Bajo el inclemente sol cartagenero en medio de la ciudad amurallada, el ruido de los carros, el caminar de propios y turistas en la capital de Bolívar, ocurre algo que no figura en ningún catálogo turístico y mucho menos en las agencias de viajes que son estrictamente vigiladas por las autoridades. Hay sitios que figuran como spa o sitios para masajes terapéuticos, pero la verdad es muy distinta. Los lugares esconden una realidad a la que las autoridades le han venido haciendo frente hace años: la prostitución o el turismo de excesos.