Rompiendo barreras: sin miedo a estar sola en la mesa

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Imaginen una sala de juntas en la industria tecnológica: una mesa larga, diez sillas ocupadas, nueve hombres y una sola mujer. Esa mujer soy yo. Recuerdo, en particular, una ocasión en una entidad del Estado en la que, rodeada de colegas discutiendo sobre datos y estrategias, caí en la cuenta de que era la única mujer en la sala.Mientras debatíamos una decisión clave para el sector, en un rincón de mi mente organizaba también la logística familiar del día. Sabía que esa misma tarde debía asistir a la reunión de padres en el colegio de mi hijo menor. Ahí estaba yo combinando dos mundos: el de líder profesional y el de madre. Fue en ese momento cuando tuve una revelación: las mujeres que equilibramos múltiples roles merecemos reconocimiento. No porque busquemos aplausos, sino porque nuestra perspectiva enriquece cualquier espacio en el que estemos.Ser la única mujer en la sala dejó de intimidarme. Elegí un sector en el que, históricamente, éramos pocas. Lejos de verlo como un obstáculo, lo entendí como una oportunidad: representar a muchas mujeres talentosas que día a día demuestran que pueden con todo. Y es, precisamente, este el mensaje que quiero compartir: la maternidad, los sueños personales y el desarrollo profesional no son caminos opuestos. Pueden coexistir.El desafío del liderazgo femeninoEl liderazgo femenino está lleno de retos. A menudo nos encontramos en espacios donde predominan voces masculinas y debemos esforzarnos para ser escuchadas. Aún enfrentamos techos de cristal y estereotipos que persisten. ¿Cuántas veces se ha cuestionado la firmeza de una mujer líder por mostrar emoción, cuando esa misma pasión sería admirada en un hombre? ¿Cuántas veces se ha asumido que no manejamos temas técnicos con la misma autoridad?Pero hay un reto aún más profundo: la falsa dicotomía entre maternidad y carrera. Se nos ha hecho creer que debemos elegir entre nuestros sueños profesionales o formar una familia, como si ambas cosas no pudieran ir de la mano. Recuerdo cuando asumí un cargo directivo importante y me preguntaron: “¿Y cómo vas a hacer con tus hijos?”. Nadie hace esa pregunta cuando un hombre asume una posición similar.Gracias al ejemplo de mi madre y mis abuelas, entendí desde pequeña que sí se puede. No sin esfuerzo ni desafíos, pero se puede. Cada mujer que rompe estas barreras abre camino para muchas otras.La maternidad: un sueño hecho realidadSer madre debe ser una decisión personal, nunca una imposición. La sociedad nos lanza mensajes contradictorios: que se nos va el tren si no tenemos hijos a cierta edad o que tenerlos nos limitará profesionalmente. No creo en estos falsos dilemas.Elegí ser madre porque era mi sueño desde niña. También lo fue mi desarrollo profesional. Veía a mi mamá ser una gran periodista y quería ser como ella. Cuando nació mi primer hijo, sentí una alegría inmensa, pero también incertidumbre sobre mi futuro laboral. Algunos me sugerían que bajara el ritmo, pero sabía que renunciar a mi crecimiento no me haría mejor madre. Al contrario, ser un ejemplo de perseverancia también era una enseñanza para mis hijos.Estrategias para avanzar sin descuidar la familiaPara compatibilizar maternidad, estudio y carrera, desarrollé estrategias claves:Aprendizaje flexible: opté por programas con horarios nocturnos, fines de semana o virtuales, aprovechando la tecnología para reducir tiempos de traslado.Gestión eficiente del tiempo: dividía mi jornada en bloques específicos, aprovechando las mañanas para el trabajo más exigente y las noches para estudiar.Calidad sobre cantidad: aseguraba que el tiempo con mis hijos fuera significativo, con conversaciones profundas y juegos.Aprender a decir no: no podemos con todo. Delegar y priorizar es clave para un equilibrio saludable.Crear redes de apoyo: me rodeé de otras mujeres con desafíos similares, compartiendo experiencias y motivación.Involucrar a mis hijos en mi trabajo: muchas veces me acompañaron a la oficina o en viajes laborales, aprendiendo sobre responsabilidad y disciplina.Contar con apoyo en casa: mi equipo doméstico fue fundamental para mi crecimiento profesional y personal.Confiar y ser positiva: mi papá me enseñó a ver los problemas como oportunidades y a perseguir mis sueños.Ser práctica: eliminé tareas innecesarias y adopté herramientas digitales para optimizar el tiempo.Hacer listas: me ayudan a organizar tareas y evitar sentirme abrumada.Un equilibrio posibleHoy, con orgullo, puedo decir que no tuve que elegir entre mi carrera, mi estudio y mi familia. Elegí los tres y, con disciplina, apoyo y organización, logré armonizarlos.Tres pilares me ayudaron a equilibrar mi vida personal y profesional:Apoyo familiar: no debemos temer pedir ayuda. Mi familia fue un pilar fundamental.Disciplina personal: administrar cada hora del día con eficiencia fue clave.Organización y planificación: tener una agenda clara evitó crisis de última hora.Romper barreras no es fácil, pero sí posible. A las mujeres que se sienten solas en la mesa les digo: sigan adelante. Porque su voz, su talento y su visión transforman el mundo.María Carolina Hoyos Turbay, presidenta de la Fundación Solidaridad por Colombia

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