El Barrio Trinidad, o Barrio Antioquia, es un laberíntico sector como tantos de Medellín en los que empresas y residencias se amalgaman y en los que pordioseros, mazamorreros, recicladores, carros y motos de lujo comparten la calle, dando ese aire de barrio que –como una experiencia casi mística– tanto buscan los turistas extranjeros en la ciudad. Y sin embargo, sin importar el punto donde vivan, casi todos los habitantes de ese sector saben con precisión donde quedan los famosos buñuelos rellenos, "los originales del barrio Antioquia" como reza con orgullo uno de sus avisos.
Aunque su nombre verdadero es Calienticos y Deliciosos, todos en este barrio del occidente y gran parte de Medellín conocen a esta buñuelería como “los buñuelos rellenos”. La sede más conocida queda sobre toda la calle 25 con la carrera 65D. Entrar al negocio es un cambio absoluto, casi un oasis, de la sordidez que para los foráneos pueden ofrecer las calles del barrio donde el rugido de una costosa moto Ducati se mezcla con los gritos de los vendedores ambulantes y hasta los silbatazos que a modo de código utilizan los “vigilantes” para advertir la presencia policial, y que más asemejan un partido de fútbol eterno.
Lea también: Los sabores de la mamita, esos recuerdos gastronómicos de los hogares antioqueños Las instalaciones están decoradas predominantemente con color verde, y en las paredes se pelean el espacio varias frases motivacionales –como "Disfruta de las pequeñas cosas"– con una gran foto panorámica de París.
Y si bien se agradece la calidez del espacio y la amabilidad de sus empleados, lo cierto es que tal vez nadie vaya a Calienticos y Deliciosos a leer frases o a descansar en sus mullidos muebles. Todos van al negocio por los buñuelos rellenos, el producto estrella que ha vuelto famoso el establecimiento en la ciudad y que congrega –sobre todo en diciembre– interminables filas de pedidos y clientes que se agolpan allí para disfrutar de esas masas de cerca de 65 gramos.
La historia de Calienticos y Deliciosos, que nació hace 10 años en ese mismo punto de la ciudad, es una que bien podría estar junto a las narrativas de los famosos industriales paisas.Su propietario es Derleby Marín Ruiz, un joven de apenas 27 años quien anteriormente trabajaba en la distribución de almidón y queso costeño en el barrio San Joaquín. Luego de observar con detalle los productos que vendía su patrón, decidió dar el salto y convertirse en microempresario del mismo modo en que otros tantos han arrancado en la ciudad.
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“Cuando Derleby abrió el puestico, él sacó unos volantes que decían que si la gente los presentaba podía reclamar tres buñuelos. Se regaron por acá en el barrio y eso empezó a venir toda la gente con el volante. Eso impulsó la popularidad del negocio porque los clientes vinieron a probar y les quedaron gustando”, comentó Mariana.
Cerca de cinco meses después de abrir su negocio, a Marín se le ocurrió una genialidad que por lo menos había pasado desapercibida por varios siglos: decidió meterle relleno a los buñuelos.La opción elegida fue el queso mozzarella, que se estira con delicia una vez se parte el buñuelo, dando una especie de efecto como los que se ven en los comerciales de pizzas. Hoy la elección parece obvia pero es muy probable que en su época haya sido todo un quebradero de cabeza saber con que combinar la masa. Posiblemente en la cabeza de Marín también habría pasado poner dentro de sus buñuelos un pedazo de chicharrón o de bocadillo. Aunque, teniendo en cuenta su pasado como distribuidor de quesos, su apuesta por la mozarella estaba más que asegurada.
“Tal vez por conocer el producto, él conocía su potencial. Meterle mozarella a los buñuelos fue una invención que por fortuna se volvió un éxito que a la gente le gustó mucho”, explicó Saldarriaga.Pero el queso no fue lo único dentro de los buñuelos. Con el paso del tiempo aparecieron nuevos rellenos, ahora de dulce, que convertían el buñuelo de Calienticos y Deliciosos en un triple maridaje. Hoy en día los venden rellenos de mermeladas y dulces de guayaba, mora, lecherita y nutella. Hasta la “polémica” piña ha aparecido dentro de los buñuelos tal vez creando así una nueva discusión similar a la que se da con la pizza acompañada de la fruta.
Los buñuelos rellenos han sido un éxito que cautiva a la gente del barrio y de la ciudad que incluso los piden a domicilio. Ningún niño, señora o trabajador del barrio queda indiferente ante su presencia. Hasta influencers llegan buscando ese platillo-acompañante-postre en el que se convirtieron los buñuelos gracias a Marín.“Acá vienen gringos que nos piden buñuelos hasta para llevar para sus países. Entonces nosotros les realizamos un empacado al vacío para que puedan viajar lo mejor conservados posible”, detalló la administradora.
a sido tanto el éxito de los buñuelos que la factoría de estas genialidades trabaja las 24 horas del día, siempre con el ojo pendiente de su patrón, que cuida de las sedes (a la que se refiere como “sus hijos”) con tanto celo como el buñuelero que vigila que sus masas no se pasen de candela. Así mismo, las almojábanas ahora son el nuevo blanco del relleno.De hecho, pese al nacimiento de una amplia oferta gastronómica en Barrio Antioquia –y que incluye platos internacionales como comida peruana, hot wings y hasta perros calientes–, los buñuelos rellenos siguen siendo un referente y una visita obligada si se quiere comer rico en este sector.
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“Gracias a dios acá se sigue mandando la parada, porque sabemos que la clave de un buen buñuelo son sus ingredientes, como el queso costeño. Si no escogemos bien el queso costeño, nos tiramos en todo”, comentó Mariana, mientras que en el mostrador un cliente espera que le despachen 60 buñuelos un acto que reafirma lo dicho por la administradora.