensiones con el presidente Petro. Por otro lado, un tema crucial para Estados Unidos es la política antidrogas. En ese sentido, también podrían surgir fricciones respecto al enfoque que el Gobierno de Gustavo Petro ha venido aplicando en este ámbito, lo que podría complicar las relaciones entre ambos países”, dice a SEMANA Carlos Arévalo, experto en derecho internacional y decano de Derecho de la Universidad de La Sabana.El nombramiento de Rubio es una noticia que no le gusta a Petro, pero al final puede ser una extraordinaria noticia para Colombia y para América Latina. Llega a ese cargo un líder político con una cercanía y un conocimiento profundo de la región en un momento en que el papel que Estados Unidos puede jugar para salvaguardar la democracia es vital. También llega un hijo de migrantes en un Gobierno en el que ese tema será fundamental. Su rol en el segundo tiempo del magnate presidente será esencial.